La
guerra desatada contra todo nuestro país es verdaderamente obra de
cerebros terriblemente malvados que no se paran ante ningún freno,
sea moral, ético, humano, psicológico o de cualquier otra índole
para causar daño a nuestro pueblo. Su único afán es destruir, como
sea, a toda costa, la Revolución Bolivariana. La perversidad los
lleva a intentar minar todos los valores del pueblo para luego usarlo
como su peor instrumento. Ellos creen y aspiran que sea el propio
pueblo beneficiario de SU revolución quien les haga el trabajo de
destruirla, lo cual, sin duda, significa, que ese pueblo se
convertiría en un monstruo torpe que generaría su propia
autodestrucción. Redundo en mi intención de explicarlo mejor.
Tomemos
el fenómeno del bachaqueo. La perversidad es tal y el resultado tan
catastrófico que han inyectado en la mente de muchos la aberración
que lleva al ROBO DEL PUEBLO POR EL MISMO PUEBLO. Que los poderosos
nos roben es casi como si fuera el orden natural establecido a lo
largo de siglos, son ricos porque siempre han robado a los pobres, de
lo contrario, no existirían ricos ni pobres porque la riqueza se
hubiera distribuido equitativamente. Para lograr su diabólico
propósito se apoyan en cualquier manifestación de pecado y
perversión para lograrlo.
Una
de esas de esas creaciones propias del mismo Lucifer es el caso del
paramilitarismo colombiano, sobre el cual no voy a entrar en detalles
porque el tema ha sido analizado y explicado por gente que ha
estudiado el caso en profundidad. Muchos han teorizado sobre su
origen, causas, consecuencias, métodos, formas de actuación y,
sobre todo, sus consecuencias no solo en la vida diaria y real de los
colombianos, sino también lo que que ha chorreado sobre los
venezolanos.
En
esta guerra, los paramilitares son solo aliados circunstanciales que
la burguesía universal, los poseedores de las mentes más perversas
que, inclusive, gastan millones y millones en estudiar cada día
métodos y procedimientos que los catapulten hacia ese ansiado logro
de echar por tierra la Revolución Bolivariana.
Se
ha repetido hasta el cansancio lo que todos sabemos a ciencia cierta
quienes son los promotores de esta extraña y peculiar guerra,
excepto aquellos a quienes les han tapado los ojos, obstruido sus
oídos y aniquilado la capacidad de razonar, de reflexionar, de
pensar, para lo cual utilizan otro aliado que, a su vez, es parte de
ellos mismos: lo que siempre he llamado los medios de alienación
porque son precisamente eso y jamás les diré medios de
comunicación.
Pero
hoy voy a referirme a una consecuencia poco visible en las muchas
lecturas que han salido sobre la guerra total que sufre Venezuela y
su gente: el efecto sobre el alma y el espíritu de,
desgraciadamente, una parte de nuestra población que, también como
consecuencia de sus métodos y prácticas, se ha vuelto un poderoso
aliado de sus propios atacantes y destructores.
No
es el alza de los precios de los productos esenciales o no, de
primera o última necesidad, no es la escasez de los mismos, no es el
terrible drama de buscarlos en todas partes para satisfacer
necesidades reales o inducidas lo peor. No, no es eso, es EL EFECTO
CAUSADO SOBRE LA PSIQUIS, EL ALMA, EL ESPÍRITU, LA CONCIENCIA DE
MUCHOS HABITANTES DE NUESTRA TIERRA que no es otro que la
desesperanza, la rabia, la amargura, la tristeza, la decepción que a
la larga se convertirían, eso esperan, en la rendición total e
incondicional ante los causantes promotores de la guerra.
Males,
fallas, errores, faltas, inconformidad siempre ha habido y siempre
habrá aquí y en cualquier parte. La felicidad es solo una utopia
que, como afirma Galeano, a medida que se caminan diez pasos hacia
ella, ésta se aleja también diez pasos por lo que la utopía nos
sirve solo para caminar, avanzar; así ha sido y así siempre será.
Pero todos debemos caminar ESPERANZADOS Y OPTIMISTAS, CON BUENA CARA,
SONRIENTES HACIA LA UTOPÍA.
Pero,
¡que desgracia! - Esta maldita guerra inventada, generada e
impulsada por verdaderos y reales diablos ha producido tristeza,
amargura y desesperanza en muchos de nuestros compatriotas y contra
ella debemos luchar echando mano a nuestra mayores y mejores reservas
morales y espirituales. Es absolutamente necesario, vital para la
normalización progresiva de este actual estado de cosas que, como
pueblo arrecho y retrechero acostumbrado historicamente a enfrentar y
vencer todas las dificultades, lo hagamos con decisión y coraje con
buen ánimo, con una sonrisa en los labios sabiendo que así, solo
así, saldremos victoriosos. No permitamos que otra derrota histórica
nos sumerja en otros dos siglos de calamidades como los que acabamos
de comenzar a superar hace apenas tan solo dieciseis años con la
llegada, con la hermosa alborada de la Revolución Bolivariana. No
podemos sucumbir ante esta prueba y benditos sean los problemas que
debemos enfrentar porque solo la superación de éstos nos permitirá
aquilatar lo que somos capaces de hacer.
¡INDEPENDENCIA
Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ
VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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