viernes, 27 de abril de 2012

No nos conocemos – Parte I


Decir que nosotros los latinoamericanos hemos vivido de espaldas los unos a los otros y que no nos conocemos es un lugar común, una verdad de Perogrullo. Y lo peor es que lo hemos sabido, lo sabemos y bien poco hemos hecho para revertir esa triste y deplorable situación.

A lo largo del tiempo he sufrido el desaliento y la frustración que casi nadie en el mundo sabe de nosotros, excepto los deformados estereotipos implantados por la filmografía de Hollywood. Nos han hecho creer la deformada e irreal visión que presentan de los mejicanos como unos seres tarados y desnutridos que se la pasan durmiendo arropados con un xarape bajo un sombrero alón, que viven en un pobrísimo lugar desierto donde solo hay polvaredas y chamizas voladoras y que, además, están a la espera de un gringo elegante, fuerte, prepotente y machote que venga a redimirlos.

Según esos estereotipos, los argentinos lo único que hacen es bailar tango, los colombianos son todos despiadados guerrilleros terroristas y traficantes de drogas; los brasileños andan todo el año bebiendo cachaza disfrazados en un eterno carnaval. En resumen, todos somos feos y tarados, ninguno es “smart” pero en medio de todo hay una enorme contradicción porque ellos, los gringos y muchos europeos, donde quiera que llegan dan por sentado que los heladeros, barrenderos, choferes, al igual que todos los miembros del más bajo y despreciable estrato social sea perfectamente bilingüe, que hable su idioma, si es inglés mejor que un académico de Oxford y se comunique con ellos espléndidamente, sobretodo para obedecerles servilmente.

Una vez presencié el alborotado berrinche que armó un turista gringo porque un vendedor callejero de perros calientes no hablaba inglés. Por fin, ¿en qué quedamos? No me explicaré jamás como un presunto tarado analfabeta tiene que hablar perfectamente un idioma extranjero. Inútil decir que ellos no se rebajan a aprender aunque sean veinte palabras de ningún idioma cuando viajan como turistas o como “experimentados hombres de negocio”.

Al fin y al cabo me y nos importa un carajo lo que ellos digan, sientan, piensen u opinen sobre nosotros. Lo que sí me escuece es que entre nosotros mismos, los latinoamericanos, tenemos también esos estereotipos que nos han hecho tragar de cada uno de nosotros y así, estupidamente, nos creemos esas ficciones tan falaces.

(Continuará)

PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
   

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