domingo, 16 de octubre de 2011

Argentina en el recuerdo


Hubo algo en mí que me impulsó a conservar viejos escritos. Este que copio a continuación lo escribí en dos partes en las fechas indicadas, hace bastante tiempo, tal como lo digo, lo envié a diversos medios que jamás hicieron nada al respecto; así que como perezoso al fin, me voy a valer por lo menos de este para empezar a responder a un amable amigo de la patria grande quien pidió le hable de la Revolución Bolivariana y del ALBA. Ojalá no esté apreciando mal las cosas y efectivamente sirva de introducción a próximos escritos. 

Allá vamos, pues, con el viejo escrito:

Con fecha Marzo 19, 2002, tan solo 22 días antes del golpe contra el Presidente Chávez y la Revolución  Bolivariana, escribí lo que está a continuación:

“Argentina es un país que merece mi admiración y mi cariño. Sin duda es un gran país y una gran mentira muchas de esas cosas folklóricas que se dicen sobre los argentinos, las cuales no dejan de ser chistes de mal gusto como, por ejemplo, los que se tienen sobre los “gochos” o sobre los maracuchos. He venido siguiendo su historia y su trayectoria y es mucho lo que se podría escribir al respecto. Una de las conclusiones a las que he llegado, entre muchísimas otras, es que ha habido una terrible y despiadada venganza del mundo anglo-sajón a partir del final de la segunda guerra mundial, período durante el cual, Argentina no solo fue neutral sino que vendió sus productos a todos los combatientes, como anteriormente fue solidaria con España durante la guerra civil (1936-1939) y el posterior bloqueo impuesto por las llamadas potencias occidentales.

Inmediatamente después de la segunda guerra mundial, Argentina tenía un nivel de desarrollo, para ese entonces, superior al que tenían Canadá o Australia. El mundo anglo-sajón no podía permitir que “unos semi-salvajes brutos, incapaces, etc., que para colmo hablaban castellano y profesaban la fe católica” pudieran descollar por encima de alguno de sus miembros, además de no haberse plegado incondicionalmente a ellos; así que urdieron todas las trampas posibles, en cooperación con algunos vende-patria (cualquier parecido con la realidad venezolana no es pura coincidencia), y desarrollaron un proceso político-económico-social que ha llegado a su clímax cincuenta y pico de años después.

Los mismos británicos lo confiesan. Causa estupor el cinismo y la perfidia que se manifiestan en los dos párrafos siguientes:

Original: “Generations of British explorers contributed to the BSC files in New York. They catalogued methods by which British agents and THEIR FRIENDS could damage the economies or manipulate the politics of countries in Latin America. Neat files labeled “Vulnerability to Sabotage”, for instance, were specific in analyzing  the weak points in each republic’s socioeconomic structure so that agents might know where to strike if a government or an industry fail to fall into line with British policies.
Senior American officers were shocked before Pearl Harbor to discover that a foreign intelligence agency on American soil was cold-bloodedly examining ways to change or overthrow neighboring governments. After the U.S.’s entry into the war, BSC’s conspiracies began to seem more like prudent safeguards. Ever since up to our days Anglo-American cooperation is thoroughly interwoven”.

Traducción: “Generaciones de exploradores británicos han contribuido con los archivos de BSC en Nueva York. Ellos catalogaron métodos con los cuales los agentes británicos y SUS AMIGOS dañarían las economías o manipularían la política de los países de América Latina. Archivos muy profesionales intitulados “Vulnerabilidad al Sabotaje”, por ejemplo, eran específicos analizando los puntos débiles en la estructura socio-económica de cada república, de tal forma que los agentes supieran donde golpear si un gobierno o una industria dejaba de caer dentro de los lineamientos de la política británica.
Altos oficiales norteamericanos se asombraron al descubrir, antes de Pearl Harbor, que una agencia extranjera de inteligencia, en suelo norteamericano, estaba examinando, con total sangre fría, las formas para cambiar o derrocar gobiernos vecinos. Después de la entrada de los EEUU en la guerra, estas conspiraciones empezaron a ser más bien consideradas como prudentes salvaguardas. Desde entonces hasta nuestros días, la cooperación anglo-norteamericana permanece totalmente entrelazada”. (*)

Citas originales tomadas de “A Man Called Intrepid” por William Stevenson, Ballantine Books – New York – 1977. Traducción  libre JPT. Confesiones parciales del Jefe de los Servicios Secretos Británicos durante, al menos, el período de la segunda guerra mundial.

(*) Cualquier parecido con la realidad venezolana NO es pura coincidencia.

Nosotros no estamos a salvo que nos “argentinicen”; pero, por otra parte hemos visto el malvado cinismo y la gran desvergüenza con que el FMI y sus patrones se burlaron de nuestros hermanos argentinos en Monterrey. Con ambas intenciones, protegernos y ayudarlos, propongo que empecemos de alguna manera y desde ahora mismo, a solidarizarnos real y prácticamente con Argentina. Propongo iniciar, en primer lugar, una campaña divulgativa de lo que allá pasa y a la vez de lo que podríamos hacer por ellos. Para empezar, también propongo estimular al Gobierno Nacional y ciertos sectores privados a dirigir y orientar muchas compras en Argentina. Ellos producen, entre otras cosas, carne, leche, cereales, oleaginosas, etc. y sus derivados, al igual que muchas manufacturas industriales que nos hacen falta. El Gobierno Nacional podría suspender, o reducir temporalmente, los aranceles de aduana a los productos argentinos. En la otra dirección, tenemos muchos productos que ellos necesitan, y como tienen dificultades para comprarlos, podríamos estudiar alguna forma de trueque y/o créditos blandos a largo plazo financiados por Bancoex”.

