miércoles, 28 de agosto de 2013

Ser algo mejores

Hay un viejo cuento, fábula o como quiera que lo llamemos que brevemente narra la menuda historia de un hombre que intentó cambiar su país, y no pudo. Redujo sus metas y aspiraciones y se dijo a sí mismo que intentaría cambiar su estado, y no pudo. Continuó sucesivamente reduciéndolas e intentó cambiar entonces su municipio, su ciudad, su barrio y su cuadra, y tampoco pudo. Después de todos esos intentos y perdido inútilmente tanto tiempo, las redujo aún más, se dijo a sí mismo que intentaría cambiar su familia y, como imaginarán sin dificultad, tampoco pudo.

Ultimamente está intentando cambiarse a sí mismo.

La moraleja, según algunos, es fácil de deducir: para cambiar cualquier cosa es preciso cambiarnos a nosotros mismos; eso sí, siendo como dice la canción que canta Silvio Rodríguez “un tilín mejores”. No aspiremos a ser mucho mejores porque simplemente no lo lograremos, seamos tan solo un poquito mejores; persistamos, seamos un poquitín más con cada intento, y así lograremos, tal vez, llegar a ser algo mejores. Pero eso sí, hagamos pequeños esfuerzos y persistamos en alcanzar lo inalcanzable, lo que nunca lograremos, pero algo habremos conseguido.

Sé positivamente que estoy hablando de algo muy trillado. Cuantas veces hemos oído o leído cosas parecidas o semejantes a lo dicho. No obstante, a pesar de haberlo oído o leído tanto, seamos sinceros con nosotros mismos y hagámonos la pregunta: ¿Cuántas veces de veras lo he intentado? Y, en todo caso, ¿Qué he logrado hasta ahora?

Lo anterior se limita a una o a muchas personas. Pero, por extensión, lo podemos extrapolar a grupos humanos más grandes: una pequeña o gran comunidad, un barrio, un municipio, un estado, una región y hasta un país.

No tengo la menor duda que la Revolución Bolivariana ha logrado hacer que muchos venezolanos seamos un poco mejores de lo que antes éramos; pero, aún falta mucho. Y, precisamente, donde más falta es en aquellos conglomerados donde la revolución ha hecho poco o nada, pero no por falla de ella sino de la gente misma.

Resulta curioso darse cuenta que donde la Revolución ha tenido sus mayores y mejores éxitos ha sido en aquellas comunidades donde la gente era o se convirtió en algo mejor. Pero, más curioso resulta comprobar que, entre esos grupos humanos, los éxitos han sido más asombrosos en muchas comunidades indígenas. Sí señores(as) incrédulos(as), muchas comunidades de “salvajes sin educación” nos pueden dar y de hecho nos dan lecciones de organización, lucha comunitaria, acciones colectivas y sobretodo, gran solidaridad. La cooperación de unos con otros para lograr un fin colectivo ha sido y es notable. Digno de estudio y admiración.

Cualquiera puede argumentar que para “ellos” no es difícil porque esa es y ha sido su forma de vida. Efectivamente es cierto. Quien lo diga tiene razón y razón, mucha razón, tenía José Carlos Mariátegui – El Amauta – cuando afirmó que “no hay nada menos foráneo que el socialismo en América”. En Nuestra América – Ab ya yala - originaria agregamos nosotros. Las comunidades originarias han vivido durante siglos en sistemas socialistas en los cuales impera la solidaridad, o lo que es lo mismo, la desinteresada ayuda mutua con la que se consiguen logros que, para los imbuidos en la mal llamada civilización occidental, resultan asombrosos.

Se puede afirmar con lenguaje matemático que existe una relación inversa entre egoísmo individual y solidaridad colectiva. A menor egoísmo más solidaridad. Y también una relación directa: a más solidaridad más resultados concretos en lo colectivo y, por antonomasia, en lo individual. Se puede entonces afirmar que donde reina la felicidad colectiva reina la felicidad individual y no al revés.

Los nefastos antivalores impuestos por el capitalismo, especialmente el neoliberal salvaje, tales como el egoísmo y el individualismo, han creado seres insensibles pero a la vez muy infelices. Se han vuelto tan requetestúpidos que son infelices por lo que no tienen en vez de serlo por lo que sí tienen. Así, nunca podrán llegar a obtener la felicidad que ansían porque, por mucho que tengan, siempre habrá algo que no tendrán. En cambio, que feliz es quien lo es por y con lo que tiene. Y cuando digo lo que tiene no me estoy limitando solo a corotos materiales. Hay tantos intangibles que nos proporcionan tanta felicidad y, eso, los descerebrados lamentablemente no lo entenderán jamás a menos que lleguen a ser como canta Silvio, un tilín mejores.

Volvamos a comparar lo obtenido por una u otra comunidad. Aquellas que han echado a un lado el egoísmo y el individualismo, han actuado en colectivo y se han organizado mejor han logrado más y mejores cosas. Eso no requiere análisis ni discusión. Es absolutamente obvio que un grupo como el descrito tramita sus aspiraciones (convertidas en proyectos concretos) con más facilidad ante los entes gubernamentales. Y no me digan que no saben hacer proyectos. Buscan ayuda, se asesoran, aprenden. De paso, la Revolución enseña, la gente aprende y genera resultados maravillosos. ¿Quieren un ejemplo? Me remito a la gran Misión Vivienda. Ver http://juanpedrotorres.blogspot.com/2011/06/el-mas-importante.html#comment-form

Los que no cooperan no hacen nada y por mucho que chillen tampoco lograrán nada. Jamás.

Refocílense en su desidia, en su egoísmo y su flojera. Critiquen. La Revolución no sirve ni servirá…para ustedes. De hecho, ni la Revolución ni nada servirá.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡CHÁVEZ VIVE!  -  ¡LA LUCHA SIGUE!


1 comentario:

  1. Es el CONÓCETE A TI MISMO, ama a tu hermano del Gran Sócrates en la cuarta epopeya que protagonizamos como humanidad.

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