En
honor a la verdad, en ningún momento pensé que mi anterior escrito -
¿Izquierda? – fuera a provocar tan variadas reacciones en diversas partes. De
hecho, he recibido unos cuantos correos al respecto; pero, mayor ha sido mi
sorpresa saber que en esas partes ha ocurrido un fenómeno de alguna manera
similar al por mi descrito sobre la particular situación en Venezuela. El
denominador común de la mayoría de los correos mencionados me pide una
ampliación a los conceptos emitidos. Bien, trataré de complacerlos pero no haré
análisis estadísticos o históricos con profusión de datos, sino que lo haré de
manera general.
Desde
que fui tomando conciencia de los fenómenos políticos en Venezuela, por alguna
recóndita razón siempre desconfié a priori de los llamados izquierdistas porque
no les veía sustancia ni me parecían sinceros sus planteamientos. En primer
lugar, la gran mayoría se rasgaba las vestiduras proclamando y anunciando el
advenimiento de la revolución que reivindicaría la especie humana de las garras
de la oligarquía capitalista.,
imperialista, explotadora, chupa sangre, etc. Pero nunca los vi acometer
ninguna acción práctica en esa dirección. El partido Acción Democrática, que
por cierto dominó la escena política venezolana más de medio siglo, se
anunciaba en sus inicios como el partido del pueblo, su lema Pan, Tierra y Trabajo y su símbolo Juan
Bimba con un bollito de pan en el
bolsillo. También se autoproclamaban como socialistas. Pasado cierto tiempo
olvidaron a uno y otro.
Para
mis lectores de otras latitudes explico. Juan Bimba se intentó imponer como
la representación gráfica del proletario
venezolano, un muñequito con sombrero de cogollo que calzaba alpargatas y
vestía liquiliqui, que era una típica vestimenta de la Venezuela pobre del
Siglo XIX y buena parte del XX. Hoy en día es raro ver un venezolano con esa
vestimenta y ha quedado relegada a representaciones folklóricas.
Leer
los postulados teóricos adecos era emocionante. Nacionalismo por todas partes
tal vez tomado del PRI mexicano y del APRA peruano. Sin embargo, cuando fueron
gobierno; primero en 1945 después dar un golpe de estado al democrático régimen
del General Isaías Medina Angarita; y luego, después de la rebelión popular que
derrocó la tiranía de Marcos Pérez Jiménez, sus actuaciones fueron
diametralmente opuestas a sus propios postulados y entregaron el país en
bandeja de plata a la oligarquía criolla vasalla de las transnacionales
imperiales. Dicho contradicho por hechos.
Muchos
de sus propios copartidarios se desencantaron con esas actuaciones, sobretodo
la brutal represión contra todos sus adversarios que también se hacían llamar
de izquierda, y formaron tienda aparte. Uno de sus desprendimientos formó el
MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, del cual salieron muchos de sus
cuadros a integrar la lucha armada. Otro desprendimiento fue el MEP, Movimiento
Electoral del Pueblo.
No
diré nada de los Comunistas que también se escindieron en varios toletes. El
denominador común de todos los políticos venezolanos fue que todos, sí, no se
asombren, todos sin excepción se autonombraban revolucionarios, progresistas, anti todo, y de IZQUIERDA. Nadie
jamás fue sincero y nunca mencionó la palabra centro y mucho menos derecha. Era
como una especie de maldición aceptar la realidad que luego demostraron
fehacientemente con hechos concretos. Aquí todo el mundo proclamó a los cuatro
vientos su condición de revolucionario, socialista de izquierda. Ser de otro
signo era algo así como una mácula tenebrosa.
Sin
embargo, apenas tuvieron oportunidad persiguieron, encarcelaron, torturaron,
asesinaron, desaparecieron o, cuando menos, destruyeron moralmente a cuanto
comunista o parecido le echaron garra y, también a todos los demás que cansados
de sus antiguos correligionarios se fueron a luchar contra ellos.
Ya
lo dije antes, los izquierdistas connotados, los más visibles, los que
chillaban más que cochino en motocicleta, se refugiaron en tascas y restoranes
de lujo a jartase y a bebé caña.
Hicieron de su izquierdismo un negocio rentable que tiene forzosamente que
haber sido financiado por la derecha. Esto último se comprueba en el hecho
incontrastable de que aparentemente cada uno halaba por su lado y jamás se
pusieron de acuerdo para unificar sus “luchas” contra el “enemigo común”. El
negocio se basaba en ser marxista, maoísta, trotskysta, hochiminista,
lumumbista, nasserista, y que sé yo cuantos istas más. Si iban a elecciones no
agarraban voto alguno. Ni su propia familia votaba por ellos y de esa forma se
consolidaba el dominio de la extrema derecha siguiendo los designios de las
transnacionales y del imperio.
Entre
esos dinosaurios de la política y la Revolución Bolivariana
no existe vínculo alguno posible. Ellos se volvieron sus enemigos
irreconciliables y la gran mayoría se cuadró sin escrúpulo ni disimulo alguno
con la extrema derecha, la que ahora defienden a capa, espada, alma, vida y
sombrero.
Si
alguien me pide razones, especulando un poco le diría que se les acabó el
negocio. Ya no medran en instituciones “culturales” del estado, ya no cobran
subsidios, canonjías, dádivas; no tienen contratos oficiales en sus agencias de
publicidad ni se les subvencionan o patrocinan libros, folletos, revistas y
mejor paremos de contar. En los últimos tiempos, como siempre, continúan jartándose y tragando caña, pero a costa
de sus nuevos amos, la extrema derecha oligárquica lacaya del imperio que
bastante dinero recibe de la NED,
USAID, CIA, fundaciones, organizaciones, grupos y bandas criminales con sello
made in USA.
Lo
curioso del caso es que esta animadversión no proviene solo de los
izquierdistas vernáculos. No. Viene también de los supuestos izquierdistas de
muchos países.
¿Por
qué se ve entonces el triste espectáculo que presenta tanto izquierdista como
enemigo de la Revolución Bolivariana
a nivel mundial?
Yo
no lo sé a ciencia cierta, pero tengo todo el derecho de mundo a imaginar. Me
gustaría leer sus opiniones. Gracias.
PATRIA
SOCIALISTA Y VICTORIA -¡VIVIREMOS Y
VENCEREMOS!
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