Hasta aquí lo que escribí aquel entonces. Ni en esa fecha, ni con posterioridad nadie quiso que se divulgara y, no obstante haberlo enviado a varios medios, ninguno lo tomó en cuenta. Ahora, no es que me asombre, pero no deja de inquietarme que habiendo entre nuestros compatriotas tantos que se auto-califican de “estudiados”, no he oído ni leído el primer comentario EN SERIO sobre la evolución del caso argentino y su similitud con el caso venezolano.

De marzo a esta parte la situación argentina ha evolucionado, desgraciadamente hacia el lado malo y, la situación venezolana en apariencia también. Pero, me pregunto: ¿Ambos casos han evolucionado hacia lo malo? – ¡He llegado a convencerme que NO!

¿No me creen? – Dice un refrán que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, y hay otros: “después de la tempestad viene la calma”, o “no hay mal que por bien no venga”.

Estoy seguro que los argentinos “inventarán” algo para superar sus penurias económicas y sociales; además, tengo el presentimiento que será más rápido de los que muchos creen o desean. Los venezolanos ya lo tenemos inventado y ya (valga la repetición) transitamos el camino de la superación. También tengo el presentimiento que los argentinos seguirán una vía análoga a la nuestra. No es por mera casualidad o coincidencia que se oyen clamores pidiendo “que se vayan”, “que venga gente nueva”, “fuera los políticos” refiriéndose, desde luego, a la anquilosada clase política que los llevó al despeñadero. Vuelvo a repetir, cualquier parecido al caso venezolano NO es pura y accidental coincidencia.

Cualquiera podría poner en dudas mis dotes de augur. Que no las ponga porque no estoy profetizando: simplemente estoy siguiendo los simples razonamientos impuestos por la dialéctica histórica. Ambas situaciones y ambos pueblos se parecen mucho; ambas situaciones (con ligerísimas variantes) fueron creadas artificialmente por los mismos factores y por razones muy parecidas; por lo tanto, por simple lógica, se llegará inevitablemente a una salida de características bastante coincidentes. Que los argentinos terminen por rebelarse, dicho esto en el buen sentido, no tiene nada, absolutamente nada de extraño. Ya hay voces pidiendo la elección de una constituyente y “mandar al carajo a los corruptos”. ¿Veremos pronto la convocatoria y elección de una constituyente argentina? ¿Y una nueva constitución argentina? ¿Y nuevos poderes electos con una nueva visión de país y de metas? ¿Y qué tal la instauración de una democracia participativa?

Cuanto mayores sean las penurias sociales y económicas, más alejadas del pasado serán las soluciones. Tenemos tiempos de penuria, es cierto, pero benditas seas esas penurias porque luego tendremos más base de comparación y, por cierto, de seguro aborreceremos tanto nuestro pasado inmediato que de ninguna manera querremos volver a nada parecido a lo que para entonces ya será una etapa afortunadamente superada. Los grandes sacudones, vale decir, las grandes tempestades dejan recuerdos tan imperecederos que entre las resoluciones que se toman al volver la calma está la de evitar a toda costa otra tempestad. Una buena tormenta es una excelente vacuna para disfrutar una calma saludable.

Los males argentinos tienen unos cincuenta años. Los nuestros, los más recientes, un poco menos. Nuestro reventón fue antes que el de ellos. No es que nosotros tal vez seamos más impacientes que ellos, sino que nuestro “Festín de Baltasar” fue antes que el suyo. ¿Cómo? Recordemos que por allá por los años setenta y comienzos de los ochenta vivimos lo que Tarre Murzi llamó la Venezuela Saudita (que, dicho sea de paso, siempre me pareció ofensivo contra los sauditas). Dándole el beneficio de la duda y poniendo las buenas intenciones por delante, asumámoslo como comparación con los faraónicos y pomposos dispendios que algunos jeques y encopetados ultra-millardarios árabes realizan con cierta frecuencia). Fue la época cuando fuimos súbditos del “imperio del tábara (Ta barato, para los desmemoriados que ahora abundan). Tiempo de exóticos regalos, donaciones y extravagancias. Epoca de la torticas de casabe con caviar y de los LTD blancos con cortinita y lamparita en la parte de atrás. Momentos aquellos de los sacos de cuadritos, melenita, patillas, brincadera de charcos y los que fanfarronamente se jactaban de beber Royal Salute o champaña rosada de La Viuda porque, si era lo que tomaba el capitoste, ergo era lo mejor del mundo. A los argentinos les tocó su propio festín entre finales de los ochenta y buena parte de los noventa. Nuestro festín fue sodomo-gomorreano y aún así no nos terminó de destruir. Quedó un poquito. El de ellos, sin duda, nos superó; fue por sus consecuencias, más destructivo que el nuestro. De nosotros, en buena hora, se salvó una parte y, además, llegó en buen momento y a tiempo la hora del rescate por parte del pueblo. Hagamos votos, seamos muy solidarios y ayudemos para que sea cuanto antes que el pueblo argentino haga rescate de si mismo.

No lo decimos nosotros. LO DICEN ELLOS MISMOS: ¡Gracias Venezuela por el ejemplo! Una vez más estará en la historia que se leerá, en el futuro amplio, bello y generoso que espera a nuestra América, ¡EL EJEMPLO QUE CARACAS DIO![1]

Septiembre 13, 2002.


1)       Nota para los amigos de otras tierras: “El ejemplo que Caracas dio”, última estrofa del Himno Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!



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