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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las inversiones extranjeras


Desde niño estoy oyendo alabanzas y loas a las inversiones extranjeras. He oído las más disímiles apologías y los más extravagantes conceptos que no solo las justifican sino que las ensalzan y elevan umbrales cuasi celestiales. A lo largo del tiempo que oído a tanto pontificador rasgándose las vestiduras y casi presentando esas opciones como la única y última posibilidad de salvación para las escuálidas economías tercermundistas.

También, después de largo tiempo he llegado al convencimiento que todo cuanto tantos han dicho y dicen no son más que falacias; o como dicen los españoles, todo eso no es más que un camelo bien hilvanado para justificar tropelías, abusos, expoliación, ultraje y avasallamiento a los pueblos que caen en esa diabólica trampa y, cayendo, se dejan robar sus recursos naturales, se dejan expoliar mansamente y lo único que les queda – Alí Primera dixit – es miseria y sudor de obrero. Inútil decir que cuando se han llevado todo no dejan nada y, si acaso dejan algo, es solo basura, destrucción y miseria atroz.

Empecemos por lo elemental. Ellos no han traído ni traen al país un solo centavo de su propio peculio para esas llamadas inversiones que impulsarán el desarrollo. Falso. Mentira. Crean mecanismos muy artificiosos para usar dinero del ahorro nacional para sus fines. ¿No me creen? ¿Les cuesta trabajo creerme después de haber oído solo justificativas palabras dulces?

Por allá por los años 60 del siglo pasado se anunció con fanfarria, bombos y platillos que una transnacional automotriz instalaría una planta ensambladora en Venezuela; que esas maravillosas inversiones extranjeras generarían miles de empleos y que, entre otras cosas, sería el inicio de una pujante industria “nacional” que al cabo de pocos años produciría en el país, sino todos, por lo menos de la mayoría de partes y piezas necesarias, etc., etc., etc.

Efectivamente registraron legalmente una empresa y aportaron en efectivo un poco más de $1.000,00 (Bs. 5.000, 00 al cambio de la época). Enseguida, pidieron un préstamo a un banco nacional por Bs. 20.000,00 (algo menos de $ 5.000,00). ¿Cómo iba a negar el banco local ese pequeño préstamo a una transnacional tan poderosa? Acondicionaron un terreno y la casa matriz les envió un considerable lote de vehículos que rápidamente vendieron a precios elevados, con el producto de la venta los pagaron y, con “la ganancia” comenzaron la instalación de la industria. Una vez iniciada la instalación pidieron otro préstamo a la banca, esta vez bastante cuantioso y efectivamente montaron la industria. Como se ve, hicieron todo con dinero local y no debería haber muchas consideraciones sobre el hecho que así haya sido, lo evidente es que hasta ahora, casi 60 años después, esa empresa solo ensambla vehículos importados CKD (completely knocked down = totalmente desarmados). Hasta este punto, la cosa nos es realmente tan mala; pero ahondemos un poco. Arman los vehículos con un considerable ahorro tomando en cuenta los menores costos de mano de obra y aunque es cierto que emplean mano de obra local, venden los vehículos a precios muy por encima del promedio no solo del país de origen sino de países vecinos. La pregunta obvia: ¿Cuál ha sido el verdadero beneficio que ha traído al país esa inversión que, como se ve, no ha sido extranjera sino local?

Lo hecho por esa industria automotriz ha sido replicado por muchas otras de diferente índole; químicas, farmacéuticas, manufactureras, etc., etc., pero eso sí, las astronómicas ganancias se las han llevado todas y, ¿de dónde han salido esas ganancias?

Muchas de esas empresas, especialmente las mineras, se han ido del país cuando se agotaron las minas concedidas por el estado para su explotación. Una vez idas, ¿qué ha quedado en el país? La respuesta es peor que NADA. ¿Por qué peor que nada? Alí Primera, ese gran cantor del pueblo, lo dijo en una de sus canciones: miseria y sudor de obrero. Han dejado solo basura, contaminación y destrucción. Cuando niño conocí un cerro hermoso en Guayana. Era un yacimiento gigantesco de hierro. Se llevaron todo el cerro, hicieron una enorme tronera y eso, la tronera, fue lo único que dejaron. No dejaron ni siquiera una pobre casita para una familia, no dejaron una escuelita, no dejaron un dispensario, no dejaron NADA. Exactamente lo mismo pasó con aquellas transnacionales petroleras que se llevaron el petróleo durante casi cien años y pagaron solo miserables centavos pero dejaron miles de kilómetros cuadrados inservibles por la destrucción y la contaminación ambiental, además de grandes núcleos de población pululando en la más absoluta miseria. En la costa oriental del Lago de Maracaibo hay grandes problemas debidos a la subsidencia, esto es, al hundimiento de la tierra por debajo del nivel del lago después de haber secado los yacimientos.

