jueves, 6 de marzo de 2014

Las guerras económicas – Quinta Parte



En mi anterior escrito afirme que “...los venezolanos y los pueblos del planeta en general, ESTAMOS DESUNIDOS.....No contamos con ningún equipo científico asesor que nos ilustre en la manera de cómo defendernos de ellos. Si tuviéramos alguna orientación tal vez no caeríamos como verdaderos pendejos en las trampas que nos tienden regularmente.” Naturalmente, si supiéramos lo suficiente, si tuviéramos experiencia práctica en el manejo de esos intríngulis o si contáramos con equipos de expertos asesores, no caeríamos tan facilmente en las trampas que nos ponen a cada rato para esquilmarnos los bolsillos.

Seguramente, comentando estas cosas entre amigos nos daríamos cuenta, por lo menos, de algunas de las trampillas menores. Al profundizar en el asunto, comparando experiencias, tal vez, detectaríamos trampas mayores.

Intentemos explicar la trampa más usada en esta guerra económica, el arma más certera empleada por la mayor empresa distribuidora de alimentos en el país para crear malestar social y, por supuesto, echarle la culpa al Gobierno y a la revolución Bolivariana de los males que ELLOS nos causan.

Empiezo explicando el basamento utilizado. Toda empresa productora o distribuidora de productos de venta masiva sabe estadísticamente el promedio volumétrico, por clase, tipo, empaque de cada producto que cada punto de distribución o venta maneja por unidad de tiempo. Dicho más fácil, sabe aproximadamente cuantas unidades de producto, por ejemplo, kilos de harina de maíz semanal, mensual, etc. vende cada supermercado. Asumamos que un determinado abasto vende al público un promedio de 5.000 kg. de harina de maíz por mes. La empresa utiliza ese dato para planificar sus rutas y frecuencias de distribución; así como también su producción y en base a esos datos, y otros más, para optimizar sus ganancias.

El Libertador Simón Bolívar sentenció que el talento sin probidad es una azote. Ellos usan el talento para causarnos daño, son un verdadero azote. Utilizan esos los datos señalados anteriormente para descoyuntar el mercado, crear una sensación artificial de escasez aunque efectivamente venden lo mismo o más de lo que vendían anteriormente. Repito, crean una artificial sensación de escasez, no hay tal escasez como ellos pretenden hacernos creer y, a fe de Dios, lo han logrado.

¿Como lo hacen? Muy sencillo. Ya han creado la idea generalizada que no hay suficientes productos para todos, de tal forma que cada uno puja por abastecerse y comprar por encima de sus necesidades reales. Esto simple y sencillamente incrementa la demanda. Al abasto del ejemplo le resulta insuficiente su dotación de 5.000 kg. mensuales, cantidad que mantienen en sus programas de despacho.

Cuando van a realizar un despacho se encargan de difundirlo abierta o subliminalmente. Alguien avisa a alguien que en determinado momento será surtido el abasto tal. La noticia se riega y acuden masivamente tanto los clientes habituales como los circunstanciales y además los otros. Antes de la llegada del camión una larga cola de gente ansiosa lo está esperando y no pasa mucho tiempo sin que las molestias habituales, el calor, el tiempo de espera, etc. les altere el humor. Muchos casos se han dado de reales trifulcas, algunas con consecuencias lamentables. La generación de habladurías, consejas y fantasías se da en profusión y no falta un estratégico infiltrado que empieza a correr la voz que la culpa es del gobierno. Mucha gente se lo cree sin el menor esfuerzo. Parte de daño ya está hecho.

Llega el camión. La angustia aumenta a medida que lo descargan. Las molestias y el mal humor se incrementan. Limitan la venta por persona a cierto número de unidades y eso genera más habladurías de otro tipo – ¿cuando en mis días? Era feliz cuando había para todos lo que quisieran – que generalmente dan pié a más comentarios perversos, incrementa el mal humor y se aumentan las posibilidades de conatos de pleitos entre los sufridos y ya acalorados insatisfechos clientes.

El resultado final es que en muy poco tiempo venden la dotación para, digamos, una semana, cobran de contado al brinco rabioso, y aunque muchos compran MAS DE LO QUE NECESITAN, otros muchos se van furiosos con las manos vacías.

Hay personas que han desarrollado la habilidad, o tienen los contactos que se lo indican, para estar en toda cola en todo supermercado para abastecerse. Conozco una familia en particular que siempre tiene una dotación mínima de 40 paquetes de harina de maíz; pero, hay otra perversión: parte del cargamento NO LO VENDEN AL PUBLICO DE LA COLA. No. Lo apartan en los depósitos para revenderlo a los pequeños comerciantes, buhoneros, bodeguitas de barrio, etc. pero se lo venden a precio de detal, no a precio de mayor, o más caro. Estos otros compran caro, son especulados, así que ellos se ven obligados a revender a precios elevados. Al final del final terminan los pobres robando a los pobres, la cosa más fea del mundo.

Inútil decir que, además de lo explicado, hay otros mecanismos, acaparamiento, especulación, usura, pero hoy vamos a quedarnos con un solo ejemplo.

¿Como acabar con esta perversión? Lo único que se me ocurre es que nadie vaya a hacer colas frente a los puntos de venta. Que descarguen los camiones, que exhiban los productos como hacían antes y que todo vuelva a la normalidad.

¿Qué les parece proponer al gobierno que establezca una regla mediante la cual la descarga de los camiones se haga solo de noche cuando la mayoría duerme?

El ejemplo de la harina ha contagiado otros rubros. También están apareciendo las colas para el arroz, café, aceite, papel higiénico, etc. Claro, el truco es formidable, venden más, cobran de inmediato y logran su satánico propósito de poner a la gente en contra del gobierno. Loa a los genios creadores de la maldad, los talentosos que usan sus circunvoluciones cerebrales para joder a los pendejos.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS! - ¡CHÁVEZ VIVE Y VIVE! - ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!

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