jueves, 2 de abril de 2015

Infancia en Semana Santa

La calle del barrio donde vivía era de tierra hasta la esquina de la Calle Bolívar, la principal del pueblo, que era empedrada, donde todavía hay una plaza que solo ocupa un cuarto de manzana. En esa esquina, frente a la plaza, había una pulperia. Me perdonan que tan rápido me desvíe de la idea central, pero la palabra pulpería me trae también bellos recuerdos. Así se llamaban aquellos pequeños pero sabrosos expendios de todo, antes que los denominaran abastos y, más adelante en el tiempo, súper mercados. Las pulperías y las ñapas eran una deliciosa tradición en la Venezuela que se fue.

Volvamos al tema. En la pulpería de la esquina cuyo nombre olvidé en caso que tuviera alguno, los días de Semana Santa, especialmente el Jueves Santo, se reunían los hombres de barrio a echar cocos para delicia de todos, especialmente para los "carajitos" del barrio. Eso de echar cocos era una divertida batalla que, en ocasiones, también se apostaba y hasta podía constituir motivo de discusiones y, ocasionalmente, pleitos. Inútil decir que el ambiente se llenaba de chistes, guasas, comentarios, chascarrillos y contagioso humor.

Uno de los contrincantes, previamente seleccionado, sujetaba un coco en sus manos mientras otro, con su respectivo coco golpeaba al del otro con el propósito de romperlo. Si fallaba, se invertían las posiciones y así, alternativamente, hasta que todo concluía con el rompimiento de alguno. Si la rotura era violenta se perdía el agua, pero si era solo fractura se la disputaban para tomarla y con el resto, la pulpa del coco, hacían entonces en las casas el sabrosísimo arroz con coco, tradición de Semana Santa que aún se conserva en muchos lugares.

No habiendo mucho más que decir, les copio una poesía que me ha gustado bastante desde esos ya remotos tiempos. Espero que la disfruten junto con la añoranza que les he presentado.

Echando Cocos
Ernesto Luís Rodríguez


Es un decir en la aldea
que al coco de Juan Palomo
no le lastiman el lomo
ni se le gana pelea.
¡Que se quiten esa idea!
Yo nunca a nadie provoco,
pero aunque me gusta poco
decir lo que ya presiento,
van a saber los del cuento
¡como se quiebra ese coco!

Se llena la pulpería,
el silencio gime ausente,
y en los ojos de la gente
pega saltos la alegría.
como un reto a mi osadía,
Palomo frunce al cara;
su voz me revienta clara
cuando a servir lo provoco:
-¡Si eso no parece un coco,
sino una pobre tapara!-

El puño en guardia retiro
para caerle al contrario.
Hay mofa en el comentario
mientras nervioso respiro.
Mi coco sacude un tiro
que al otro le causa estrago
Ya ese golpe no lo pago,
nadie me cobra la cuenta;
y en el chorro que revienta
muere la sed trago a trago.

Siento la gloria mas honda
cuando a la puerta me asomo
Tú, la mujer de Palomo,
flor de ternura redonda,
pasas alegre y oronda
bajo la paz de la aldea,
Guapo tu pecho flamea
-su gracia nos vuelve locos-
y un par de trémulos cocos
me van pidiendo pelea...


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!





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