domingo, 27 de junio de 2010

Adversidad o Simplemente Dificultades

Aclaratoria. Más bien debería decir nota introductoria. Este escrito es viejo; lo hice el 14 de septiembre de 2002, dos meses y medio antes del paro sabotaje petrolero que tanto daño le hizo al país. ¿Por qué lo saco a la luz ahora? No lo sé, me dió la gana. ¿Si fuera tuyo, por qué lo repetirías? Léelo y dame "tus razones".

Tajantemente afirmo: NO EXISTE LA ADVERSIDAD. Solo, y ocasionalmente, tropezamos con dificultades y éstas existen solo para ser vencidas. Dicen los llaneros que “el hombre es del tamaño del compromiso que se le presente”. En cierta ocasión alguien me dijo: “Benditos sean los problemas que nos aparecen de vez en cuando porque solamente su dificultad mide nuestra capacidad para resolverlos”. Desde entonces quise mucho a esa persona, y aunque murió hace tiempo, cada día la admiro más.

Si resolvemos un problema pequeño nos contentamos un poquito, pero si resolvemos uno grandote nos vanagloriamos y siempre, cuando el problema ha sido ya resuelto, volvemos atrás la mirada y con cierto asombro lo menospreciamos y hasta llegamos a exclamar: “y por esa tontería me estaba preocupando”. Pero, lo que siempre nos ocurre es que cuando tenemos un problema tenemos la tendencia a pensar que es el peor del mundo, que los demás viven felices y que somos los más desgraciados. Nos sentimos hundidos en un hueco negro y profundo del cual no hay salida, hasta que.....la encontramos. Luego olvidamos todo y venga de nuevo a repetirse el ciclo.

Hay personas que enfrentan sus problemas sin inmutarse. Simplemente se dedican y esfuerzan a resolverlos sin afectarse emocionalmente. Hay otros que patalean, lloran, maldicen, se quejan, pero lo resuelven. Hay muchos otros tipos, pero el peor es aquel que se sienta a esperar que venga alguien a resolverle su situación. Es más, hay algunos tan flojos, diría yo, que buscan quien se queje por ellos.

Sinceramente, con toda franqueza, ¿a cual de los tipos te pareces tú?

Pero, ¿por qué estoy hablando de cosas tan obvias que todo el mundo sabe? Cierto. Todos lo sabemos y lo estoy repitiendo para estimular a ciertos individuos a reflexionar, auto-analizarse con sinceridad y tomar las medidas necesarias para incorporarse al grupo de personas a las que admira, que deje de verlas desde la lejanía e incorporarse al grupo de los machos que se enfrentan a las benditas dificultades que les depara la vida, no solo con la frente en alto, sino con valentía, denuedo y coraje. Es con todos: hay que dejar la lloradera. Las plañideras son una institución muy venida a menos y en vías de extinción. El llanto nos deprime y nos quita arrestos. Por el contrario, el optimismo y la alegría nos envalentona, nos impulsa a empresas mayores y más sublimes y, lo mejor de todo, nos permite ver el horizonte y la meta con mayor claridad. De nosotros mismos depende el camino que tomemos ya que al llegar a cierta edad dejamos de contar con una aya que nos agarre de la mano y nos lleve. Es para ese momento que debemos prepararnos, no solo con el estudio y la superación intelectual, sino con la necesaria dosis de coraje que se requiere para enfrentar la vida o, dicho de otra manera, para vencer las dificultades.

Lo que llamamos adversidad es lo que algunos llaman pava, mabita, mala suerte. Es un estado de conciencia colectivo al cual suelen llevar a grupos (pequeños, grandes, pueblos y sociedades) de manera muy interesada con ciertos fines, desde luego inconfesables, para justificar ciertas acciones que, naturalmente, redundan en beneficio de pocos y en perjuicio de muchos. Y a ese beneficio de pocos se llega a través de un intrincado tejido de cuestiones políticas, sociales y esencialmente económicas. Es lo que eufemísticamente se llama manipulación de masas, lavado cerebral; en suma alineación total. Yo prefiero llamarlo embrutecimiento con consentimiento. ¡Sí!, con consentimiento de los embrutecidos porque ellos saben siempre lo que les están haciendo, o por lo menos lo presienten, y son felices, se regodean, lo disfrutan, cínicamente lo pregonan, descalifican e insultan a los que no se dejan embrutecer y se enorgullecen cuando dragonean que no hay mejores embrutecidos que ellos mismos. Todos y cada uno pugnan por llevarse la dudosa gloria de ser el embrutecido mayor. ¡Y vaya que tantos lo consiguen!