No me vengan entonces con el cuento de la necesidad de atraer las inversiones extranjeras para promover el desarrollo del país. Ellas solo sirven para causar daños irreversibles porque hasta ahora, después de tantos años, solo han dejado indelebles huellas de destrucción y encima se han llevado del país todo el dinero que les ha dado la gana.

Cualquiera me diría que, por lo menos, pagaron salarios aunque míseros a la gente que explotaron y que con esos salarios pírricos la gente comió algún tiempo. Está bien, lo acepto pero ahora, en años recientes, esos maravillosos, generosos, abnegados mecenas inversionistas han inventado un fabuloso truco para ni siquiera pagar salarios de miseria porque no emplean gente para nada. Me refiero a los capitales especulativos  

En la llamada economía real, alguien invierte en algo, produce algo, genera empleo, paga salarios que no entraremos a calificar, o lo que es lo mismo, agrega algún valor a la materia prima utilizada y, según los economistas ayuda aunque sea en ínfima proporción a incrementar el PIB. Pero en cambio nada de eso ocurre con las llamadas inversiones especulativas. Es cierto que se invierte dinero (generalmente en papeles) que rápidamente recupera y no genera absolutamente ninguna riqueza. Es el egoísmo elevado a su máxima expresión y, contrario a las inversiones en la llamada economía real, más bien genera pobreza. Si en el primer caso la ganancia proviene de la plusvalía, en el segundo no proviene de ninguna parte concreta. Es una simple exacción de dinero de los bolsillos ajenos.

No me venga nadie con argumentaciones rebuscadas porque yo no acabo de entender la manera como esa llamadas inversiones extranjeras ayudan a los países, sean del tipo que sean. En el primer caso solo explotan las riquezas naturales, pauperizan la fuerza de trabajo, se van y no dejan nada tangible. En el segundo es peor, solo extraen dinero de los bolsillos de los nacionales, los empobrecen y dejan resultados totalmente negativos. Para mí es necesario buscar maneras más imaginativas tal como se está tratando de implementar en Venezuela donde se le da la bienvenida a las empresas extranjeras que deseen invertir EN LA ECONOMIA REAL, producir bienes tangibles pero, eso sí QUE HAGAN TRANSFERENCIA TECNOLÓGICA. Cuando les llegue el día de irse habrá quedado el conocimiento y los nacionales podrán continuar produciendo sin el auxilio de nadie. Se está probando, creo, por primera vez en el mundo y los resultados obtenidos hasta ahora han equilibrado la ecuación con el resultado que ambas partes ganan y no como antes cuando solo se beneficiaban los buitres. Veremos pues el resultado obtenido cuando llegue el día de evaluar resultados.     

PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

domingo, 17 de febrero de 2013

La empresa privada – Primera parte

He observado recientemente, a raíz de las recientes medidas cambiarias puestas en práctica por el Gobierno Nacional, algo que raya en lo insólito. Supuestos revolucionarios de franela y boina roja, muchos de ellos funcionarios públicos, se han rasgado las vestiduras y han inundado los medios de información con destempladas críticas sin sentido y sin conocimiento y, peor aún, se han alineado solidariamente con las empresas privadas. Dije antes que eso me parecía insólito por la sencilla razón de que esas empresas por las que ellos alzan banderas son y han sido precisamente las que secularmente nos han robado descaradamente. ¿Exagero? No lo creo. Veamos.

Esas empresas esconden y acaparan los productos esenciales una y otra vez desde tiempo inmemorial, crean escasez artificial con el único propósito de aumentar los precios de manera abierta o disimulada, o sea que, descaradamente especulan al pueblo, lo que equivale a decir que con esos mecanismos perversos extraen dinero del bolsillo de los consumidores para llevarlo a sus arcas.

