viernes, 11 de diciembre de 2015

Análisis post electoral

Llegaron los sarracenos
y nos majaron a palos,
Dios protege a los malos
cuando son más que los buenos.

Antigua copla española del medioevo.

Me alegro de no haber tenido conexión a Internet durante los días previos y posteriores a las pasadas elecciones legislativas realizadas en Venezuela el 6 de Diciembre próximo pasado, porque, en esas horas y días, a la vista de los acontecimientos y de los resultados, pasaron por mi mente las más disparatadas ideas que, por supuesto, he desechado una vez calmadas un poco las aguas.

Perdonen mi prepotencia, les daré mis conclusiones con el ruego a mi Dios, a los Dioses de todos los demás y a los entes cósmicos de los agnósticos, de estar equivocado en mis apreciaciones y el horrible vaticinio sobre el futuro desenlace de los acontecimientos.

Todos sabemos sin lugar a dudas, aunque muchos de quienes hablaremos después después lo nieguen, que hemos sido sometidos a un terrible asedio, a una inclemente guerra económica por parte de la ultraderecha reaccionaria, fascista, sionazi, explotadora, hambreadora, lacaya del imperialismo, traidora a la patria, apoyada con otra atroz guerra psicológica por parte de sus medios de alienación productores de infofrenia y disociación psicótica, tanto nacionales como universales, una guerra eléctrica y una paramilitar. Estos inclementes ataques surtieron efecto y, efectivamente, triunfaron. Ahora esos peones son diputados a la Asamblea Nacional y ostentan una mayoría sencillamente abrumadora. GANARON LAS GUERRAS que nos asolaron y seguirán asolándonos. Pero, veamos por que:

Divido a la población venezolana en tres grupos, a saber:

El primero, formado por una elevada proporción que tiene, al menos, un cierto nivel de pensamiento crítico. Oye, ve, lee y analiza los discursos y las realidades, los medita y llega a conclusiones propias. Vota por los partidos que apoyan la Revolución Bolivariana.

Un segundo grupo, menos numeroso que el primero que sufre de una enfermedad mental inyectada por los medios de alienación y manipulación de la oligarquía. Esa enfermedad mental se traduce, entre otros síntomas graves, en una manifiesta disociación psicótica que les inhibe su capacidad para razonar y son, por tanto, impermeables a toda idea, por sensata que sea, que vaya en contra del veneno inyectado que, dicho sea de paso, permanece almacenado en su cerebro reptiliano y les impide procesar ningún análisis. Son tercamente contumaces y con ellos no existe posibilidad alguna de razonamiento. Son tan críticos a ultranza que encuentran arrugas en un huevo puesto por una gallina revolucionaria. Votan siempre por la oposición aún no sabiendo por quien votan y, si lo saben, no les importa para nada quienes sean, cuales son sus características como personas o como dirigentes. Eligieron y eligen asesinos, ladrones, delincuentes de toda laya por el solo y mero hecho de ser opositores a la Revolución Bolivariana.

El tercer grupo lo compone una cantidad de gente inferior en número a los anteriores. Los caracteriza tener un cerebro límbico. No razonan, no piensan, no analizan y son como veletas a los vientos que les soplen los medios, las frases prehechas, los chismes, la meledicencia. Votan, según sea la influencia mediática y chismosa en cada oportunidad, una veces por la Revolución, otras por la oposición o simplemente no votan. Esta vez votaron en masa por la oposición porque la guerra económica, la guerra psicológica y las demás los afectó directamente, su tranquilidad y sobretodo la barriga. Su incapacidad para razonar y analizar los hizo pasto fácil de las tenebrosas formas de manipulación puestas en práctica por el imperialismo y sus lacayos internos vende patria traidores.

La capacidad de discernimiento no tiene relación alguna con el nivel social, cultural, académico o económico. En los dos últimos grupos me he encontrado con personas aparentemente clase media, estudiados, aparentemente “cultos” que me han dejado frío y, como muestra, les regalo dos perlas:

Ante la escasez de huevos, una refinada señora de nariz muy respingada, elegantemente trajeada, me afirmó que el Presidente Maduro los tenía almacenados; es decir, acaparados en la cocina de Miraflores. No hice comentario alguno. Me quedé callado pensando en el tamaño de dicha cocina. ¿Qué tal?

Un atildado caballero, muy serio y formal, graduado universitario para más señas en la Santa María según dijo, me afirmó categoricamente que la corrupción en el gobierno era tan grande que, nada más y nada menos, una hija del Comandante Chávez tenía depositados en bancos norteamericanos SETECIENTOS TRILLONES DE DÓLARES. Lo sabía de buena y confiable fuente. Puse en duda la cifra pero la reafirmó. En efecto dijo que no eran millones, insistió en los trillones.

También permanecí mudo porque al instante no sabía cuantos ceros seguían al siete. Me tomó minutos contarlos mentalmente. Creo, ojalá no esté errado, que se trata de un siete seguido de veintiseis ceros. Lo escribo a continuación:

U. S. $ 700.000.000.000.000.000.000.000.000

Es decir, acumuló todo el producto interno bruto de Venezuela, asumiéndolo constante, nada más y nada menos, que de DOS MIL MILLONES DE AÑOS. Me pregunto y les pregunto: apartando el tiempo involucrado, ¿hay en el mundo esa cantidad de dinero? Es probable, pero no lo sé. ¿y el tiempo? ¿Qué tal?

Ahora mi terrorífico pronóstico: la oposición intentó vendernos, apelando a su estrategia de marketing político y marketing neuronal, la idea que la guerra económica desparecería tan pronto ellos ganaran y nos dijeron, repetidamente hasta el cansancio, que habría abastecimiento total a precios justos y desaparecerían las colas. No lo creo; al contrario, desgraciadamente creo que esa guerra será peor, más cruel e implacable y para ello me baso en el hecho comprobable que fedecámaras (en minúsculas en señal de asco y repudio), similares, afines y conexos están ahora envalentonados con su triunfo, tienen sus lacayos en el parlamento y ya mostraron sus colmillos y sus ensangrentadas garras. Acaban de hacer su petitorio público; es decir, sus órdenes a “su” Asamblea Nacional para derogar la Ley Orgánica del Trabajo, los Decretos de Inamovilidad Laboral, la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, la Ley de Propiedad Inmobiliaria, la Ley de Regulación de Alquileres y otras más. No faltarán futuras órdenes y no descarto la derogatoria de la Ley de Gravitación Universal porque algunos de sus calificados cerebros pensarán que puede atraer ciertos precios a la baja. No es chiste, lo hicieron una vez en la Asamblea Legislativa del Estado Lara y, si no me creen, pregunten a un guaro que conozcan, lo hizo un diputado cuyo nombre no recuerdo pero se hacía llamar y lo llamaban Juancito Candela (R. I. P), el mismo que también pidió el traslado de la Falla de Boconó para el Estado Trujillo.

Cosas veredes Sancho amigo que farán fablar las piedras

Don Quijote de la Mancha.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!



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