La
imagen que hoy presento a mis queridas(os) lectoras(es) es la que,
indefectiblemente, veo desde mi hamaca cuando tropicalmente me someto
al descanso. Pero, para mi, el descanso es tiempo de resumen,
recapitulación de eventos y, a la vez, momento ideal para
reflexionar y meditar.
Describiré
la imagen. La dirección de mi mirada se va rumbo al Noreste y diviso
el claro cielo de límpido azul que cubre esta paradisíaca parte de
mi Venezuela. Lo que pareciera niebla no lo es, es el reflejo de "ese
sol que suda blancos, ese sol que tuesta negros", a decir del
gran poeta Andrés Eloy Blanco. En primer plano, un trozo de mi
hamaca y el contorno del techo; más allá un imponente árbol de
riquísimos mangos y también se ven pequeñas ramas de un ciruelo,
pero del que produce las aciditas ciruelas de huesito. Si, ya sé, se
están fijando en la parrillera donde ocasionalmente asamos carne o
pescado, especialmente un delicioso lebranche envuelto en hojas de
plátanos para comer con yuca. Al fondo un árbol seco de "palo
sano" al cual le encuentro un gran belleza tal como está y
siempre lo imagino cuando vivía con todo su esplendor.
Al
PALO SANO seco le encuentro la belleza de las zonas áridas y la
belleza de la muerte con dignidad; erguido, de pié, firme,
soportando estoicamente el final y permaneciendo así, quien sabe por
cuanto tiempo antes que la mismísima madre tierra se lo trague, o lo
que es lo mismo, que vuelva al mismo lugar que lo parió y le dió
vida noble para deleitar a tantos con su acogedora sombra. Está
muerto, pero no, para mí está más vivo que nunca y a veces siento
como si me hablara, como si me comunicara alguno de los tantos
secretos que encierran sus secas pero muy nobles ramas yertas.
Medito,
trato de hacerlo siempre porque me produce un gran descanso mental y,
también, un refrescamiento de las ideas, esas ideas que van y vienen
moviéndose al compaś con que seguramente se movieron las ramas del
palo sano impulsadas por una de tantas refrescantes brisas tropicales
que vienen del gran Caribe, ese mágico y trágico mare nostrum.
Como
es de esperarse, todo el año llegan muchos pájaros que decoran los
árboles y el cielo, especialmente durante los meses de cosecha de
frutas, mangos, ciruelas de huesito, guayabas, guanábanas
y pienso cual será la razón por la cual los pájaros no comen
tamarindo. Y cómo
disfruto viéndolos en los secos ramajes del palo sano porque se
destacan mucho, al contario de los otros árboles donde se esconden
entre las siempre verdes hojas. A mis amigos de latitudes nórdicas o
súricas (palabra
ahora inventada por mí y, por favor, no corrijan) les digo, o mejor,
les recuerdo que la mayoría de los árboles del trópico están
siempre verdes a menos que la sequía sea muy intensa durante algunos
pocos meses.
Pero
me extravié en el pequeño rico paisaje que gozo desde mi
hamaca y me fuí literalmente por las ramas. Pero, ¿de qué otra
cosa se puede hablar en esta temporada de Navidad y Año Nuevo?
Hagamos un alto, descansemos un porquito de esos temas lacerantes
relativos a la política y todo cuanto de ella se deriva. Creo, sin
embargo, que bien vale la pena recordar un símbolo muy íntimo
relativo a Jesús
Niño olvidado por la imperante sociedad de consumo que lo
mercantiliza todo. Ese Niño, para muchos en el mundo "El Niño
Dios", nació como uno de los seres más pobres y excluídos de
la humanidad. No nació en cuna de oro; al contrario, nació en un
pesebre en una cueva y, por supuesto, rodeado de animales. Dicen los
textos que a su madre María la rechazaron en todos los lugares
adonde acudió en busca de refugio y pienso
a veces en la angustia que debió haber vivido considerando que el
parto ineluctablemente se acercaba. Que gran
belleza espiritual encierra
el recuerdo tradicional de montar un pesebre para decorar las
navidades en muchos hogares, que gran belleza enciera el hecho de
armarlo en unión familiar en la cual los niños suelen ser los más
destacados protagonistas. Que gran belleza encierra la infantil
espera por los regalos que les traerá el pequeño divino
contemporáneo. Valga otra acotación especial para mis amigas(os) de
otros países, le de significarles que, en Venezuela quien trae
regalos a los niños en Navidad es el Niño Jesús y lo hace
justamente a la hora de su nacimiento, a la medianoche del 24 para el
25 de Diciembre. Que belleza encierra el acto de obediencia infantil
que, sin chistar, obedecen la orden o insinuación de ir a dormir y,
seguramente arrullados por una música celestial, duermen felices
como nunca en esa noche tan
especial. Por la mañana, bien tempranito, los padres, sin
posibilidades de protestar, tendrán que interrumpir su descanso ante
la alegre algarabía de los chipilines que celebran sus regalos. A
veces medito y reflexiono sobre lo lindo que hubiera sido para todos
no haber nunca dejado de ser niños.
Y a esta reflexión debo añadir una petición, un ruego muy
encarecido a muchos padres: por la futura salud mental y espiritual
de sus niños, de sus hijos,
por Dios, que el Niño Jesús ni nadie les traiga jamás juguetes
bélicos.
¿Qué
otra cosa puedo decirles ahora? Pues lo habitual de siempre por esta
época, que sean inmensamente felices, pero felices de verdad. Que
esa sensación de paz que todos intentamos lograr en estos días
mágicos sea perdurable todo el año y todos los años. La única
riqueza que les deseo es la de disfrutar siempre de paz mental y
espiritual porque ella nos hará más fuertes para liberarnos de todo
mal.
FELIZ
NAVIDAD Y UN ESPECTACULARMENTE DICHOSO AÑO NUEVO 2015
¡PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA!
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHÁVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA
PATRIA SIGUE Y SIGUE!
¡FELIZ CHAVIDAD!
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ResponderEliminarGracias por la crucesita. Es más explicativa que muchos pajeros locos que nada dicen. FAN2015.
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