sábado, 20 de junio de 2015

Tecnología. ¿Transferencia o creación?

Aceptémoslo. En Venezuela practicamente no existe una cultura impulsora de la investigación, la innovación, la creatividad para la producción de tecnologías de ningún tipo para fabricar nada. Las excepciones son raras, escasas y, para colmo, muy poco difundidas por lo que tampoco hay acicates para el esfuerzo creador de nuevas invenciones. Hace varios años, la Revolución Bolivariana intentó adelantar algunos planes y programas, creó un Ministerio que se encargaría del asunto pero, luego, como también es costumbre, el impulso inicial se quedó en eso y, sinceramente creo, que esa llamita se consumió. Lo que haya por ahí rondando en centros de investigación es practicamente un secreto bien guardado, sobretodo. aquel hermoso programa de apoyo a los poderes creadores del pueblo; es decir, a la inventiva popular.

De la misma manera como he criticado acérrimamente a los empresarios privados por su poco o nulo interés en invertir para desarrollar nuevos productos, nuevos métodos, nuevos sistemas de producción o simplemente la sustitución de piezas, partes o componentes importados y; por el contrario, compran ese conocimiento a empresas extranjeras por lo cual deben pagar abultados royalties que se traducen en desangramiento del país; así también critico al Gobierno por su aparente denodado interés en promover la llamada transferencia tecnológica; o lo que es lo mismo, pedir a empresas extranjeras que nos enseñen sus conocimientos lo cual gustosamente no harán, a menos que haya ciertas y determinadas compensaciones cuyo monto, generalmente, se diluye en los contratos y nunca se llega o se llegará a saber el monto a pagar por ello.

La llamada tecnología, es decir el conocimiento técnico que se usa en Venezuela teniendo en cuenta nuestro incipiente desarrollo industrial, afirmo, es conocimiento al alcance de cualquier técnico promedio de tantos que hay en el país en cualquiera de los campos del saber humano. Salvo algunas escasas excepciones, tales como las relativas a la ciencia aeroespacial, a las tecnologías de la información o alguna que otra de menor impacto, aquí no elaboramos ni fabricamos, todavía, productos para los cuales se requiere “tecnología súper especializada”; antes, por el contrario, casi me atrevo a afirmar, todo cuanto consumimos, hecho ahora o por hacer en el próximo futuro, está al alcance o dentro de los límites del conocimiento de cualquier profesional medio.

En vez de importar maquinaria sencilla, ¿por qué no promovemos su fabricación en el país? Para ello tan solo se requiere elaborar sencillos proyectos, fabricar prototipos que es lo que nadie, ni el mismo Estado, se atreve a financiar, probar esos prototipos y fabricar aquellos que sean los más eficientes, teniendo en cuenta que toda obra humana es sujeta a ser perfectible, de tal manera que las sucesivas producciones en el tiempo le incorporen mejoras que eleven su productividad. Un equipo así logrado sería nuestro y no tendríamos que pagar por ellos a un fabricante extranjero ni mucho menos pagar royalties o licencias.

Y tal como ocurre con equipos y maquinarias, ocurre lo mismo con procesos productivos. Todo cuanto digo, por supuesto, requiere esfuerzo, estudio, dedicación, paciencia, pero que esos elementos sean nuestros y no de otros.

Mucha gente tiene la peregrina idea que el exterior van a conseguir maquinarias o equipos industriales en establecimientos, que los tienen en exhibición y que los comprarían tal como se compra una nevera, una lavadora o un televisor. Quítense esa idea porque no es cierta. Aunque, de hecho hay empresas que se dedican a la fabricación de maquinarias, equipos y sistemas, éstos son establecimientos metal-mecánicos que fabrican por pedido y los precios que piden son usualmente muy por encima de sus verdaderos costos de producción. Lo que realmente ocurre es que muchísimas empresas productoras de multiplicidad de productos finales, tienen bajo sus nóminas a personal técnico dedicado a estudiar y crear innovaciones que luego convierten en equipos o sistemas específicos afines a sus propias necesidades y que, a lo largo del tiempo, les van incorporando mejoras; pero, estos artículos no son para la venta sino para su propio y exclusivo uso. Esa clase de máquinas o equipos privativos de ciertas empresas industriales extranjeras sería lo que estaríamos negociando – y pagando muy caro – como transferencia tecnológica. Más barato sería poner a nuestra propia gente a estudiar, crear, diseñar, innovar y finalmente construir lo que necesitemos. Esos sí serían pasos concretos para lograr nuestra independencia tecnológica y no olvidemos que, por lo general, un descubrimiento conduce a otro y así sucesivamente.

Repito lo dicho anteriormente, fabricar muchas cosas solo requiere conocimientos al alcance de profesionales medios. No es ninguna complicación diseñar y fabricar productos de consumo masivo o no, como neveras, lavadoras, cocinas, bicicletas, prensas hidráulicas, túneles de secado, batidoras y mezcladoras de cualquier tipo, empacadoras, embutidoras de chorizos y una larguísima etcétera.

Y si me preguntaran cuales serían los requisitos mínimos para poner estas ideas en práctica respondería sin dudar:

¡¡Ganas y mucha voluntad!!

Por los recursos financieros no nos preocupemos, los hombres sabios sacan recursos de cualquier parte que los necios son incapaces y no encuentran jamás.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!


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