Si el gobierno los agarra y les aplica multas, ellos se ríen. El monto de las multas que pagan después de interponer todos los recursos legales a su alcance para hacerlo con el mayor retraso son sencillamente montos pírricos si los comparamos con el monto de lo robado. Si cierran por algunos días a los comercios, el daño causado también es ínfimo comparado con lo que se les obliga a pagar. Ellos se burlan, pagan la multa o cierran y, como dice el pueblo, que es una raya más para un tigre.

Es curioso que acaparan (esconden) ciertos productos sensibles pero jamás esconden toda esa variedad que atiborra los mercados con productos chatarra dañinos por sus elevados contenidos de productos químicos que usan para conferirles olores, sabores, apariencia, palatabilidad y sobre todo larga duración. Me hago una pregunta estúpida, ¿por qué acaparan la harina de maíz y el arroz sin aditivos y no acaparan la cerveza o los productos envenenados?

Tengamos memoria. Recordemos los terribles daños que infligieron al pueblo durante el paro sabotaje petrolero de 2002 – 2003. Durante esos tenebrosos días desaparecieron casi todo aunque, me consta, distribuían productos de manera subrepticia de noche, ocultos como hacen los delincuentes, a precios exorbitantes y; no obstante, el pueblo puso en práctica su creatividad y sustituyó todos esos productos, se las arregló al punto de inclusive disfrutar las Navidades de 2002 sin contratiempos insuperables. El pueblo reemplazó casi todos los productos con otros a su alcance y, me atrevo a decir que en su propio beneficio, porque dejaron de comer chatarra y comieron más sano.

Muchos me han criticado acremente porque manifesté que desde esa fecha les hago mi propio boicot particular a muchas empresas. No compro sus productos y punto. Sé que muchos han seguido mi ejemplo y me siento orgulloso. No obligo a nadie pero me causa cierta piquiña que alguien me venga a decir que son productos de calidad, que los empresarios son casi santos, que dan empleo y que “esas” empresas son beneficiosas para el pueblo, que “esa” inversión privada es saludable para el país.

Respecto a las inversiones privadas extranjeras, ya opiné y los remito a http://juanpedrotorres.blogspot.com/search?q=Las+inversiones+extranjeras Lo expresado se aplica también a las nacionales.

Recuerdo que por allá por los años 80, el Presidente Dr. Luís Herrera Campins expresó varias sentencias que se me quedaron grabadas. Los llamó empresarios llorones, y también afirmó que no entendía como había tantos empresarios prósperos con empresas quebradas. Pero cuando vinieron en masa a pedir dinero del Estado les dijo que desde los años 40 no habían pagado ni un centavo a capital o intereses, que si querían nuevos préstamos, que pagaran los viejos y después hablarían. No es nada nuevo el comportamiento mafioso de esos asquerosos tipos disfrazados de benefactores de quienes Antonio Guzmán Blanco opinó que no son más que pulperos enfranelaos.

Quitémonos la careta aprovechando que ya pasó el carnaval. Esos pulperos devenidos en gangsters han vivido siempre chupando la teta del Estado y como ellos mismos pasaron a formar parte del funcionariado de alto rango, se cobraban y se daban el vuelto. Jamás invirtieron su propio dinero y la moda desde hace unos 40 años es sacarlo del país para no dejar huella. Siempre dicen que el General Gómez y sus allegados robaron y es cierto, pero no sacaron el dinero del país por lo que después la Nación pudo recuperar mucho, pero, ¿cómo se podrá recuperar lo que a diario sacan del país por uno u otro de los caminos verdes?

Empresario es quien emprende. Ellos no emprenden nada. No arriesgan y siempre van sobre seguro a donde les resulta más fácil y más redituable. ¿Conoce alguno de ustedes lectores a una sola empresa que disponga de serios laboratorios de investigación para mejorar, elaborar o crear nuevos y mejores productos? Es muy fácil armar, ensamblar, juntar piezas o partes importadas con todas las facilidades (créditos del Estado, exención de aranceles e impuestos, etc.), ponerle un envoltorio, un rótulo HECHO EN VENEZUELA y venderlo a cuatro o cinco veces más que en otros países y, encima, explotando los trabajadores, contaminando el ambiente, utilizando maquinaria obsoleta que compraron ya usada y declararon como nueva embolsillándose la diferencia, etc., etc. Inútil decir que luego tracalean la contabilidad para declarar pérdidas y no pagar impuestos mientras que ellos, los EMPRESARIOS, se dan vida de jeques en todos los lugares del Jet Set.

