sábado, 12 de noviembre de 2011

¿Izquierda?


Dedicado son especial afecto a un amigo argentino, adicto a estos escritos. Che, vos sabés quien sos.

Confieso sin ánimos de auto alabanza que, por suerte o por desgracia, empecé a tener conciencia política desde muy joven. Luego tuve la suerte de enterarme poco a poco sobre las diferentes teorías y corrientes de las que han escrito tantos autores. También confieso sin tener por que avergonzarme que tuve que leer El Capital tres veces, que parcialmente lo he repasado varias veces, y todavía casi no lo entiendo; como tampoco he logrado entender jamás a todos esos que se hacen llamar de izquierda. Y antes de que empiecen a elucubrar sobre lo que digo o quiero decir, les aclaro que no me referiré a TODOS, sino solo a unos pocos, a un grupo relativamente pequeño quienes estuvieron tradicionalmente entre los más publicitados.

Las primeras explicaciones sobre el origen del vocablo se basaban en cierta ubicación que ciertos individuos ocupaban en ciertos recintos. Bueno, ¿y aquellos que permanentemente están cambiando de ubicación, qué calificativo les doy?

Me hago la anterior pregunta porque tipos que se declaraban a sí mismos furibundos izquierdistas, dentro o fuera de asambleas, aquelarres o como se les llamara, de repente los veía ocupando lugares asombrosamente distintos; y no me refiero a la ubicación física, sino a los planteamientos y a sus expresiones, opiniones y actuaciones en el terreno de la política.

Pero lo que siempre me llamó más la atención fue el gran divorcio entre lo que decían o dicen y lo que hacían o hacen.

La gran mayoría de izquierdistas se limitaban a hablar, a elucubrar teorías, a formular planes pero nunca hacían nada para ponerlos en práctica; sin embargo, invariablemente, criticaban con acritud lo que sí hacían otros. Y yo, inocentemente me preguntaba, y me sigo preguntando, sobre el enorme impedimento que siempre tuvieron ellos que los frenaba para acometer algo. Nadie me dio jamás una respuesta coherente. Incoherente tampoco.

Hubo cierto tiempo cuando conversaba ocasionalmente con emigrados españoles, republicanos y franquistas juntos, y el tema, naturalmente, la Guerra Civil Española. Al principio no sabía de que se trataba, pero después me explicaron el término “estrategas de café”, partidarios de ambos, que al amparo de un lugar seguro, lejos de bombardeos y combates, con toda la comodidad y tiempo disponible en compañía de un sabroso café y varios periódicos, despotricaban contra los comandantes militares por no haber hecho esto o lo otro para así lograr resultados conducentes a triunfos más exultantes.

En los eventos deportivos venezolanos existen también equivalentes a esos estrategas de café: lo managers o técnicos de tribuna. Nunca están de acuerdo con quienes dirigen los equipos. Si algo les resulta bueno, podría haber sido mejor; si es al contrario, pudo haber sido bueno. Nunca jamás están satisfechos. Lo sorprendente es que ninguno de ellas jamás ha agarrado un bate, un guante o una pelota; jamás ha pateado un balón, ni lo ha lanzado a una cesta; tampoco se ha caído a puños con otro, etc., etc.

Pues bien, los izquierdistas siempre se me han parecido mucho a los estrategas de café de la Guerra Civil Española y a los managers o técnicos de tribuna del deporte venezolano. Conociendo partes del mundo, me he enterado que en otras partes todo es más o menos igual; tanto en lo que atañe a los eventos deportivos como a los izquierdistas. La diferencia de éstos con los anteriores es el lugar preferido de sus desempeños. Me explico. Los izquierdistas no van a cafés baratos ni a eventos deportivos. No. Ellos son habitués de tascas y restoranes de lujo, se hartan opíparamente y liban finas bebidas espirituosas.

Llegué a una tal vez absurda conclusión. Quienes históricamente se titularon a sí mismos con el remoquete de izquierdistas, lo hicieron por negocio e hicieron de esa “actividad” su modus vivendi.

Al comienzo de la lucha, y luego durante su largo desarrollo, ninguno cogió monte. Permanecieron firmes en sus puestos de lucha: tascas y restoranes. Si me preguntan de donde sacaban dinero para sobrevivir, les diré que su trabajo era ese precisamente, SER DE IZQUIERDA. Ese oficio era ciertamente muy lucrativo.

Todos ellos vestían impecablemente de acuerdo al último alarido de la moda, conducían autos lujosos de último modelo, viajaban en primera clase por el mundo a toda clase de aquelarres, se hospedaban en hoteles 5 estrellas, comían, comían, comían, bebían, bebían, bebían. De otros gustos no diré nada, los había de todo tipo y orden.

Bueno, - me dirán – pero, realmente, ¿qué hacían para justificarse?

Respuesta: varias actividades, que, según ellos, requieren enorme sacrificio y esfuerzo mental. Repito, mental. Sí, pero, ¿Cuáles? Sencillo: hablar. Dar clases, foros, talleres, conferencias, etcéteras sobre las teorías de izquierda. También escribían libros y artículos en revistas. Naturalmente sobre teorías de izquierda. Algunos llegaron a ocupar cargos burocráticos muy bien remunerados en instituciones supuestamente “culturales” – increíble – patrocinadas por gobiernos de derecha.

Cualquiera me diría ahora que en estos tiempos no se les ve por ninguna parte. Tienen razón en parte. Llegó el Comandante y mandó a parar como dice la canción cubana. Se ven menos, pero sí se ven. Lo que ocurre es que se transmutaron. Ahora son abiertamente de derecha o de extrema derecha. ¿Cómo? Sí. Como solo saben quejarse y criticar; pues, critican a la revolución y se quejan amargamente de ella y sus resultados. No sé por que, pero me huele que los patrones, los paganini, siguen siendo los mismos.

Otro día, tal vez les dé mis teorías que explican las razones de su no incorporación a la Revolución Bolivariana, Socialista, Humanista, Antiimperialista.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

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