Colectivamente, una vía de escape a las responsabilidades individuales es no querer ver ni aceptar la adversidad como nuestra propia incapacidad para enfrentar las dificultades. Hacer como el avestruz; no veo el problema, luego no existe. No reconozco mi incapacidad y echo la culpa a otro, preferiblemente al sistema, o a “la situación”, que es algo difuso e inasible. Imaginemos una sociedad compuesta por cien elementos y todos tienen sus propias dificultades. Si nadie hace nada por resolverlas, el problema visto desde el punto de vista general, se agrava. En cambio si, digamos, cincuenta resuelven los suyos propios individualmente considerados, el grupo como tal habrá resuelto LA MITAD de lo que compone su adversidad. La adversidad social no es más que la sumatoria de las dificultades individuales y a eso, para darle otra dimensión QUE NO TIENE, se le llama crisis y, ¡oh, la salvación!: yo no tengo nada que ver, el único culpable es el gobierno. Que oportuno, que alivio, ya me liberé de culpas y de responsabilidades, ahora que venga el gobierno a superar mi miopía y mi cobardía para enfrentar mis propias dificultades; en resumen, a resolver mis propios problemas. Así me escapo fácil, cómodo y sin esfuerzo alguno. Pero lo malo radica en que independientemente de lo que el gobierno haga por todos, mi propio problema persistirá y se complicará hasta tanto YO MISMO lo resuelva.

Ingredientes de la crisis inducidas (creadas) son, en primer lugar, la incapacidad individual para superar las dificultades propias; segundo, la natural inclinación de muchos de culpar a otros de su propia incapacidad; tercero, la estúpida satisfacción de ser embrutecidos a sabiendas. Redundo al afirmar categóricamente que los embrutecidos resultan ser excelentes propagadores de esa psicosis colectiva, o sea, del estado de conciencia al cual me referí anteriormente.

¿Un ejemplo concreto de la Venezuela actual? – La crisis (adversidad) económica de nuestros días ha sido inducida (creada) artificialmente y en esa creación intervienen, entre otros, los factores políticos que la atizan, los factores empresariales que la ejecutan, los factores mediáticos que la promueven y los peores cómplices: los embrutecidos que colaboran en todas la fases de la conspiración. Las razones son evidentes: los mal llamados empresarios venezolanos, reconozcámoslo, no han sido nunca EMPRESARIOS. Han sido unicamente depredadores del tesoro y de la riqueza nacional y lo han hecho entretejiendo complicados mecanismos de complicidad entre ellos mismos, y con burócratas puestos a su servicio. Empresario viene de emprendedor y ellos no son empresarios porque nunca han emprendido nada. No han creado nada salvo mecanismos para medrar. Nunca se les ha ocurrido gastar un solo centavo para fundar establecimientos de investigación que los ayude a producir más y mejor, crear nuevos productos, diseñar métodos, equipos y maquinarias más productivos, incentivar nuevas ideas y procesos, entrenar, orientar, inducir, capacitar a su personal, bajar costos e incrementar la productividad. Claro, siempre esperaron que su aya, papá Estado, los agarrara de una mano y los llevara a paraísos de ganancias fáciles sin arriesgar dinero de su propio peculio, sin demostrar innovaciones, ideas ni creatividad. Sin ellos resolver sus propias dificultades porque siempre ha sido más fácil contratar proyectos “piratas” a fin de conseguir créditos baratos del Estado para no pagarlos nunca y, con ciertas complicidades, comprar maquinaria chatarra a precios de nuevas, importar materia prima, partes, componentes y otros insumos de mala calidad y ensamblarlos luego como productos nacionales. Para colmo, cargar como costos de la empresa gastos personales dispendiosos, declarar pérdidas artificiales y no pagar impuestos, además de burlar otros como los derechos aduanales utilizando el subterfugio de la sub-facturación y, peor aún, mediante el contrabando. Olvidaba incluir la contratación de personal fuera de las normas sin cumplir con los mínimos establecidos en las leyes, el no pago de salarios justos, el robo de los aportes de los trabajadores al Seguro Social, la ausencia de seguridad industrial, el robo de las prestaciones sociales, muchas otras formas de desconocimiento de los derechos de los trabajadores, muchos otros abusos que no son más que vil e inhumana explotación.

