Pérez Jiménez y luego la IV República nos anunciaron el desarrollo de la hidroeléctridad en Guayana con grandes fanfarias y nos hicieron ilusionar en esa enorme panacea futura. Las bases concretas para ese gran desarrollo estaban totalmente sustentadas; no era falso el fantástico potencial del Caroní. Para ellos, quiero decir esos gobiernos, todo se convirtió en una fastuosa vitrina donde se exhibían entusiasmantes proyectos que parecían farónicos, pero que en razón de la realidad eran viables, realizables y - invento una nueva palabra - concretizables.
Los trabajos físicos empezaron precedidos de grandes augurios y los mejores deseos nacionales porque se abriera una enorme vía expedita hacia un desarrollo practicamente sin límites. El futuro del país estaba y, sigo diciendo, estará en Guayana. En esos "goriosos" años del inicio, se anunciaba con certeza más que cierta basada en cifras irrefutables, que la hidroeléctricidad generaría el nacimiento y desarrollo de las nuevas industrias pesadas del hierro, aluminio y una larga etcétera que, entre otras, incluía la electricidad "sin límites" para todo el país. ¿Recuerda alguien la consigna que surgió pocos años después: "Viva mejor con electricidad", una clara incitación al consumo y derroche de la energía? Por cierto, burda copia de la propaganda gringa "Live better electrically".
Desgraciadamente nada es perfecto. No voy a referirme a la enorme ristra de errores, fallas, guisos, desaguisados y corrupción rampante que signaron siempre el desencadenamiento de todos esos ambiciosos programas. Tampoco a los tantos llamados de alerta por parte de gente sanamente preocupada que pensaba en el país y no en los crematísticos intereses de tantos que metieron sus manos sucias en el enorme sancocho de Guayana, al punto que el caldo se puso morao más de una vez.
Eso forma parte del pasado y de la historia y hay muchísimos que no quieren que se lo recuerden. Les da tortículis voltear atrás la mirada, el cuello está impedido para girar. Los complaceré para su especial beneplácito y solo haré un rápido pase rasante sobre lo más reciente.
Hace poco reventó lo que tenía que reventar. El sistema eléctrico interconectado nacional colapsó, y sigue colapsado; pero, ¿por qué? No hacen falta sesudos analistas para explicarlo. La respuesta es sencilla y voy a comenzar por lo intuitivamente obvio aún para el observador más distraído. La electricidad se genera, se transmite, se distribuye y se consume; pero, obvio también, no se puede consumir más de lo que se genera menos lo que inivitablemente se pierde en la trasminsión y distribución. Si el consumo crece porque también la población crece, porque la actividad fabril y otras crecen, Perogrullo dixit: la generación debe crecer al igual que las capacidades para trasmitir y distribuir. Y de paso sobrar una cantidad razonable para cubrir cualquier contingencia.
El problema se incubó a la largo del tiempo. Creció lo que inevitablemente tenía que crecer y no creció lo que el trabajo de los hombres tenía que hacer crecer. Nadie ha explicado razonablemente bien este contrasentido. ¿Por qué no se hizo algo tan elemental, sencillo y, a la vez, necesario e imprescindible?
Por supuesto que tengo mi respuesta a la interrogante anterior. Ojo, es mi respuesta y me responsabilizo por ella. No se hizo nada porque a nadie le interesó, y no les interesó porque no les producía réditos de la manera como estaba planteado. El tiempo se les fue replanteando otro esquema; pero, el tiempo se les alargó demasiado.
Si se prevee que el consumo indefectiblemente crecerá, el primer paso es estimar, dentro de parámetros más o menos razonables y lógicos, cual será ese crecimiento a lo largo de un determinado período. Esas cifras conducen a la elaboración de proyectos tecnicamente factibles para generar más, trasmitir más y distribuir más. Hasta ahí todo sencillo, ¿cierto? Pero, afirmo, no es lo mismo realizar todo eso considerando una situación para beneficiar al pueblo, dentro de un plan mayor pensando en el sano desarrollo del país, que hacerlo pensando solo en los mayores beneficios de un grupito a quienes no les importa el pais.
Hace unos 30 a 40 años se presentó la disyuntiva. ¿Con cual de las consideraciones o dentro de cuales de ellas se acometería el desarrollo futuro de la electricidad en general en Venezuela? En todo el país, porque el caso Guayana no es de ninguna manera limitativo y tiene que estar enmarcado en toda la dinámica nacional. Guayana no es ni puede ser una isla. Lo malo fue que los sectores interesados no se pusieron de acuerdo porque eso es un imposible y cada uno empezó a arrimar la sardina hacia su propia brasa. Esa diatriba sorda, y a veces no tan sorda, generó todo el descalabro que se vive hoy. Veamos.
En esos años se nos inoculó el desastroso virus del neoliberalismo. Todo para el capital, nada para la gente. Ellos hicieron todo lo posible, y casi lo lograron, hacerse los dueños del país. Controlaron el gobierno y la vida social y económica del país, pero los cambios que impuso el pueblo antes de lo esperado y contra todos los pronósticos, les desbarató los planes; sin embargo casi se habían perdido 30 años.
La pérdida de todo ese largo período tuvo como resultado que no se invirtió en generación, tramisión y distribución sino una pírrica suma, la mayor parte de las veces obligados por las circunstancias, al punto que entre 1980 y 2000 tan solo se instaló la pequeña cifra de aproximadamente 2000 MW. En contraste, entre 2000 y 2010 se ha instalado más del doble. En este último período el consumo casi se ha duplicado.
Ese era el cuello de botella que quería señalar y en el cual estamos actualmente atascados. Hay otros puntos a considerar pero la estadística no la voy a detallar. Eso está ampliamente documentado y al alcance de todo interesado.
Continuaré.
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE - ¡VENCEREMOS!
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