Hubo algo en mí que me impulsó a conservar viejos
escritos. Este que copio a continuación lo escribí en dos partes en las fechas
indicadas, hace bastante tiempo, tal como lo digo, lo envié a diversos medios
que jamás hicieron nada al respecto; así que como perezoso al fin, me voy a
valer por lo menos de este para empezar a responder a un amable amigo de la
patria grande quien pidió le hable de la Revolución Bolivariana
y del ALBA. Ojalá no esté apreciando mal las cosas y efectivamente sirva de
introducción a próximos escritos.
Allá vamos, pues, con el viejo escrito:
Con fecha Marzo
19, 2002, tan solo 22 días antes del golpe contra el Presidente Chávez y la Revolución Bolivariana, escribí lo que
está a continuación:
“Argentina es un
país que merece mi admiración y mi cariño. Sin duda es un gran país y una gran
mentira muchas de esas cosas folklóricas que se dicen sobre los argentinos, las
cuales no dejan de ser chistes de mal gusto como, por ejemplo, los que se
tienen sobre los “gochos” o sobre los maracuchos. He venido siguiendo su
historia y su trayectoria y es mucho lo que se podría escribir al respecto. Una
de las conclusiones a las que he llegado, entre muchísimas otras, es que ha
habido una terrible y despiadada venganza del mundo anglo-sajón a partir del
final de la segunda guerra mundial, período durante el cual, Argentina no solo
fue neutral sino que vendió sus productos a todos los combatientes, como
anteriormente fue solidaria con España durante la guerra civil (1936-1939) y el
posterior bloqueo impuesto por las llamadas potencias occidentales.
Inmediatamente
después de la segunda guerra mundial, Argentina tenía un nivel de desarrollo,
para ese entonces, superior al que tenían Canadá o Australia. El mundo
anglo-sajón no podía permitir que “unos semi-salvajes brutos, incapaces, etc.,
que para colmo hablaban castellano y profesaban la fe católica” pudieran
descollar por encima de alguno de sus miembros, además de no haberse plegado
incondicionalmente a ellos; así que urdieron todas las trampas posibles, en
cooperación con algunos vende-patria (cualquier parecido con la realidad
venezolana no es pura coincidencia), y desarrollaron un proceso
político-económico-social que ha llegado a su clímax cincuenta y pico de años
después.
Los mismos
británicos lo confiesan. Causa estupor el cinismo y la perfidia que se
manifiestan en los dos párrafos siguientes:
Original: “Generations
of British explorers contributed to the BSC files in New York. They catalogued methods by which
British agents and THEIR FRIENDS could damage the economies or manipulate the
politics of countries in Latin America. Neat
files labeled “Vulnerability to Sabotage”, for instance, were specific in
analyzing the weak points in each
republic’s socioeconomic structure so that agents might know where to strike if
a government or an industry fail to fall into line with British policies.
Senior
American officers were shocked before Pearl Harbor
to discover that a foreign intelligence agency on American soil was cold-bloodedly
examining ways to change or overthrow neighboring governments. After the U.S.’s entry
into the war, BSC’s conspiracies began to seem more like prudent safeguards.
Ever since up to our days Anglo-American cooperation is thoroughly interwoven”.
Traducción: “Generaciones de exploradores británicos han
contribuido con los archivos de BSC en Nueva York. Ellos catalogaron métodos
con los cuales los agentes británicos y SUS AMIGOS dañarían las economías o
manipularían la política de los países de América Latina. Archivos muy
profesionales intitulados “Vulnerabilidad al Sabotaje”, por ejemplo, eran
específicos analizando los puntos débiles en la estructura socio-económica de
cada república, de tal forma que los agentes supieran donde golpear si un
gobierno o una industria dejaba de caer dentro de los lineamientos de la
política británica.
Altos oficiales norteamericanos se
asombraron al descubrir, antes de Pearl Harbor, que una agencia extranjera de
inteligencia, en suelo norteamericano, estaba examinando, con total sangre
fría, las formas para cambiar o derrocar gobiernos vecinos. Después de la
entrada de los EEUU en la guerra, estas conspiraciones empezaron a ser más bien
consideradas como prudentes salvaguardas. Desde entonces hasta nuestros días,
la cooperación anglo-norteamericana permanece totalmente entrelazada”. (*)
Citas originales tomadas de “A Man Called Intrepid” por William
Stevenson, Ballantine Books – New
York – 1977. Traducción libre JPT. Confesiones
parciales del Jefe de los Servicios Secretos Británicos durante, al menos, el
período de la segunda guerra mundial.
(*) Cualquier
parecido con la realidad venezolana NO es pura coincidencia.
Nosotros no
estamos a salvo que nos “argentinicen”; pero, por otra parte hemos visto el
malvado cinismo y la gran desvergüenza con que el FMI y sus patrones se burlaron de nuestros hermanos
argentinos en Monterrey. Con ambas intenciones, protegernos y ayudarlos,
propongo que empecemos de alguna manera y desde ahora mismo, a solidarizarnos
real y prácticamente con Argentina. Propongo iniciar, en primer lugar, una
campaña divulgativa de lo que allá pasa y a la vez de lo que podríamos hacer
por ellos. Para empezar, también propongo estimular al Gobierno Nacional y
ciertos sectores privados a dirigir y orientar muchas compras en Argentina.
Ellos producen, entre otras cosas, carne, leche, cereales, oleaginosas, etc. y
sus derivados, al igual que muchas manufacturas industriales que nos hacen
falta. El Gobierno Nacional podría suspender, o reducir temporalmente, los
aranceles de aduana a los productos argentinos. En la otra dirección, tenemos
muchos productos que ellos necesitan, y como tienen dificultades para
comprarlos, podríamos estudiar alguna forma de trueque y/o créditos blandos a
largo plazo financiados por Bancoex”.
