jueves, 22 de agosto de 2013

Ladrón es ladrón

La ultraderecha fascista, lacaya y apátrida se rasga las vestiduras cuando alguien, en el colmo de su desesperanza o en un arranque de sinceridad de lenguaje sin eufemismos, los llama ladrones. ¿Cómo se llama entonces a quien roba, roba continuamente y ha robado desde siempre? ¿Será que sus “impolutos” tímpanos se recienten con la palabreja y preferirían que los llamaran cacos, cleptómanos o simplemente amigos de lo ajeno?

Ladrón es ladrón y hay que llamarlo ladrón. Sin ambages.

Da risa porque ultimamente han pretendido relativizar el término. No, el término LADRÓN no es sujeto de relativización. Tan ladrón es quien se roba un centavo como quien se roba varios millones. Es como las mujeres, están o no preñadas; ninguna puede estar medio preñada o algo preñada.

Tal vez, bajo ciertas condiciones, podría aceptar que alguien robe en caso de extrema necesidad bajo ciertas dolorosas y lamentables circunstancias; pero, jamás podré aceptar que un desgraciado desalmado sin conciencia lleno de dinero, lujos y comodidades robe.

¿Qué fenómeno obliga a alguien que disfruta de todos los bienes materiales imaginables e inimaginables robe? La avaricia y la codicia son pecados capitales. Son contra natura. Todas las religiones los condenan al igual que todas las reglas de ética y moral de todos los tiempos.

Ya dije que el término ladrón no es sujeto de relativización; pero, hay momentos cuando el robo adquiere ribetes de criminalidad. Eso ocurre cuando algún descerebrado androide roba, por ejemplo, la limosna a un ciego o el juguete a un niño. Y mayor aún es el grado de criminalidad cuando los grupos de ladrones – generalmente ricachones sin necesidades – roban lo que corresponde a pueblos menesterosos plagados de necesidades, muchas de ellas ancestrales causados por el robo que cometieron los antepasados de esos engendros.

Mención aparte se le debe dar al caso cuando el robo va precedido del asesinato, del crimen, de la matanza rápida o lenta de otro u otros seres humanos.

Y peor aún, el colmo del latrocinio es cuando el ladrón no tiene los cojones suficientes para hacerlo el mismo y manda a otros a robar en su nombre y para su provecho. A eso debemos agregarle la cobardía, algo por cierto no propio de hombres machos de verdad, dignos, corajudos y valerosos.

Y llegamos al summun de los casos: cuando el ladrón, como siempre ocurre, no asume su culpa, la niega, la disfraza, la justifica. Robar para dar a otro no elimina la falta, la culpa ni el pecado. Y generalmente, nunca se roba para realmente dar a otro sino que se usa ese pretexto como excusa falsa para intentar justificar lo injustificable.

Para ilustrar parte de lo dicho, les cuento algo real. Fui testigo.

En cierta ocasión presencié como un vendedor de “una prestigiosa gran empresa” le cobraba a un bodeguero de barrio una prima extra no reflejada en la “correcta” factura. Al preguntarle la razón de su conducta me respondió que “la empresa” lo obligaba. El bodeguero dijo que pagaba lo que yo califico de extorsión porque de lo contrario no le vendían los productos. Le razoné que él, - el vendedor - siendo un pobre explotado, hacía muy mal en robar a los de su clase para darle y beneficiar a los millonarios, que en todo caso robara, si él era realmente ladrón, para beneficiarse a sí mismo.

Quiso el destino que al cabo de un tiempo lo encontrara accidentalmente. Me reconoció y me agradeció cuanto le había dicho. Me llenó de satisfacción cuando afirmó que “había pensado en todo cuanto le había dicho y había renunciado a trabajar para sus antiguos empleadores”. Lo felicité por ser un hombre digno.

Es el caso típico del súper ladrón que convierte a personas decentes en ladrones que roban migajas y, seguro estoy, que muchos se habitúan a robar para favorecer millonarios que realmente no necesitan nada. El refrán dice que grano a grano la gallina llena el buche. Tremendo empresario que no emprende sino que crea un ejército de ladrones para que le llenen sus arcas y, dicho sea de paso, la gran mayoría de los llamados empresarios no lo son, jamás han emprendido otra cosa que establecer redes para el latrocinio y, de paso, medrar contra el tesoro público sempiternamente.

Clamo ante las personas dignas y decentes de mi país, no contribuyamos con los ladrones. No compremos nada de lo que producen en sus empresas. También clamo para que los desenmascaremos, clamo para que los saquemos a la luz, clamo para que los denunciemos.

Clamo para que les hagamos una guerra frontal.

De los politiqueros ladrones no diré nada. En ese podrido e inmundo charco de mierda no me meto. Mi estómago y mi epiplón no lo soportan.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA!  -  ¡CHÁVEZ VIVE!  -  ¡LA LUCHA SIGUE!






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