Hay otro detalle. Por supuesto que también los hay honestos; pero, que casualidad, esos no protestan, no chillan, trabajan y se las arreglan para resolver sus problemas y, que otra casualidad, no tienen problemas con sus trabajadores. Pero como no tienen para hacer fabulosas campañas de propaganda venden poco y nosotros, como sí hemos sido alienados por esas campañas, no compramos sus productos. De nuevo los remito a mi serie de viejos escritos


Camaradas y amigos, la perversión y la manipulación a que estamos sometidos nos altera inclusive nuestra propia voluntad. Para evitarlo, les digo mi método. Además de hacer mi propio boicot a muchas empresas también se lo hago a los medios. No compro prensa, no veo televisión, no oigo radio y no le paro a los escuálidos. A esos NI LOS IGNORO. Quiero no enfermarme, quiero mantenerme sano.

(Continuará)

VICTORIA Y PATRIA SOCIALISTA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
   

domingo, 24 de febrero de 2013

La empresa privada - Segunda Parte

Es una terrible exageración decir que la empresa privada es eficiente. Nada más falso. Estadísticamente, la gran mayoría de las empresas que se registran anualmente en Venezuela,

1 – No arrancan.

2 – Son empresas de maletín.

3 – Son empresas fachada creadas por otras empresas para ocultar manejos dolosos.

4 – Si arrancan, quiebran, desaparecen o se congelan antes del primer año.

5 – La figura más perniciosa: LAS EMPRESAS FANTASMAS.

Hablemos de las pocas que llegan a arrancar. Una vez establecidas van inmediatamente sus promotores a buscar créditos blandos del gobierno para adquirir maquinarias, equipos, instalaciones, materia prima, capital de trabajo, etc. Si revisamos los documentos de inscripción en los Registros Mercantiles, encontraremos que un elevado porcentaje se registra aportando el capital mínimo autorizado por el Código de Comercio, es decir el 20%, lo cual generalmente hacen con dudosos aportes de bienes muebles o inmuebles u otros valores tales como gastos de instalación, promoción, etc. eufemísticamente contabilizados como activos diferidos. Es práctica muy común disfrazar los balances de apertura y mucho más común alterar los de gestión y especialmente los de ganancias y pérdidas, lo que los lleva generalmente a acusar pérdidas o nulas utilidades para no cancelar impuesto sobre la renta. Es una conseja real que los contadores públicos más exitosos son los más expertos en alterar los resultados y, de esa manera, no pagar impuestos. Adicionalmente, el enorme porcentaje de morosos es abismal.

Es un lugar común afirmar que la inmensa mayoría se arrima a Papá Estado para sobrevivir.

Conozco casos concretos que alarmarían a cualquiera. Solo daré un ejemplo que los ilustra.

Por allá por la década de los 50, el gobierno “promovió” la instalación de un central azucarero en algún lugar del occidente del país. El estado asumió toda la inversión inicial. Terrenos, maquinarias, equipos, instalaciones, créditos blandos para los cañicultores, etc. Se formó un grupo de empresarios, lo más representativo de los prohombres de la región, y se les transfirió el central para que lo operaran (explotaran) con el compromiso de pagarlo en un largo período. Efectivamente, lo hicieron pero nunca hicieron mantenimiento profundo, nunca invirtieron en nuevos equipos ni en mejoras, nunca pagaban a tiempo a los cañicultores y siempre mantenían una enorme deuda atrasada y no le pagaron al estado. Al cabo de varios años ocurrió lo inevitable, nada servía, el déficit era espantoso, se hizo insostenible la situación y la CVF (Corporación Venezolana de Fomento, ¿recuerdan?) retomó el central. Correspondió entonces al estado hacer enormes inversiones para recuperarlo y ponerlo nuevamente en condiciones de operabilidad y el ciclo se repitió con otro grupo distinto de prohombres. El caso insólito es que ese demoníaco ciclo se repitió varias veces y si sumáramos todas las inversiones del estado llegaríamos a inverosímiles cifras.

