Ha sido una constante
característica de la falsa democracia que los candidatos a gobernante ofrezcan
a sus electores fabulosos planes y proyectos para obtener el voto ciudadano y,
una vez electos, ponen en práctica lo que les da la gana; o sea, engañan y
traicionan al pueblo.
También ha sido una constante
que, cuando inesperadamente triunfa algún candidato progresista que sí intenta
en alguna medida gobernar para el pueblo, rápidamente los grupos de poder
fáctico, o dicho directamente, los poderosos ricos sospechan que sus mal
habidos intereses crematísticos puedan ser ligeramente afectados,
inmediatamente despliegan todas sus trampas y ardides para quitarse de encima a
quien presienten como una amenaza. Los ejemplos concretos abundan y no entraré
en detalles. Ustedes, caros lectores, los conocen de sobra y muy bien.
La consigna universal “pueblo unido jamás será vencido” es
absolutamente cierta, pero lo difícil es concretar la unidad frente a sus
opresores que, aun siendo pocos, siempre están indisolublemente unidos y su
larga experiencia de dominio los ha llevado a perfeccionar todos los inmorales
métodos posibles para continuar sojuzgando, explotando y expoliando los pueblos
mediante el engaño, la traición y la muerte.
Se han dado pocas experiencias en
el mundo de lograr la unión efectiva de, al menos, una parte mayoritaria del
pueblo y, hasta ahora, las que han prevalecido han sido a la larga
desvirtuadas, corrompidas, compradas, chantajeadas o sangrientamente
destruidas; pero, así como los poderes fácticos han aprendido como imponerse,
parece que algunos pueblos también han aprendido o están aprendiendo a
defenderse.
Uno de esos métodos se está ya
experimentando en mayor o menor grado en América Latina con características
acopladas a cada realidad en particular, y me refiero específicamente a la
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGONICA.
La idea es que los ciudadanos
participen activamente en las decisiones del estado y, a la vez, sean
corresponsables de la efectividad de la obra de “su” gobierno. Inútil decir que
no es anarquía sino participación de las comunidades organizadas en la toma de
decisiones en asuntos que le competen y afectan en mayor o menor grado. ¿Quién
conoce mejor las necesidades de una comunidad que sus propios miembros? ¿Quién
pueden proponer las mejores soluciones? ¿Quiénes pueden llevar a cabo los
proyectos con mayor eficiencia?
Y sobre los asuntos que atañen a
la nación en general más allá del ámbito específico y localista de cada
comunidad y, por supuesto, va también más allá de los limitados intereses de
áreas geográficas menores, daré solo dos ejemplos concretos que ilustran
palmariamente como se implementan los grandes asuntos dentro del maravilloso
experimento de DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA en la República Bolivariana
de Venezuela.
La formación de las leyes.
La iniciativa legislativa puede provenir del Poder Legislativo (Asamblea
Nacional y Concejos Legislativos Regionales), de los Poderes Ejecutivo,
Judicial, Ciudadano y Electoral o de la iniciativa popular. Para los caros
amigos lectores de otras latitudes, en Venezuela hay cinco poderes, dos más que
en los regímenes “democráticos” clásicos. Ninguna ley es aprobada sin el
consentimiento previo de la población que la somete a las más variadas formas
de discusión pública en foros, seminarios, talleres, asambleas de ciudadanos,
etc., lo que se conoce como parlamentarismo
de calle; y como se ve, el pueblo no delega su soberanía en los diputados
electos a las Asambleas, éstos son apenas sus voceros. Si llega a ser aprobada
una ley que no es del agrado de una buena porción de los habitantes, también
existe el recurso constitucional del referéndum aprobatorio o abrogatorio.
El Plan de Gobierno. Los
aspirantes a la Presidencia de la República elaboran los lineamientos generales
de su propuesta de gobierno para el siguiente período constitucional y
corresponde al pueblo darle forma y contenido. El candidato electo, el nuevo
Presidente de la República lo someta a la Asamblea Nacional, cumpliendo así con
un mandato constitucional, para que ésta lo convierta en ley según los
procedimientos establecidos; o sea que, el pueblo elabora su propio plan de
gobierno para cada período constitucional y, por supuesto, es legalmente de
obligatorio cumplimiento. Esto ya se hizo exitosamente y se hará de nuevo con
más experiencia en el próximo período que irá del 2013 al 2019. Como se puede
observar, el plan de gobierno no es ni puede ser un plan caprichoso producto de
la inventiva de candidato o presidente alguno y, en consecuencia, se cierran
los caminos a la traición. Para cerrar, imposible que algún organismo supra
nacional (FMI, Banco Mundial o cualquier potencia con pretensiones hegemónicas)
pueda imponerse sobre la soberanía de un pueblo – valga la redundancia –
soberano y libre.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
http://juanpedrotorres.blogspot.com
Hola Juan Pedro,
ResponderEliminarDesde Europa lo que cuentas sobre la democracia venezolana solo se puede mirar con envidia (sana). Aqui la democracia, si es que existió en algun momento, siempre fue elitista, y el pueblo limitado a votar al mafioso de turno en cada elección controlada.
Un saludo
JL
José Luís;
ResponderEliminarUn saludote y los mejores deseos. Tú, como siempre, reaccionas con inusitada rapidez. Ya lo dije en mi anterior, siempre nos dieron a elegir entre entre Coca Cola y Pepsi Cola para escoger quien sería nuestro próximo represor y torturador. Lo digo en éste, algunos pueblos están aprendiendo ¡POR FIN!
¡Salud Camarada!