miércoles, 15 de noviembre de 2017

La guerra – Segunda parte

Lucha típica de un día

Salgo por la mañana como un ciudadano cualquiera a realizar la rutina diaria en mi pequeño pueblo donde, por supuesto, cuento con menores servicios, facilidades y recursos externos que en los conglomerados mayores. Lo inevitable en estos malhadados tiempos es que, no más dar el primer paso, me convierto sin desearlo en un combatiente desarmado y solitario sin preparación a enfrentar quien sabe que ataques y por cuales flancos. Es la diaria, dura, dolorosa experiencia que nuestros asesinos despiadados nos han impuesto desde hace varios años y cuya intensidad arrecia a diario sin conmiseración alguna.

Espero al transporte público. Tiempo perdido, conversación intrascendente con vecinos o desconocidos, calor y angustia y el autobús no pasa. Conjeturas, chismes, habladurías. Al final nos vamos algunos con un “pirata” que nos cobra lo que le da la gana en una chatarra fétida, sucia, incómoda a la que le suena hasta la poca pintura que le queda. El diario ritornello es que el autobús está accidentado por falta de repuestos, cauchos, batería o cualquier otro repuesto y está demás decir que esos elementos han desaparecido del mercado (acaparados engordándolos) y, cuando milagrosamente se encuentran, es a precios exorbitantes. Siendo en gran proporción importados, los precios los indexan a diario a la cotización del criminal e ilegal dólar “negro”, otra de las estrategias internacionales para destruir nuestra moneda. Es una perogrullada decir que dollar today (minúsculas en señal de asco y repudio) nos acogota a todos para fomentar el placer de los ladrones. En este punto, mencionamos también el resto de los servicios públicos. El saboteo es casi a diario en el servicio eléctrico, los sistemas de agua y las telecomunicaciones lo cual, como es de suponer, causa severos problemas a la colectividad.

Después, una peregrinación por abastos, supermercados y ratoneras en búsqueda de productos esenciales que necesitamos en casa. No hay, los acaparan, los esconden, los venden con condiciones y, eso si, suben los precios casi a diario, especialmente cuando hay algún evento de naturaleza política; entonces se ensañan, los porcentajes de aumento no bajan del 100%. Por supuesto, los comentarios son variopintos; desde los más absurdos hasta los más incomprensibles: muchos no entienden o no les da la gana de entender que no es culpa del gobierno como lo repiten hasta el cansancio todos los medios de alienación, que es una forma maquiavélica de atacar nuestras neuronas haciéndonos prospectos para adquirir cualquiera de las patologías mentales que están haciendo las delicias de psiquiatras y psicólogos.

Debemos por fuerza mayor intentar sustituir lo que buscábamos. A estrujarnos los sesos para encontrar formulas sustitutivas. Nuevo peregrinaje y resultados similares a los descritos en el párrafo precedente. La tortura raya limites insufribles, la angustia crece, cunde la desesperación, el humor se altera y nos volvemos proclives a cometer actos que normalmente somos incapaces.

A lo anterior debemos agregar el diario calvario de encontrar “algo” de dinero en efectivo para pagar en sitios donde no hay puntos electrónicos, pero – oh paradoja – pagar en ellos es generalmente otra tortura. Si funcionan, los tienen arreglados a distancia para que tarden una infinitud. Un sencillo proceso que no debe tardar normalmente más de un minuto se convierte en un tiempo indefinido o sencillamente la transacción se frustra. Tenemos dinero, existe el producto aunque excesivamente caro y no podemos adquirirlo. Total, tortura refinada al máximo.

¿Quienes son nuestros torturadores? Una larga cadena que todos debemos saber identificar, culpar y condenar. El jefe mayor de toda esa larga caterva de delincuentes, criminales, es sin dudas el imperio gringo y no me desmientan. Quieren a toda costa recuperar el control de nuestros recursos naturales que tuvieron a sus anchas por unos cien años y la Revolución Bolivariana recuperó para ponerlos al servicio del pueblo. Los segundos en el organigrama son sus serviles lacayos habitantes o no de Venezuela. Hago una digresión: observen que no digo venezolanos. Aunque muchos nacidos en nuestro país, con cédula de identidad venezolana, no son venezolanos, la Patria les importa un carajo, son asquerosos traidores a la Patria que van abiertamente, sin vergüenza ni pudor, por el mundo arrodillándose ante sus amos pidiendo sanciones, bloqueos económicos, comerciales y financieros y hasta intervenciones armadas. Cuanto lamento que no estemos en tiempos de Bolívar quien hubiera ordenado sin contemplación alguna que fuesen pasados irremisiblemente por las armas. Cito de memoria una maravillosa frase de Bolívar: los traidores deben ser irremisiblemente pasados por las armas (degollados) porque no valen ni siquiera el costo de una bala. Entonces no eran fusilados, ese era un honor para hombres y no para cobardes, y digo cobardes porque todos ellos son unos pusilánimes llorones que, cuando los agarran, chillan más que marrano en motocicleta.

Los terceros, todos aquellos ignorantes inconscientes, de buena o mala fe, que se prestan para explotar el pueblo sin saber que ellos también son víctimas de toda esta trama infernal. Y, transversalmente repito, los medios de alienación colectiva.

Plan maquiavelicamente perfecto. Guerra, terrorismo de todo tipo con ataques simultáneos por todos los flancos. Destruir nuestras neuronas, idiotizarnos y someternos lo cual han hecho con intensidades variables desde hace 18 años. Muchos se preguntan en el mundo si, siendo esto cierto, como es que hemos aguantado tanto estoicamente y no nos hemos rendido. En mi modesta opinión, las razones tendríamos que buscarlas en nuestra historia, nuestros genes y nuestras esperanzas e ilusiones futuras sin olvidar que hemos sido el pueblo de las dificultades. Herencia de nuestro Padre Libertador Simón Bolívar quien se calificó a si mismo como el hombre de las dificultades. Tengo la más cierta de las certidumbres, como dijo Walt Whitman, que resistiremos y en cierto momento nuestra contraofensiva será demoledora. No nos quepa la menor duda.

Esos cobardes traidores no dan la cara, pocos sabemos quienes son nuestros enemigos. Concluyo con un elenco de mafias criollas criminales, terroristas que ejecutan esos planes macabros contra todo el pueblo. Todos, menos los millonarios que se hacen más millonarios cada día, lo sufrimos. Es una guerra terrorista contra todo el pueblo; así que, sepamos quienes son algunos de esos brazos ejecutores, todos pertenecientes a la oligarquía criminal, cuyas denominaciones escribiré en minúsculas en señal de asco y repudio.

fedecámaras: federación de cámaras y asociaciones de comercio y producción

consecomercio: consejo nacional del comercio y los servicios

venamcham: venezuelan american chamber of commerce (cámara de comercio venezolana americana)

cavidea: cámara venezolana de la industria de alimentos

cámara venezolana de la industria farmacéutica

ansa: asociación nacional de supermercados y afines

fedenaga: federación nacional de ganaderos
asociación bancaria nacional

credicard: empresa creada por los banqueros para el manejo de los puntos de venta y cajeros electrónicos

Y otros más que escapan de mi memoria, por ahora (como dijo el penco aquel)

Pueblo: ¡conoce tus verdugos!



¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!