Lo
he repetido varias veces en estos escritos. Por allá por los años
80 del siglo XIX, el llamado Autócrata Civilizador o Ilustre
Americano, el corruptísimo dictador venezolano Antonio Guzmán
Blanco fue a la ciudad de Barquisimeto, unos 350 kilómetros al oeste
de Caracas a una reunión con los “empresarios” de la región
centro – occidental. Imaginemos el penoso viaje en coche tirado por
caballos, el unico medio de locomoción terrestre de entonces. Se
cuenta que llegó por la tarde, se quitó el polvo del camino y se
fue a descansar. Al día siguiente asistió a la reunión de la cual
se retiró a la media hora y, de inmediato, regresó a Caracas
prometiendo nunca más volver a la llamada “ciudad de los
crepúsculos”, no sin antes lanzar una lapidaria frase:
“Esos
carajos no son ningunos empresarios, son unos pulperos enfranelaos”.
Lo
curioso del caso es que las palabras de Guzmán Blanco ahora, más de
cien años después, siguen vigentes. La gran mayoría de los
llamados pomposamente empresarios, no solo los de
centro – occidente sino los
de todo el país, son unos tipos arrogantes y soberbios que miran al
común de los mortales por encima del hombro con gran desprecio, pero
no son otra cosa que vulgares pulperos enfranelaos.
Eduardo
Galeano, en su libro “Las Venas Abiertas de América Latina” los
describe maravillosamente bien y los define, algo así, como
parásitos que crecieron durante la colonia al amparo del comercio
portuario importando de Europa toda clase baratijas, pero jamás
intentaron producir algo.
Ambas
ideas las he recordado con frecuencia al ver los noticieros de la
televisión o leer algunas de las noticias más destacadas en los
medios de difusión de mensajes de la burguesía. Observen que no los
llamo deliberadamente medios de comunicación social porque ellos no
comunican nada, solo atiborran a los distraídos lectores u oyentes
con los mensajes, muy tergiversados y manipulados por cierto, que
elaboran para alienar mentes y conciencias.
¿Pero
que noticias son esas, a las que me refiero?
Pues,
que los llamados empresarios, o sea supuestas personas que emprenden,
o lo que es lo mismo, que arriesgan esfuerzo y capitales en una
aventura que requiere inversión de dinero propio, se la pasan cual
plañideras, llorando porque el gobierno no les da las divisas que
quieren para IMPORTAR cuanta porquería se les ocurre, generalmente
baratijas y otras menudencias que perfectamente se pueden producir en
el país.
Entonces,
les pregunto y me pregunto:
¿Por
qué carajo no piden ayuda al gobierno para producir en el país?
Carajo,
fabriquen algo, incluyendo productos que antes se fabricaban en el
país con materia prima nacional. Que yo sepa, desde niño, en el
país se fabricaban jabones, zapatos, chucherías, pantaletas y
muchas cosas más que no requieren tecnología especializada alguna.
Ahora, vayan a los llamados eufemísticamente supermercados o centros
comerciales y encontrarán que todos esos adminículos son importados
desde países tan lejanos como China, Corea, Filipinas o Malasia. Que
pena y vergüenza ajena me da con mis paisanos que se hacen llamar
empresarios aunque, a estas alturas, debo aclarar que no son todos
porque sí existen excepciones que, por cierto, por alguna extraña
razón no lloran si no que trabajan. Y lo hacen muy bien.
Queridas
lectoras, queridos lectores, sería bueno hacer una campañita para
hacer llegar al Gobierno Nacional esta aberración a la que me he
referido hoy y no le den un solo dólar a quienes pretendan importar
cosas que sí se pueden fabricar en el país sin hacer grandes
esfuerzos. Que en vez de traer contenedores abarrotados de pantaletas
chinas contraten una cuantas costureras, que las hay y muy buenas, y
les dan trabajo. Que contraten zapateros, que también los hay, y
fabriquen zapatos. Que inviertan en instalaciones sencillas que no
cuestan mucho y fabriquen caramelos, chupetas y otras chucherías.
Igual con los jabones y la pasta dental. O igual con tantos otros
artículos de muy fácil elaboración.
Y
también que el Gobierno Nacional otorgue las divisas que son de todo
el pueblo a aquellos verdaderos emprendedores para montar fábricas
y, luego, produzcan bienes en el país. Y no es cuestión de traer
máquinas y otros implementos que se pueden fabricar aquí, porque
bastantes mecánicos, herreros, soldadores, electricistas,
carpinteros y otros obreros especializados también existen en el
país para que fabriquen localmente muchísimas cosas. He visto en
los puertos construcciones metálicas sencillas que cualquier taller
de metalurgia de escasos recursos puede perfectamente hacer aquí.
La
lista de ejemplos de los que ya se puede hacer en el páis sería
demasiado larga y tediosa pero, señores burócratas, antes de
conceder un solo dólar para importar cualquier artículo,
cerciórense de que ese artículo es fabricable o no en Venezuela.
Una manera sencilla de ahorrarle muchísimas divisas al país y de
paso contribuir a erradicar el desempleo y la pobreza.
Ya
basta de alcahuetear parásitos sinvergüenzas y flojos en desmedro
de la población laboriosa. Solamente reflexionemos sobre los
millones que han extraído del erario público que no han servido
para nada sino para alimentar aún más fortunas mal habidas.
¡INDEPENDENCIA
Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ
VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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