viernes, 1 de julio de 2011

Habló El Presidente.

Si señores, ¡que novedad! Ja, ja, ja, ¡como si no hubiera hablado nunca! O, siendo algo condescendientes, como si solo hablara de vez en cuando.

No había terminado de hablar el 30 de junio a las 9 de la noche (hora venezolana; ojo, no de Miami) y ya se había alborotado, peor que aquelarre de guacharacas, toda la caterva de escuas y toda la gusanera, y unos cuantos más. No solo de Venezuela, de casi todo el mundo.

Primero fue asunto de una letra. La letra “n”. ¿No lo creen? ¡Si! Esa sola letra les creó un enredo mental gigantescamente contradictorio. Siempre cacareaban Chávez vete ya, para Cuba. Recientemente, Chávez veNte ya, de Cuba. Si alguien lo entiende que me lo explique despacito.

Se quejaban amargamente porque Chávez no hablaba y ahora se quejan porque habló. Y por cierto, habló claro, corto, explicativo, dando razones científicas y amorosas altamente comprensibles aún para el más tarado de los oyentes escuas. Pero, ¿Qué les pasa? ¿Cómo es la cosa? Si no habla no me gusta y si habla, tampoco.

No ameritaría ningún comentario si ellos se hubieran mantenido dentro de las reglas de la decencia, de la moral, de la ética, del respeto a los demás seres humanos. Agrego a los creyentes: dentro de la moral cristiana (y las otras religiones también).

No lo hicieron. Basta darse un paseíto por las redes sociales y sentir el efecto vermífugo que producen sus comentarios. ¡Que asco! Parecen escritos por androides, con el perdón de los androides. Me precio de tener un fuerte estómago y un epiplón a toda prueba; pero, no hagan mucho esfuerzo para creerme, me dieron ganas de vomitar. Tanta escatofagia junta enferma.

Esos encumbrados ESCATÓFAGOS dieron rienda suelta a sus más altos valores coprológicos y los volcaron generosamente en sus escritos y comentarios. Como se ve que se regodean sumergidos en un albañal inmundo. Solo pude soportar leer unos cuantos. El tripero se me rebeló.

Solo tuve ánimos y fuerza para enviar un tweet a uno solo. Este cafre se regodeaba peor que hiena hambrienta ante la posibilidad de muerte ¡ya! del Sr. Presidente. A pesar de todo me apiadé de él y le desee que viviera eternamente. Parece mentira, no puedo abjurar mis valores ni siquiera ante una inmunda ave carroñera onanista. Que Dios se apiade de ellos.

PATRIA SOCIALISTA O MUERTE - ¡VENCEREMOS!

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