domingo, 18 de octubre de 2015

Fedecámaras



En Venezuela hay un refrán que dice así: Picao e'culebra cuando ve bejuco brinca.
Algunos lo expresan de otra manera: El que lo picó culebra corre cuando ve bejuco. En síntesis, popularmente se expresa que la voz de la experiencia nos informa ante cualquier peligro cualquiera sea su naturaleza.

Voy a enlazar la sabiduría popular con una cita bíblica: Por sus obras los conoceréis. Las palabras se las lleva el viento y lo que perdura y vale son los hechos, las obras de los hombres.

Tangencialmente voy a invocar otra expresión que he oído desde que era apenas un muchacho: Todo lo bueno para Fedecámaras es malo para el pueblo. O viceversa: Todo lo bueno para el pueblo es malo para Fedecámaras.

Nota explicativa a mis queridos lectores de otras latitudes: Fedecámaras es la Asociación de Federaciones de Cámaras de Comercio y Producción de Venezuela, organización que agrupa a los empresarios, aunque no a todos. Siempre han pertenecido a esa asociación los tradicionales empresarios más rancios, herederos de las oligarquías que se originaron en el período colonial, los más conservadores y, casi siempre, politicamente pertenecientes a la derecha o ultra derecha. Es equivalente de lo que en España llaman “la patronal”.

Tal vez alguno se esté extrañando y preguntando a que se debe esta aburrida introducción. Verán. La última gran acción política de Fedecámaras; por cierto de muy ingrata recordación, fue el golpe de estado contra la Revolución Bolivariana y el Presidente Hugo Chávez que generó un gobierno de facto encabezado por el mismísimo presidente de Fedecámaras Pedro Carmona Estanga en Abril de 2002 y el paro sabotaje petrolero, de finales de 2002 y comienzos de 2003, que causó inmensas pérdidas a la República.

Hace poco tiempo, el día 2 de Agosto próximo pasado, el periodista José Vicente Rangel entrevistó en su habitual programa de televisión al nuevo presidente de Fedecámaras, Sr. Francisco Martínez a quien no conozco, primera vez tengo algún conocimiento sobre él y de quien, como es natural, no hago juicios de valor.

Como soy picado de culebra brinqué cuando vi el bejuco; pero, no obstante, puse atención a la entrevista. Por sus palabras (esperemos los hechos para luego juzgar), el Sr. Francisco Martínez se pareció a la Madre Teresa de Calcuta y no digo más porque ustedes me entienden de sobra.

Sin embargo, de todo aquel palabrerío florido y aparentemente con muy estudiada humildad y maravillosas intenciones, al Sr. Martínez, creo yo, se le escapó una perla y dejó ver alguna costurita. Entre las peticiones compulsivas que puso al Gobierno Nacional para un entendimiento entre las partes; es decir, entre el sector privado (se abroga la representación de TODO ese sector y no solo de una parte que creo minoritaria pero con mucha plata) y el público, estuvo la revisión del sistema de control cambiario pidiendo practicamente su desaparición inmediata, así como la eliminación de toda traba, liberar las importaciones de “materias primas, productos semielaborados, productos elaborados, piezas y repuestos, etc., etc.” y, no podía faltar el eterno ritornello, la liberación de los precios; es decir, abandonar de inmediato cualquier control por parte del Estado.

El Sr. Martínez se hubiera ganado de inmediato mi admiración y respeto si hubiera siquiera señalado la posibilidad de repatriar, al menos parte de los capitales que tienen en el exterior, instalar en el país fábricas de tantos productos de fácil elaboración que han venido importando durante tanto tiempo para incorporarlos a esos que ellos ensamblan y por los cuales, en su mayoría, pagan royalties bien abultados a consorcios extranjeros.

El Sr. Martínez se hubiera ganado mi admiración y respeto si hubiera hecho, por lo menos, alusión al problema de los bachaqueros, la especulación, el acaparamiento y el boicot generado por miembros de su asociación como estrategia de la guerra económica en que han sumido al país durante tiempo que, a mi entender, ya resulta demasiado. El mutis al respecto fue total.

Repetiré por enésima vez lo afirmado por Antonio Guzmán Blanco, un gobernante muy corrupto del pasado Siglo XIX, quien se entregó en cuerpo y alma a la ultra derecha oligárquica y al imperio británico (en minúsculas en señal de asco y repudio) quien dijo que “en Venezuela no hay empresarios sino pulperos “enfranelaos””. Pues sí, concuerdo con el llamado “autócrata civilizador” porque los llamados “empresarios” de nuestro país, salvo honrosas excepciones, son eso, pulperos y no empresarios porque no emprenden nada, no invierten sus propios capitales, no arriesgan nada y, sobretodo, no innovan ni crean adelantos para sus llamadas empresas y siempre se han limitado a importar toda clase de cachivaches que venden con módicas ganancias del 500% como mínimo. Y para ponerle la guinda a la torta, siempre se han opuesto vehementemente a las reivindicaciones sociales de sus trabajadores; es decir, de aquellos que con su esfuerzo y sudor cotidiano les producen tantas ganancias, así que me hubiera encantado que el Sr. Martínez se hubiera referido al establecimiento de relaciones laborales más dignas.

Que nadie me critique por cuanto digo ya que solo me he referido al pasado. Esperaré lo que promueva Fedecámaras de ahora en adelante y ojalá que las aparentes lágrimas vertidas no sean de cocodrilo o; dicho de otra forma, que rectifiquen su conducta de tal manera que sus futuras acciones se traduzcan en hechos concretos en beneficio de la patria y no solo egoistamente de sus propios bolsillos y los de sus mentores imperiales. Sin embargo, han pasado más de dos meses y, hasta el momento, no he sabido que haya o hayan dicho nada nuevo.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!

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