Como no quieren ni saben trabajar han inventado una crisis que solo existe en sus mentes. No saben ni se atreven a resolver sus propias dificultades. Solo saben medrar y quieren seguir medrando. Han creado artificialmente una crisis en conjunción con los factores ya dichos y la especial colaboración de los embrutecidos que funcionan como maravillosos coros de voces agoreras, de dolientes plañideras, de esparcidores de la psicosis que tanto les beneficia. Sin embargo, lo bueno es que no han tenido ni siquiera un ápice de creatividad para diseñar su plan. Este plan es burdo y sus partes fácilmente identificables y, desde luego, fáciles de contrarrestar.

Pero, veamos en que consiste el plan que están ahora poniendo en práctica. Sencillo, quieren lograr sus efectos utilizando tres vías: primero, cierran sus puertas y echan los trabajadores a la calle intentando crear una gran conflictividad social, a la vez que ellos mismos atizan el problema del desempleo. Segundo, ellos como empresarios, importan o traen de contrabando los productos, generando de paso fuga de divisas, y ganan más al reducir sus costos: solo un depósito y vendedores a comisión en vez de un grupo de trabajadores y todos los costos y esfuerzos que acarrea el producir. Tercero, con el falso mensaje que desestimula la inversión se auto protegen contra posibles futuros competidores, lo que les asegura seguir dominando el mercado. ¿Fácil y sencillo, verdad?

En resumen, no resuelven sus dificultades. Otros vienen en su auxilio. No se atreven a nada, tratan de hacer que otros se atrevan. Pero, ¿qué tal si a nosotros, como sociedad, como pueblo se nos ocurre contrarrestarlos? – Pues, hagámoslo; porque de lo contrario lograrán hundir el país (y con ellos mismos adentro exceptuando los que huyan como ratas) y eso, simplemente no queremos que ocurra. Entonces, nos atreveremos a superar esa dificultad, no tendremos miedo ni necesitaremos otra guía que nuestra propia conciencia y nuestro amor a la patria, innovaremos y le pondremos creatividad a nuestras acciones y, sobre todo demostraremos que no somos tontos, no estamos embrutecidos ni mucho menos consentiremos que los regadores de psicosis nos afecten con sus prédicas siempre malsanas, siempre destructivas, siempre propias de ruinosos estólidos anti-patria

¡La estrategia es diabólica! – Necesario es derrotarla. Toca a los venezolanos abrir los ojos ante esta malvada realidad, pero solo el pueblo puede romper esa estrategia y obligarlos a reabrir las puertas de los centros de producción, reenganchar trabajadores, bajar el desempleo, crear riqueza. Exactamente lo contrario de lo que ellos se proponen.

El pueblo debe saberlo y tomar la iniciativa. Al comprar cualquier producto averiguar su procedencia y NO COMPRARLO SI NO ES VENEZOLANO. Cuando “ellos” vean que sus baratijas importadas, muchas de ellas que no cumplen las normas mínimas de calidad, otras que no tienen registro sanitario, se pudren en los anaqueles de los comercios y el consumidor exige productos nacionales lo pensarán, recapacitarán, e irán gradualmente reabriendo sus viejas fábricas. También otros se animarán a fundar nuevos establecimientos. Piensa: cuando compras un pantalón importado das trabajo a una costurera lejana. Cuando compras uno nacional, das trabajo a tu vecina. ¿Y qué tal si el propio pueblo se anima a producir?. – Es cuestión de organizarse en cooperativas u otras formas de asociación comunitaria. ¿Y qué tal la cogestión? - Y en casos de que insistan en cerrar los establecimientos obedeciendo designios oscuros, el pueblo organizado puede crear mecanismos para tomar el control de los centros de producción dando así vida al principio cristiano de que LA PROPIEDAD DEBE CUMPLIR UNA SAGRADA FUNCIÓN SOCIAL.

El pueblo y solo el pueblo dará al traste con la recesión – CON LA CRISIS, CON LA ADVERSIDAD - artificial, estimulará la producción y la productividad y se dará a si mismo una mejor calidad de vida.

¡Hasta cuando dejarse manipular! – ¡A demostrar que no nos han embrutecido!

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