A
raíz de mis anteriores escritos, basicamente sobre la falta de pago
de las deudas de Las Empresas del Estado, en los cuales toqué
tangencialmente algunas dudas que tengo sobre el falimento, real o
aparente, de algunas de ellas, un acucioso lector me escribe y me
hace generar otras dudas de mayores dimensiones por los temas que
abarca.
La
noche del 20 de Agosto de 2015, el Sr. Presidente Maduro anunció la
declaratoria del Estado de Emergencia Constitucional en varios
municipios del Estado Táchira y, previamente, había ordenado el
cierre temporal de la frontera con Colombia el cual por cierto
extendió. Las causas que originaron esas decisiones son ampliamente
conocidas por la opinión pública.
El
lector asocia mis dudas con las suyas y opina que las mías son solo
parte de una estrategia mayor contra la Patria. Veamos.
Un
macabro plan mucho mayor para destruir la Revolución Bolivariana
elaborado por mentes sumamente perversas está en ejecución. Una
pequeña parte sería lo que supuse en mis aludidos escritos, pero
otras de sus partes serían:
La
Guerra Económica, que a su vez se ramifica en muchos frentes, el
acaparamiento de productos esenciales o no, la especulación
desmedida con incrementos de precios programados en el tiempo, el
saboteo a la producción, el estrangulamiento también programado al
flujo de muchos, o casi todos los productos en las cadenas PRIVADAS
de distribución. Aquí me detengo.
Esa
guerra económica tiene bastante tiempo en ejecución, no crean que
es algo nuevo y reciente. Debe haber comenzado cuando Polar, la
empresa con la mejor, más amplia y más eficiente sistema de
distribución, suspendió, es decir, canceló la distribución de
productos esenciales a las bodegas de barrios y pueblos pequeños.
Pero, como cosa realmente curiosa, dejó de distribuir comida y otros
productos esenciales pero jamás cerveza. Esa suspensión coincidió
con la eliminación de sus manifestaciones visibles en sus camiones y
gandolas, desde entonces usan camiones anónimos, sin publicidad
alguna. Por supuesto, la acción iniciada por Polar fue seguida de
inmediato por otras empresas que producen artículos esenciales. Lo
curioso del caso es que existen muchos productos de uso diario que no
son considerados esenciales pero sí son útiles según como opine
cada consumidor y un ejemplo sencilla sería la pintura de uñas para
las damas. Es inconcebible que 14 cc de ese producto se venda a Bs.
300. Quienes tenemos algún conocimiento sobre elaboración de
productos y las materias primas que se usan, sabemos que esas
cantidades insignificantes no pueden jamás llegar a esos niveles,
tal como es el caso de los tornillos cuya cantidad de metal es apenas
de gramos y si hiciéramos la proporción a toneladas, ¿a cuanto
estaría entonces la tonelada de acero? Igual ocurre con los
artículos de plástico, no es posible que el costo de un pequeño
peine y su consiguiente precio de venta alcance las dimensiones
estratosféricas que tiene actualmente. La conclusión lógica es que
hay por parte de algunos factores un robo programado para exasperar a
la población. Repito, no es solo la comida y los artículos llamados
esenciales, la incidencia de la guerra económica surte su efecto
negativo en los precios que suben a diario sin que se hayan renovado
los inventarios, lo cual forma parte también de algo perverso
previamente programado. Es cotidiano encontrar subidas de precios sin
justificación a productos existentes hasta en los mismos anaqueles
y, perdonen la alusión personal, yo mismo he visto empleados
cambiando las etiquetas a la vista de todos.
Hace
tiempo, me contaba el propietario de un pequeño negocio, que los
distribuidores le llevaban regularmente la lista de precios a los
cuales debía vender; entonces, me pregunto la razón por la cual los
distribuidores mayoristas imponen los precios al detal. Otro
mecanismo empleado que ya he comentado en algún escrito anterior es
el cobro extra, “por debajo de la mesa”, sin factura ni
justificación alguna que muchos distribuidores exigen a los pequeños
comerciantes como condición para hacerles el suministro. Todo esto
último es, sin duda alguna aberracion comercial injustificada e
ilegal o, en pocas palabras, descarado chantaje, es decir robo bajo
presión. Si no me pagas el extra que te pido no te vendo y tu no
vendes, tu no ganas para vivir, que obliga al minorista a
aumentar los precios de venta a los consumidores finales. Métodos
total y absolutamente mafioso implantado por verdaderos delincuentes
que se hacen llamar empresarios, y la pregunta que nos deberíamos
hacer es de donde se han importado esas prácticas delincuenciales
que nunca se habían visto en nuestro país. Y hay un efecto curioso
pero lógico, el cliente final culpa al pequeño bodeguero de barrio
cuando el verdadero LADRÓN es el mal llamado empresario grandote que
controla la cadena de distribución.
Parte
de la estrategia de la guerra económica es la parte psicológica a
través de los medios de alienación. Los llamo así por la sencilla
razón de que no son “medios de comunicación” sino medios de
distorsión de la realidad y verdaderos inventores de mentiras y
falsedades. A eso no me referiré por ahora y lo dejaré en manos de
los llamados científicos sociales.
¿Y
qué podemos decir del bachaqueo que no se haya dicho? No diré nada
ahora porque tengo la gran ilusión, la iluminada esperanza que este
horroroso fenómeno comience pronto a extinguirse; entre tanto, pido,
clamo a mi pueblo que no haga colas, no compre a bachaqueros, no
acepte ventas condicionadas. Esta clase de ventas es un chantaje, es
decir, robo bajo presión. Dejemos de ser pendejos, caer en esas
trampas es escupir hacia arriba. Ustedes me entienden.
(Continuará)
¡INDEPENDENCIA
Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ
VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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