Hasta aquí lo
que escribí aquel entonces. Ni en esa fecha, ni con posterioridad nadie quiso
que se divulgara y, no obstante haberlo enviado a varios medios, ninguno lo
tomó en cuenta. Ahora, no es que me asombre, pero no deja de inquietarme que habiendo
entre nuestros compatriotas tantos que se auto-califican de “estudiados”, no he
oído ni leído el primer comentario EN SERIO sobre la evolución del caso
argentino y su similitud con el caso venezolano.
De marzo a esta
parte la situación argentina ha evolucionado, desgraciadamente hacia el lado
malo y, la situación venezolana en apariencia también. Pero, me pregunto:
¿Ambos casos han evolucionado hacia lo malo? – ¡He llegado a convencerme que
NO!
¿No me creen? –
Dice un refrán que “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, y
hay otros: “después de la tempestad viene la calma”, o “no hay mal que por bien
no venga”.
Estoy seguro que
los argentinos “inventarán” algo para superar sus penurias económicas y
sociales; además, tengo el presentimiento que será más rápido de los que muchos
creen o desean. Los venezolanos ya lo tenemos inventado y ya (valga la
repetición) transitamos el camino de la superación. También tengo el
presentimiento que los argentinos seguirán una vía análoga a la nuestra. No es
por mera casualidad o coincidencia que se oyen clamores pidiendo “que se
vayan”, “que venga gente nueva”, “fuera los políticos” refiriéndose, desde
luego, a la anquilosada clase política que los llevó al despeñadero. Vuelvo a
repetir, cualquier parecido al caso venezolano NO es pura y accidental
coincidencia.
Cualquiera
podría poner en dudas mis dotes de augur. Que no las ponga porque no estoy
profetizando: simplemente estoy siguiendo los simples razonamientos impuestos
por la dialéctica histórica. Ambas situaciones y ambos pueblos se parecen
mucho; ambas situaciones (con ligerísimas variantes) fueron creadas
artificialmente por los mismos factores y por razones muy parecidas; por lo
tanto, por simple lógica, se llegará inevitablemente a una salida de
características bastante coincidentes. Que los argentinos terminen por
rebelarse, dicho esto en el buen sentido, no tiene nada, absolutamente nada de
extraño. Ya hay voces pidiendo la elección de una constituyente y “mandar al
carajo a los corruptos”. ¿Veremos pronto la convocatoria y elección de una
constituyente argentina? ¿Y una nueva constitución argentina? ¿Y nuevos poderes
electos con una nueva visión de país y de metas? ¿Y qué tal la instauración de
una democracia participativa?
Cuanto mayores sean
las penurias sociales y económicas, más alejadas del pasado serán las
soluciones. Tenemos tiempos de penuria, es cierto, pero benditas seas esas
penurias porque luego tendremos más base de comparación y, por cierto, de
seguro aborreceremos tanto nuestro pasado inmediato que de ninguna manera
querremos volver a nada parecido a lo que para entonces ya será una etapa
afortunadamente superada. Los grandes sacudones, vale decir, las grandes
tempestades dejan recuerdos tan imperecederos que entre las resoluciones que se
toman al volver la calma está la de evitar a toda costa otra tempestad. Una
buena tormenta es una excelente vacuna para disfrutar una calma saludable.
Los males
argentinos tienen unos cincuenta años. Los nuestros, los más recientes, un poco
menos. Nuestro reventón fue antes que el de ellos. No es que nosotros tal vez
seamos más impacientes que ellos, sino que nuestro “Festín de Baltasar” fue
antes que el suyo. ¿Cómo? Recordemos que por allá por los años setenta y
comienzos de los ochenta vivimos lo que Tarre Murzi llamó la Venezuela Saudita
(que, dicho sea de paso, siempre me pareció ofensivo contra los sauditas).
Dándole el beneficio de la duda y poniendo las buenas intenciones por delante,
asumámoslo como comparación con los faraónicos y pomposos dispendios que
algunos jeques y encopetados ultra-millardarios árabes realizan con cierta
frecuencia). Fue la época cuando fuimos súbditos del “imperio del tábara (Ta
barato, para los desmemoriados que ahora abundan). Tiempo de exóticos regalos,
donaciones y extravagancias. Epoca de la torticas de casabe con caviar y de los
LTD blancos con cortinita y lamparita en la parte de atrás. Momentos aquellos
de los sacos de cuadritos, melenita, patillas, brincadera de charcos y los que
fanfarronamente se jactaban de beber Royal Salute o champaña rosada de La Viuda porque, si era lo que
tomaba el capitoste, ergo era lo mejor del mundo. A los argentinos les tocó su
propio festín entre finales de los ochenta y buena parte de los noventa.
Nuestro festín fue sodomo-gomorreano y aún así no nos terminó de destruir.
Quedó un poquito. El de ellos, sin duda, nos superó; fue por sus consecuencias,
más destructivo que el nuestro. De nosotros, en buena hora, se salvó una parte
y, además, llegó en buen momento y a tiempo la hora del rescate por parte del
pueblo. Hagamos votos, seamos muy solidarios y ayudemos para que sea cuanto
antes que el pueblo argentino haga rescate de si mismo.
No lo decimos
nosotros. LO DICEN ELLOS MISMOS: ¡Gracias Venezuela por el ejemplo! Una vez más
estará en la historia que se leerá, en el futuro amplio, bello y generoso que
espera a nuestra América, ¡EL EJEMPLO QUE CARACAS DIO![1]
Septiembre 13,
2002.
1) Nota para los amigos de otras tierras: “El
ejemplo que Caracas dio”, última estrofa del Himno Nacional de la República Bolivariana
de Venezuela.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
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