Estaba
en deuda con un amigo lector quien me pidió hace tiempo opinión
sobre lo que ocurre actualmente en Grecia y otros países
especialmente europeos, y sobre las diferencias en la forma de
reaccionar entre ellos y nosotros frente a la aplicación – o
imposición – de esos llamados “paquetazos” neoliberales.
En
cierta manera la pregunta me desconcertó y no me arriesgo a dar una
opinión que considere certera. Eso no es posible establecerlo así
como así, no hay puntos de comparación entre esos pueblos y el
venezolano.
En
primer lugar está el mal llamado aspecto racial. Me opongo a ese
calificativo porque, para mí, todos pertenecemos a una sola raza: la
humana. Aunque a veces observo ciertos individuos con características
exteriores propias de los humanos pero que – repito – para mí
realmente están muy lejos de serlo.
El
tal aspecto racial lo traspolo al social. Fenotípicamente, ellos
son, diríamos, casi uniformes y nosotros muy diversos y, es bien
sabido, que muchas de nuestras diferencias en el fenotipo están
directamente asociadas a los problemas vinculados con la exclusión
social impuesta de manera dispar a muchos sectores y estamentos de
nuestra sociedad. Históricamente, nuestros excluidos han sido los
aborígenes, los negros, los mestizos (eufemísticamente llamados
pardos) y los “blancos de orilla”, o sea los blancos pobres. La
exclusión en realidad ha sido contra los pobres y ésta es el
reflejo de una antigua concepción judía aún vigente entre los
poderosos.
Las
sociedades venezolana y latinoamericana en general han sido
terriblemente dispares e injustas en cuanto a la distribución de la
riqueza. El pobre acude gustoso y entusiasta al llamado de la
revolución porque lo único que tiene que perder son las cadenas que
lo atan. Lo único que siempre ha tenido no pasa de ser una vida
miserable y la muerte es para ellos una forma de liberación. Si la
revolución triunfa y lo redime aunque sea un poquito, su ganancia
habrá sido inconmensurable.
Eso
no ocurre en las sociedades europeas. La gente cree que tiene algo en
su poder y no se arriesga a perderlo, pero, entretanto, sus
explotadores le aprietan más y más los torniquetes. Al final
terminarán perdiéndolo todo pero continuaran teniendo peores
cadenas opresoras que antes, porque la molicie les impide revelarse.
La única esperanza de que reaccionen es que se les haga
absolutamente insoportable el dogal que les aprieta el pescuezo, que
el hambre les atenace el estómago, que el banquero ladrón les
expropie la casa, que los saquen a patadas de los sitios de trabajo
donde los explotan, que sus hijos no puedan ir a la escuela, que vean
morir a sus ancianos podridos en la miseria. Entonces es posible que
se alcen, se dispongan a perder nada, vuelvan otra vez a ser gente de
pelea, se revelen y hagan su revolución.
Ellos
saben pelear y lo hacen bien. Lo han demostrado hasta la saciedad
cuando los poderosos viejos que sí se conocen los han mandado con
engaños a combatir entre ellos para que defiendan sus intereses. Así
como han sabido pelear en defensa de los intereses de sus clases
dominantes y opresoras, pueden salir al frente y pelear en defensa de
sus propios intereses.
Solo
entonces, cuando ya no aguanten más y les hayan quitado todo, se
darán cuenta de lo que nunca debieron olvidar pero lo hicieron
encandilados por las baratijas de la sociedad de consumo:
IMPORTA
SER, NO TENER. Lo repito, LO IMPORTANTE ES SER, NO TENER.
Y
viéndolo bien, no tienen nada. Dinero en el banco, viene cualquier
banquero ladrón y se los roba. Casa, viene cualquier banquero ladrón
y se la roba aunque la esté pagando, siempre habrá excusa y
contubernio legal. Seguridad social, salud, educación, etc., viene
cualquier gobierno de los banqueros ladrones y se lo quita de un
plumazo. Entonces, en definitiva, ¿Qué carajo tienen? Sí, tienen
algo, el encandilamiento y más nada.
Solo
que si fueran – fueran viene del verbo SER - dignos que no
permitieran que nadie los pisotee, si fueran libres para actuar
conforme a su conciencia y a ciertos valores, si NO fueran apegados a
tesoros virtuales, se atreverían a pelear, a hacer su revolución, a
transitar el camino de su propia redención.
Al
amigo que pidió mi opinión, y a todos, sinceramente creo, y ruego a
Dios estar equivocado, creo que no harán nada, no se revelarán y
los explotarán al máximo, los exprimirán hasta que sean solo
bagazo inservible, los tirarán al basurero de la historia. No harán
nada. Quien sabe cuando, si al final de un tiempo, recuperarán su
dignidad forzados por sus explotadores, sí se alzarán y veremos.
Es
triste pero así funciona la dialéctica de la historia. O el molino
de la historia.
PATRIA
SOCIALISTA Y VICTORIA - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
Totalmente de acuerdo, amigo y camarada... Ser antes que vivir atrapados en la ficción del Tener, de acumular objetos, deudas y promesas de Paraísos en la Nada...
ResponderEliminarCamarada y gran amigo Antonio;
ResponderEliminarEfusivo saludo. Hay una pregunta rondando en mi mente desde que se inició el llamado Movimiento de los Indignados, ¿si realmente son el 99%, por qué no se unen, se organizan, inician un proceso que tomará tiempo, buscan y toman el poder por sí mismos para resolver sus problemas?
La lección la dio hace tiempo Evo Morales. ¡Funciona!
Camarada y gran amigo Antonio;
ResponderEliminarEfusivo saludo. Hay una pregunta rondando en mi mente desde que se inició el llamado Movimiento de los Indignados, ¿si realmente son el 99%, por qué no se unen, se organizan, inician un proceso que tomará tiempo, buscan y toman el poder por sí mismos para resolver sus problemas?
La lección la dio hace tiempo Evo Morales. ¡Funciona!