Inútil decir que el estado debió asumir todas las veces las deudas con los cañicultores, con los suplidores de materiales y servicios, con los trabajadores. En resumen, esa industria técnicamente se fue a la quiebra varias veces pero lo más ilógico y a la vez asombroso es que toda la serie de prohombres que la operó y administró hicieron inmensas fortunas y se convirtieron en destacadas figuras de la sociedad en muchos campos con mansiones dentro y fuera de Venezuela, avionetas, yates; en definitiva, ostentan algo imposible de ocultar: ¡riqueza! Se pavonean pasando como seres impolutos y respetables ante propios y extraños. Son, como diría Pío Gil, prestigios consagrados y nulidades engreídas y ¡ay! de quien les reclame o eche en cara sus “travesuras”.

Lo dicho del central azucarero se ha repetido hasta el cansancio en todas las ramas de la actividad mercantil, sea industria, comercio, servicios, etc. Pero lo peor ha sido que muchos de esos mencionados prohombres, por sí mismos o por personas interpuestas –vulgo, testaferros – actuaron descaradamente en la política durante la fallecida IV República; en consecuencia, como dice el vulgo, se despacharon y se dieron el vuelto. Y se acostumbraron.

Inútil decir que jamás hicieron nada por el beneficio del país ni de la colectividad que explotaron inmisericordemente. Pero también es inútil decir que agrupados en todas las instituciones que ustedes conocen conspiran y combaten descaradamente a la Revolución Bolivariana.

Llegó la hora del pueblo. No comprar sus productos de muy dudosa calidad. Hacer caso omiso de su propaganda engañosa. Ante esa actitud positiva del público ellos verán que hacer; se adecúan a una nueva realidad o desaparecen y le dan paso a las nuevas estructuras que están lentamente surgiendo que sí respetan los códigos de conducta que el país exige. Lo que he dicho de empresas “venezolanas” se extiende a las transnacionales incluyendo las petroleras extranjeras que actuaron en el país durante casi un siglo, que no fueron otra cosa que nidos de filibusteros que expoliaron la nación a su libre saber y entender con la aberrante complicidad de personas que, aunque nacidas en Venezuela, se comportaron como verdaderos corsarios modernos. Eficiencia es una palabra que no figura en sus diccionarios y para ello basta recordar las cínicas palabras de uno de los Rockefeller: el primer mejor negocio del mundo es una petrolera manejada eficientemente, el segundo una ineficiente.

(Si quieren que continúe, díganme)

VICTORIA Y PATRIA SOCIALISTA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

domingo, 12 de enero de 2014

Guerras económicas – Primera Parte

Practicamente soy emplazado mediante correo de un amable lector a que le dé mis puntos de vista sobre lo que titulé “Guerra Económica” que escribí recientemente; pero, también él opina que “eso de la guerra económica contra Venezuela no es más que una mampara del Gobierno para distraer la atención de los ciudadanos” y, más adelante dice que “son caracterizaciones (SIC) y deformaciones inherentes a la misma naturaleza del capitalismo que a veces “afectan a algunos””.

No polemizaré; sin embargo, ruego a mi corresponsal que se sirva excusar mi terquedad y daré a continuación algunas fundamentaciones a mis ideas. De memoria. No haré investigaciones bibliográficas profundas ni cosa parecida.

Empiezo dándole la razón cuando afirma que no existe tal cosa como guerra económica sino combinación de factores que producen ese cariz. Es cierto, como única acción contra un pueblo, no existe guerra económica por sí. Siempre viene unida la acción contra la economía junto con otros frentes de ataque y para nadie es un secreto la arremetida simultánea de los medios de comunicación (de todo tipo) para crear corrientes de opinión interesadas que confundan la opinión pública. En el reciente caso venezolano, a los dos anteriores, le sumaron una guerra eléctrica ejecutada como SABOTEO a las instalaciones de todo tipo, una guerra política que buscó y sigue buscando a todo trance la desestabilización del país y una horrenda guerra psicológica que, justo es decirlo, ha desquiciado mentalmente a grandes núcleos poblacionales que sufren de infofrenia y disociación psicótica entre otras enfermedades mentales. A lo largo de la historia ha habido muchas guerras económicas que han utilizado otras argucias para atacar sociedades desde diversos flancos.

