Ladrón es ladrón y hay que
llamarlo ladrón. Sin ambages.
Da risa porque ultimamente han
pretendido relativizar el término. No, el término LADRÓN no es sujeto de
relativización. Tan ladrón es quien se roba un centavo como quien se roba
varios millones. Es como las mujeres, están o no preñadas; ninguna puede estar
medio preñada o algo preñada.
Tal vez, bajo ciertas
condiciones, podría aceptar que alguien robe en caso de extrema necesidad bajo
ciertas dolorosas y lamentables circunstancias; pero, jamás podré aceptar que
un desgraciado desalmado sin conciencia lleno de dinero, lujos y comodidades
robe.
¿Qué fenómeno obliga a alguien
que disfruta de todos los bienes materiales imaginables e inimaginables robe?
La avaricia y la codicia son pecados capitales. Son contra natura. Todas las
religiones los condenan al igual que todas las reglas de ética y moral de todos
los tiempos.
Ya dije que el término ladrón
no es sujeto de relativización; pero, hay momentos cuando el robo adquiere
ribetes de criminalidad. Eso ocurre cuando algún descerebrado androide roba,
por ejemplo, la limosna a un ciego o el juguete a un niño. Y mayor aún es el
grado de criminalidad cuando los grupos de ladrones – generalmente ricachones
sin necesidades – roban lo que corresponde a pueblos menesterosos plagados de
necesidades, muchas de ellas ancestrales causados por el robo que cometieron
los antepasados de esos engendros.
Mención aparte se le debe dar
al caso cuando el robo va precedido del asesinato, del crimen, de la matanza
rápida o lenta de otro u otros seres humanos.
Y peor aún, el colmo del latrocinio
es cuando el ladrón no tiene los cojones suficientes para hacerlo el mismo y
manda a otros a robar en su nombre y para su provecho. A eso debemos agregarle
la cobardía, algo por cierto no propio de hombres machos de verdad, dignos,
corajudos y valerosos.
Y llegamos al summun de los casos: cuando el ladrón,
como siempre ocurre, no asume su culpa, la niega, la disfraza, la justifica.
Robar para dar a otro no elimina la falta, la culpa ni el pecado. Y
generalmente, nunca se roba para realmente dar a otro sino que se usa ese
pretexto como excusa falsa para intentar justificar lo injustificable.
Para ilustrar parte de lo
dicho, les cuento algo real. Fui testigo.
En cierta ocasión presencié
como un vendedor de “una prestigiosa gran empresa” le cobraba a un bodeguero de
barrio una prima extra no reflejada en la “correcta” factura. Al preguntarle la
razón de su conducta me respondió que “la empresa” lo obligaba. El bodeguero
dijo que pagaba lo que yo califico de extorsión porque de lo contrario no le
vendían los productos. Le razoné que él, - el vendedor - siendo un pobre
explotado, hacía muy mal en robar a los de su clase para darle y beneficiar a
los millonarios, que en todo caso robara, si él era realmente ladrón, para
beneficiarse a sí mismo.
Quiso el destino que al cabo
de un tiempo lo encontrara accidentalmente. Me reconoció y me agradeció cuanto
le había dicho. Me llenó de satisfacción cuando afirmó que “había pensado en
todo cuanto le había dicho y había renunciado a trabajar para sus antiguos
empleadores”. Lo felicité por ser un hombre digno.
Es el caso típico del súper
ladrón que convierte a personas decentes en ladrones que roban migajas y,
seguro estoy, que muchos se habitúan a robar para favorecer millonarios que
realmente no necesitan nada. El refrán dice que grano a grano la gallina llena el buche. Tremendo empresario que no
emprende sino que crea un ejército de ladrones para que le llenen sus arcas y,
dicho sea de paso, la gran mayoría de los llamados empresarios no lo son, jamás
han emprendido otra cosa que establecer redes para el latrocinio y, de paso,
medrar contra el tesoro público sempiternamente.
Clamo ante las personas dignas
y decentes de mi país, no contribuyamos con los ladrones. No compremos nada de
lo que producen en sus empresas. También clamo para que los desenmascaremos,
clamo para que los saquemos a la luz, clamo para que los denunciemos.
Clamo para que les hagamos una
guerra frontal.
De los politiqueros ladrones
no diré nada. En ese podrido e inmundo charco de mierda no me meto. Mi estómago
y mi epiplón no lo soportan.
¡INDEPENDENCIA Y PATRIA
SOCIALISTA! - ¡CHÁVEZ VIVE!
- ¡LA LUCHA SIGUE!
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