martes, 28 de septiembre de 2010

Lo positivo y lo negativo

En el universo nada es absolutamente positivo o negativo. Todo es una mezcla de ambos. El absurdo reduccionismo a banco negro, bonito feo, gordo flaco, grande chiquito, etc. etc. quizás llegue a tener cabida solo en cosas insignificantes.

Preguntarán, ¿a que se debe esta disquisición que casi raya en la idiotez?

Como consecuencia de uno de mis escritos anteriores, un gran amigo me llamó por teléfono y me señaló, con toda razón, que solo alabo las cosas positivas del régimen y no me refiero a las negativas, las fallas, las carencias, los errores y agréguele usted lo que quiera.

Le sugerí que escribiera sus comentarios, que serán más que bienvenidos, que la página es libre para que exponga su punto de vista, sea cual sea; a lo que respondió, que en vista del afecto que me profesa no quería contradecirme en público. Acepto de buena gana su excusa, pero, sí voy a referirme al tema.

Afirmo para que no quede ninguna duda: el gobierno del Presidente Chávez y la Revolución en general si tienen defectos, si hay fallas, si hay carencias, si hay muchas omisiones, si se cometen errores (muchos). Mi amigo y Miguel tienen toda la razón. ¿Cómo las podría negar? Puntos, muchos puntos a favor de ambos. Están ahí a la vista para el escrutinio de todos; sin embargo, hay algo maravilloso en todo eso y por ahí voy a comenzar.

Sí he escrito hasta ahora solo sobre lo positivo. ¿Es que acaso no es suficiente todo lo que hablan, dicen, opinan – mentiras, medias verdades, exageraciones, distorsiones, campañas de terror – todos los factores de oposición y todos los medios a escala MUNDIAL? Hasta donde yo sé, en más de once años no han dicho una sola palabra a favor. No puede ser que en medio de millones de aspectos negativos, como todos ellos señalan, no pueda haber ni siquiera una infinitésima cosa positiva. Si existiera, ellos la ocultarían y negarían a priori. Entonces, ¿tengo yo también que sumarme a ese infernal coro de plañideras demoníacas envenenadas de odio vil?

No obstante, lo haré para complacerlos. Vamos por partes.

Toda medición supone una comparación, un marco de referencias. Si vamos a medir una longitud la hacemos con respecto a un patrón, sus múltiplos y submúltiplos: el metro. Si es peso, el kilogramo; si es volumen, el metro cúbico y así sucesivamente. Para medir a la revolución, ¿cuál patrón usaremos para establecer comparaciones? ¿Difícil escoger, verdad? ¿Cuál entonces? Bueno, a mí me da la gana que sea la cuarta. Que la tal llamada “democracia” puntofijista sea pues el patrón que sirva para comparar. Sería extemporánea con el período de los Monagas, Guzmán Blanco o Joaquín Crespo, aunque de repente, consigamos también puntos de comparación.

¿Qué señala mi amigo como males?

Inflación, inseguridad, huecos en calles y carreteras, desempleo, derroche de dinero, vivienda. Agrega, lector amigo, tus señalamientos.

De acuerdo. Daré mis opiniones, pero antes aclaro que no pretendo convencer a nadie ni tampoco entablar una agria polémica con persona alguna. Que cada quien crea lo que quiera. Yo se que hay muchas personas contumaces que una vez aferrados a un punto de vista no hay fuerza sobre la tierra que los haga desistir. Hay otros que, cuando se ponen en plan de crítica, todo les parece malo y hasta encuentran arrugas en un huevo o en una bola de billar. Esos quedarán aferrados a sus ideas y encontrarán las arrugas. Allá ellos.

Lo primero que debo decir es que todo lo señalado es meramente accesorio. No se refiere al fondo de la cuestión, sino a particularidades mutantes. Pero, hagamos un ligero intento de ir al fondo y éste no es otro que el principio general, y fundamental, de gobierno.

En primer lugar, debemos dejar claramente establecido el “sistema” o marco general en el que se trata de encuadrar al gobierno. Hasta ahora, solo existen don sistemas al cual anexarse: el sistema capitalista o el sistema socialista. Dentro de éstos se establecen monarquías, dictaduras, repúblicas de todo tipo.

La nuestra la hemos definido, el pueblo lo aprobó así en referéndum, como una república democrática de derecho y de justicia sobre bases propias de un sistema socialista; en consecuencia, se crea un choque real con el viejo sistema imperante que se resiste a ser cambiado porque, en definitiva, no es más que un enfrentamiento que puede llegar a ser feroz entre visiones culturales contrapuestos y entre INTERESES crematísticos e INTERESES solidarios o más bien humanos. Los intereses crematísticos del primero generan, crean, articulan la cultura prevalente que se auto convierte en su escudo protector; pero, en contraposición, son los intereses humanos y solidarios los que generan la nueva cultura orientada hacia la vida en todos sus órdenes.

El viejo orden, por llamarlo de alguna manera, se resiste con todos sus recursos, incluyendo los de tipo moral que no posee, a ser desplazado y eventualmente desaparecido. El nuevo seguirá el camino natural del desarrollo y engrandecimiento del espíritu hacia formas dignas de redención.

Continuará.


PATRIA SOCIALISTA O MUERTE - ¡VENCEREMOS!

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