Guerra económica es negar acceso a productos por parte de la sociedad, total o parcialmente. Durante la colonia, España quiso castigar a “su colonia” y hubo puertos venezolanos donde no llegó un solo barco durante QUINCE años. Abundante documentación histórica existe. Guerra económica fue la instauración de la Compañía Guipuzcoana a troche moche por parte de la Corona para someter los mantuanos criollos cuyo poder crecía en aquellos días. Por cierto, parte de los nocivos efectos que sufrimos hoy en día provienen de descendientes de aquellos verdaderos filibusteros que vinieron con esa empresa cuasi real. Guerra económica fue el bloqueo e intento de invasión a que fue sometida Venezuela en 1902 por parte de algunas potencias europeas y también lo fue la “presión” a que fue sometido el régimen dictatorial de Pérez Jiménez porque tuvo el atrevimiento de proponer en Panamá, durante una Conferencia Interamericana, que se fundase un banco para el desarrollo del continente en el que todos los países hiciera un aporte de capital en proporción a su PIB. Solo imaginen por que EEUU se opuso y, de paso, arremetió para castigar la insolencia. Guerra económica fue la hecha en contra del Gobierno del Dr. Luís Herrera Campins en la década de los 80 que condujo a la devaluación de la moneda, fuga de capitales y estallido inflacionario. Guerra económica directamente contra el pueblo y la sociedad toda fue el PAQUETE NEOLIBERAL impuesto por el FMI y el Banco Mundial que prácticamente llevó a Venezuela a la ruina total durante “el segundo reinado del nefasto sanguinario criminal vende patria Carlos Andrés Pérez” (me da asco solo escribir su nombre) que originó el conocido y sangriento acontecimiento conocido como “El Caracazo” en 1989.

Guerra económica ha sido la impuesta contra el Gobierno Revolucionario y Nacionalista del Presidente Hugo Chávez (RIP) y su continuador Nicolás Maduro desde antes de ser electo por primera vez en 1998, por parte del imperio gringo y sus inmundos lacayos pitiyanquis que desgraciadamente nacieron y medran en Venezuela; o, ¿es que acaso no se acuerdan de la tragedia que causaron con el mal llamado paro petrolero de 2002/2003? ¿Cómo se llamaría eso sino Guerra Económica?

Estoy de acuerdo que NO FUE SOLO Guerra Económica. Lo económica sí fue solo una parte. Las guerras económicas no vienen solas, son aderezadas y condimentadas con guerra psicológica, guerra mediática, intrigas, guerra real (saboteos, guarimbas, atentados, terrorismo, intentos de magnicidio, crímenes, etc., etc.) Lo anterior solo para referirnos a pocos ejemplos anteriores.

¿Quién puede negar el que el criminal bloqueo que mantiene el imperio gringo contra Cuba sea también una guerra económica, desde luego aderezada con otros frentes también de naturaleza criminal? Cuba ha soportado el bloqueo más largo de la historia, por el cual se le niegan inversiones, financiamiento, avances tecnológicos, medicinas y alimentos. Los cubanos han pagado además un alto precio: más de 3 mil murieron y una cifra similar resultó herido o incapacitado por actos terroristas financiados y apoyados desde territorio estadounidense. Ataques armados, sabotajes, atentados a los líderes de la Revolución, agresiones biológicas, planes de subversión interna y de aislamiento externo formaron parte del arsenal contra la pequeña isla caribeña.

¿Y qué no decir de nuestro México lindo y querido? Ciertamente México es el trozo de nuestra América que quizás ha sufrido más las agresiones del imperialismo gringo. La frase lapidaria del gran Benito Juárez lo ejemplifica: Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos. Lo primero fue el doloroso despojo de más de la mitad de su territorio y luego una larga cadena de intervenciones de todo tipo hasta nuestros días, tal como lo resumen Sergio Rodríguez Gelfenstein en un reciente artículo – “México, lo que el PRI te da el PRI te lo quita - publicado el Diario Ciudad CCS el 26/12/13, del cual me he tomado la licencia de extraer y parafrasear algunos fragmentos que copio a continuación:

“La guerra de la Reforma fue un movimiento político que estremeció al país a mediados del siglo XIX. La victoria de los liberales condujo a Benito Juárez a la Presidencia, sin embargo inauguró un largo período de inestabilidad que incluyó la intervención militar francesa en 1862. Esta etapa de la vida política del país concluyó con la llegada al poder de Porfirio Díaz quien gobernó despoticamente desde 1876 hasta 1911 y contó con el apoyo de los latifundistas, el clero y de Estados Unidos, cuyos inversionistas tuvieron relevantes privilegios para recibir concesiones mineras, petroleras y agrícolas.

