sábado, 4 de julio de 2015

Negro Primero

Lamento no haber tenido la suerte y el privilegio de estar en Caracas para presenciar el traslado de los restos simbólicos del Negro Primero al Panteón Nacional el día 24 de junio pasado, fecha en la cual murió hace 194 años en la Batalla de Carabobo.

Desde niño he sabido algunas de las historias menudas que rodean la vida de este prócer ejemplar y, en algunos aspectos, único de nuestra larga y sangrienta Guerra de Independencia; y, a partir de esas historias, lo he conocido y sentido más por el cariñoso apelativo de Negro Primero que por su propio nombre, Pedro Camejo.

No me referiré a la historia ni a los hechos que rodean la vida conocida de Pedro Camejo. No, intentaré discurrir sobre el apelativo que ostentó en vida y el que se ha inmortalizado y, mucho más ahora que reposa en el Panteón donde se guardan los restos de los héroes por la eternidad de la Patria Venezolana.

Negro y Primero. Empecemos por el final. Primero se le conoce en la historia por su valor, coraje, desprendimiento y sobretodo audacia. Encabezaba; es decir, iba de “primero” en todos los ataques y recordemos que aquellos ataques eran de caballería lanza en ristre; tipos de ataque no aptos para cobardes; eran realmente actos suicidas. Era así y pasó a la leyenda, que se inició entre sus propios compañeros de lucha que lo admiraban y les servía de ejemplo y acicate para arriesgar sus vidas por la Patria. Sea propicio recordar en que la Guerra de Independencia se inmoló la mitad de la población que entonces habitaba el territorio venezolano.

Negro. La palabra negro jamás ha sido una palabra peyorativa ni ofensiva en Venezuela. Es más, lo afirmo, es una palabra cariñosa, muy afectiva. Cuantos catires he conocido cuyas madres y familiares llaman cariñosamente “negros o negritos”. Quien no ha conocido una dama de sus afectos a quien llamen “la negra o la negrita”. Deportistas destacados conocidos como “el negro tal o cual”. Cuantos cuentos, chistes o chascarrillos se han producido en los cuales la palabra negro no salte para graciosamente referirse a alguien. Revisemos la poesía seria, costumbrista o humorista de Venezuela y nos encontraremos, al azar, con Angelitos Negros de Andrés Eloy Blanco o La Negra del Maraquero de Ernesto Luís Rodríguez y no vayamos a la literatura en general, porque saltará a la vista Pobre Negro de Rómulo Gallegos o Cumboto de Ramón Díaz Sánchez y, aunque Cumboto no es sinónimo de negro si se deriva de “cumbe” o lugar donde se refugiaban los esclavos que se escapaban de sus amos en búsqueda de su ansiada libertad.

Ignoro la razón por la que ultimamente se usa un edulcorado eufemismo, “afrodescendiente” para referirse a los negros si toda la vida nos acostumbramos a llamarlos negros y, en este momento, me acuerdo mucho de una cantante muy popular, Edith Salcedo apodada nada más y nada menos que “La Negrita Cariñosa”. ¿Quien no se ha deleitado oyendo El Curruchá cantado por el Dr. Jesús Sevillano o algún otro cantante o la deliciosa canción Mi Negra? A falta de una explicación que no encuentro, me siento libre para pensar que es un eufemismo importado de los EEUU o Europa, gente que siente prurito ante la palabra negro.

Digo lo anterior a partir de algunos indicios. Conocí en los EEUU un simpático “potorro” (peyorativo de portorriqueño empleado por otros gringos de origen latino) de apellido Negrón. Carajo, los(as) gringos(as) se torcían pero no pronunciaban el apellido Negrón, porque para ellos es insultante que a alguien lo llamen negro y le decían Lagron, Magron o cualquier otra palabra pero jamás su apellido. Por otra parte, negro, es decir el color negro se dice black en idioma inglés. Negro (pronunciado nigrou) es para referirse a las personas de piel negra. También en francés, noir y negre; en alemán, schwarz y negger o en italiano, nero y negro. Resumiendo, en castellano no hacemos diferencia linística, negro es para ambos, tanto el color como la persona. Y volviendo a los gringos, ellos utilizan una palabra sumamente insultante, a los negros, despreciativamente, los llaman niggers y cuando quieren suavizar las cosas los llaman colored people, es decir gente coloreada. Se valen de argucias para disfrazar sus verdaderos sentimientos respecto a los descendientes de esclavos africanos a quienes desprecian y odian. Ahora también recuerdo que en cierta ocasión discutía con un gringo y éste se quejaba que “ellos” habían venido de Africa a contaminar su sociedad blanca y se quedó perplejo cuando le recordé que los negros jamás hicieron cola en ninguna embajada o consulado para pedir una green card, es decir, una tarjeta de residente en los EEUU, sino que, por el contrario, los cazaron como fieras, los encadenaron y los trajeron al Continente Americano muy, pero muy en contra de sus voluntades.

Dejémonos de eufemismos y sigamos como siempre fuimos. Al negro y la negra llamémoslos negro, negrito, negrazo, negrote, negra, negrita, negraza y todas las derivaciones de la palabra que el rico idioma castellano nos da y, eso sí, con el mismo cariño de siempre. Recordemos que nuestro Libertador Simón Bolívar mamó de las tetas de una NEGRA y que esa leche tenía algo, algo que él se encargó de transformar en un gran tesoro para la posteridad.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!

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