 En 1910, hubo comicios en los que Díaz aspiraba a la reelección, sin embargo, todo el descontento acumulado en más de tres décadas de represión y marginación exigieron democracia y la no reelección del presidente. Así dio inicio la Revolución mexicana cuando Francisco Madero se puso al frente de un movimiento armado con apoyo popular de obreros, intelectuales y sobre todo campesinos que tomaron el poder y convocaron a una asamblea constituyente. Los titubeos de Madero, quien vacilaba ante la necesidad de desarrollar acciones radicales exigidas por el pueblo, llevó al alzamiento del líder campesino Emiliano Zapata quien propugnaba la realización de una profunda reforma agraria. Estados Unidos intervino para derrocar a Madero e instalar en el poder a Victoriano Huerta, quien pretendió retrotraer los avances que la Revolución postulaba para los más humildes. Además de Zapata, contra Huerta se alzó el líder del norte del país, Pancho Villa. Estados Unidos acudió en apoyo de Huerta, sus tropas desembarcaron en Veracruz en abril de 1914. Posteriormente se retiró del territorio mexicano para volver en 1917 a fin de perseguir a Villa sin lograr derrotarlo.

El 5 de febrero de 1917 es publicada en el Diario Oficial de la Federación, la Constitución Política de Estados Unidos Mexicanos, herramienta política muy avanzada no solo para México, sino para América Latina y el mundo, en materia social y de defensa de los derechos de los ciudadanos; fue muy destacable y transformador lo que aportó en cuanto a protección de los recursos naturales para su explotación a favor del desarrollo económico del país, sobre todo de las grandes mayorías excluidas a través de la historia.

En 1934, el PRI llevó al poder al general Lázaro Cárdenas, quien desde la jefatura del Estado realizó las más profundas transformaciones que recuerde la historia mexicana. Gobernó a favor de los sectores más humildes, los pequeños propietarios agrícolas y los sectores medios empobrecidos de las ciudades. Estados Unidos y las facciones oligárquicas mexicanas reaccionaron negativamente contra el gobierno de Cárdenas cuando este tomó medidas para proteger a los obreros petroleros ante la voracidad de las firmas transnacionales estadounidenses. Las empresas extranjeras desacataron la decisión del Gobierno mexicano y el general Cárdenas procedió a nacionalizar la industria petrolera. Paralelamente creó la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), a la cual se le estableció un status especial con rango constitucional e instituyó su misión de ser la única instancia para manejar los recursos energéticos en territorio mexicano, con la responsabilidad de administrar, explorar, explotar y vender el petróleo y gas producido en el país. México comenzó a manejar su industria más importante, luchando contra el sabotaje de las empresas petroleras estadounidenses, poniendo en primer término la distribución del producto en el mercado nacional, lo cual creó un verdadero problema en Estados Unidos al verse privado de las cuantiosas exportaciones de crudo mexicano. Así, Pemex se transformó en un ícono nacional, siendo la empresa más importante del país y una de las mayores del mundo colocando a México como el décimo productor de petróleo y décimo tercero de gas a escala mundial.”

Hemos sido testigos de los últimos acontecimientos en México como producto de la descarada intervención gringa, con apoyo de sus cipayos, con la imposición del NAFTA y el más devastador paquete neoliberal, cuyas consecuencias más obvias se resumen en los siguientes párrafos:

“Lo más paradójico es que la pobreza aumentó en México de 36,3 a 37,1% a pesar de que este país es permanentemente elogiado y felicitado por el presidente Barack Obama y su vicepresidente Joe Biden por sus “éxitos económicos y el desarrollo de su democracia”. Y cómo no iba alabar Barack Obama a los dirigentes de México si hace pocos días su presidente Enrique Peña Nieto y el Congreso de la República formalizaron la cesión de su sistema energético a las empresas transnacionales poniendo con este gesto el punto final a la soberanía de México.

Los héroes nacionales Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y Juan Aldama que hace 203 años dieron el “Grito de Dolores” deben de estar revolcándose en sus tumbas, indignados por la liquidación voluntaria de la independencia del país que resistió guerras e invasiones pero sucumbió al poder del dólar. También ya está en marcha la nueva Reforma Educativa, orientada a la privatización del sistema educativo mexicano al estilo chileno. También se propone un nuevo recorte del gasto público siguiendo las recetas ortodoxas económicas cómo sucedió en América Latina en los años 1980.” (Tomado del Correo del Orinoco del 28/12/2013, pag. 22  – América Latina frente a los desafíos del 2014)

Continuará.

  INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA    -    ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!       ¡CHÁVEZ VIVE Y VIVE!    -    ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!

domingo, 18 de octubre de 2015

Empresarios



En mi anterior escrito me refería a la triste asociación que agrupa a muchos de los llamados “empresarios” venezolanos. Hoy les contaré dos pequeñas historias contrapuestas para ilustrar el carácter y el espíritu que animan dos tipos distintos de persona a quienes podemos llamar, a una empresaria, y a un pulpero.

Una mujer pobre con relativamente escasa preparación cultural y educativa trabajaba como costurera para criar y educar sus dos hijos, un varón y una hembra. Un cierto fin de semana su hija le pide dinero para comprar un traje de baño porque unos(as) amigos(as) la habían invitado a la playa. Ella procedió y con recortes de tela confeccionó un traje de baño, una prenda que requiere una cantidad mínima de tela. Esta confección llamó la atención de sus amigas y manifestaron el deseo de comprar algo parecido y se sorprendieron al saber que la mamá había sido la artífice, así que le encargaron varios.

Esto le dio la idea de producirlos, en pequeña escala por supuesto, e intentar venderlos en el comercio local. Inútil decir que los comerciantes no le compraron pero ella, tozuda al fin, tuvo otra idea. Preparó unos lindos estuches y les puso unas etiquetas llamativas y exóticas, inclusive con palabras extranjeras. Pidió mayor precio, se los arrancaron de las manos y le hicieron pedidos.

No es necesario recalcar que el negocio fue un éxito y al poco tiempo le agregó ropa interior para damas, que también colocó para la venta en estuches exóticos.

Lo que empezó con una sola persona, la costurera, se convirtió en tiempo relativamente breve en una exitosa pequeña industria de la confección con su respectivo equipamiento, constituyéndose en fuente de empleo para unas 40 operarias.

A la otra historia haré una breve introducción. Hace años había, y digo había porque no sé si todavía existe, una plantación de lechoza (papaya) en la zona de Barlovento al centro norte de Venezuela. A ese producto agrícola le hacían una pequeña transformación artesanal, la enviaban a Curaçao, luego a Alemania donde realmente la transformaban y volvía al país como un producto farmacéutico llamado Papaína, por cierto, el desinflamante o desinflamatorio más efectivo.

También, en una zona del Estado Falcón sembraban zábila o sábila, también le hacían una cierta preparación, la enviaban a Curaçao, a Alemania e igualmente la retornaban al país como ingrediente de jarabes, perfumes, cosméticos y otros productos con el pomposo apelativo de Aloe Vera.

Debo acotar que tanto la extracción de papaína, como de aloe vera, son procedimientos quimicamente sencillos y los equipos necesarios no tienen ninguna complejidad.

El caso es que fui compañero de estudios y todavía soy amigo de un muchacho que heredó de su padre una incipiente empresa quimico-farmacéutica, la cual transformó y fortificó después de haber hecho unos acuerdos con empresas alemanas. En cierta ocasión le plantee la posibilidad de incorporar a su industria un par de líneas de producción para obtener localmente la papaína y diversas fórmulas de aloe vera, e inclusive le asomé la idea de exportar productos casi terminados. Con la mayor naturalidad me respondió que eso no era necesario porque él las obtenía de Alemania y que no se iba a meter en complicaciones y adicionales inversiones, aunque fueran de poca monta. En definitiva, para él resultaba y resulta más fácil o práctico comprar materia prima semielaborada, ensamblar y vender. Creo que su razonada posición refleja fielmente el espíritu que anima a muchos de quienes se hacen llamar empresarios. Por supuesto que no es necesario decir que él pide divisas al Estado para importar insumos facilmente producibles en el país que solo requieren iniciativa; es decir, ganas de hacerlo e inversiones moderadas para lo cual también puede ocurrir a entes estatales que se lo financien y sería, de paso, una fuente para producir divisas para sí y para la nación.

Comparo ambas historias. Una iniciativa y una no iniciativa. La primera animó a una mujer pobre; la segunda, a un “empresario” millonario.

Para ustedes, caros lectores, ¿cual de los dos merece en verdad el calificativo de empresario?


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