Nota
explicativa previa: este escrito tiene exactamente un año y no me
decidí a publicarlo antes porque tuve la preocupación de enviarlo a
un elevado funcionario del Estado, junto a las ideas para un
Proyecto Integral de Desarrollo que menciono más adelante. El
caso es que, muy lamentablemente, tres envíos no tuvieron respuesta
alguna. Debo decir que no culpo al funcionario, es muy razonable que
tenga un equipo de burócratas que revisa previamente la
correspondencia que le llega y, dolorosamente, estamos en manos de
personas que filtran los requerimientos que hacemos los ciudadanos de
a pié. Fin de la nota.
Mi
anterior escrito
Intitulado “Mano
durísima, Señor Presidente”
suscitó un comentario, positivo digo, por parte de un señor
Anónimo. Esto me ha movido a no contestarle con otro comentario
corto similar al suyo sino con un análisis un poco más extenso.
Omití
el nombre del pequeño pueblo donde vivo porque la situación que
vivimos y describí a grandes rasgos no es privativa de mi comunidad;
el contrario, es generalizada en todos los pueblos pequeños del
país, o por lo menos en todos aquellos por los cuales he tenido la
oportunidad de pasar recientemente. Esta razón me ha traído a la
mente una preciosa idea de la que se ha venido hablando desde hace
mucho tiempo, que se deja de lado por algún tiempo y vuelve a
reaparecer sin que, hasta el momento, ni el Gobierno ni la sociedad
se decidan a ponerla en práctica. Se trata de la vieja idea de hacer
de los pueblos pequeños y los campos lugares agradables para la
vida, con todos los servicios y ciertas comodidades privativas de los
grandes centros poblados.
Si
nuestros miles de pequeños pueblos y comunidades tuvieran lo mínimo
elemental para una vida satisfactoria se evitarían las migraciones
temporales o definitivas a los grandes conglomerados. Por otra parte,
serían muchos los habitantes de esos centros atraídos a las
pequeñas poblaciones donde, por lo general, se respira algo casi
imposible en los otros lados: PAZ.
Como
es de imaginar, los problemas que se confrontan en los pueblos
pequeños son también obviamente pequeños, de mucha menor
dimensión, que se pueden entonces resolver con planes y proyectos
mas modestos que, logicamente, requieren inversiones menores. Con lo
que se invierte en un barrio de Caracas, por ejemplo, que no es más
que un paño de agua tibia porque la presión demográfica siempre
superará las soluciones, se pueden resolver definitivamente los
problemas que confrontan muchas comunidades y poblaciones con escasa
población.
Pongo
un ejemplo concreto. El pequeño poblado donde vivo no tiene cloacas
ni drenajes y las aguas putrefactas corren por zanjas en todas las
calles, lo que sin duda constituye un peligro potencial para la salud
pública. Los más de veinte Concejos Comunales existentes hace unos
dos años (ahora son más y existen o están en formación tres
comunas) estuvieron de acuerdo en elevar una propuesta general
contentiva de ciertos lineamientos, o criterios, que debería
contener un Plan Integral de Desarrollo del Municipio. Estas ideas
incluyen la construcción de cloacas, drenajes y una o varias plantas
de tratamiento de pequeñas dimensiones por lo reducido del núcleo
poblacional, más otras previsiones para el saneamiento ambiental,
tomando en cuenta que uno de los atractivos de la zona y, a la vez
fuente de alimentos, es un bello y rico humedal que está siendo
permanentemente atacado por la contaminación con heces fecales y
otros desechos. Simultaneamente, se consideró entonces la
remodelación, readecuación, reordenación territorial y
embellecimiento del lugar en vista de que el Gobierno Nacional ha
anunciado muchas veces la intención de convertir a la zona en Centro
Turístico, lo que haría obligante volver atractivo el lugar para
incentivar la presencia de visitantes. Es de Perogrullo que ningún
turista se animaría a visitar un lugar feo, sucio, descuidado,
desordenado, sin servicios, contaminado y sin población minimamente
preparada para atenderlo.
Ese
"Plan" fue entregado oportunamente, en sus propias manos,
al Ciudadano Alcalde del Municipio, al Ciudadano Gobernador del
Estado, al soberano Concejo Legislativo del Estado, al Consejo
Federal de Gobierno y al Ciudadano Ministro del Ambiente de la época.
Es
de justicia mencionar que los Diputados al Concejo Legislativo en
algo lo tomaron en cuenta y enviaron una comisión a "inspeccionar"
uno de los lugares claves del municipio. Pero, del resto, hasta el
día de hoy, además de esa fulana inspección, no se conoce reacción
alguna por parte de nadie, en ningún sentido.
Pasando
a otro aspecto de la vida, ¿cuantas veces se ha solicitado Mercal,
PDVAL u otros servicios alimentarios? ¿Cuantas gestiones se han
hecho por distintas vías ante Corpoelec para que arregle problemas
de alumbrado público, etc.? ¿Cuanto tiempo tienen algunas pequeñas
comunidades, tres barrios especificamente, solicitando a CANTV la
instalación de telefonía fija? ¿Cuantas llamadas y mensajes a la
Sundee para que envíe fiscales a los comercios abusadores? No
hablemos de educación como la sede del único liceo paralizada su
construcción hace más de ocho años, salud con los aparatos dañados
en el único CDI/SRI, vialidad urbana en estado desastroso, etc. La
frialdad de las instituciones desanima y vuelve escéptica a la
población. ¿Es que acaso nos consideran ciudadanos inferiores a los
pobladores de pueblos pequeños?
¿Por
qué ocurren estas cosas? No sé la verdadera razón pero me inclino
a echarle la culpa a un determinado patrón cultural - o anticultural
- que se ha sembrado en la neuronas de muchos venezolanos que solo
consideran a Caracas como si fuera la totalidad del país. Sé
positivamente que Caracas tiene infinidad de problemas, pero muchos
de ellos son producto del hacinamiento propiciado por la migración.
Está bien que se atienda a Caracas, no niego que se le resuelvan sus
problemas, pero, por favor, entiendan que atendiendo las pequeñas
poblaciones del interior se le evitan problemas a Caracas y otras
ciudades muy pobladas.
Por
último, hago públicas estas preocupaciones porque, en tantos años,
no he conseguido respuesta en ninguna parte, a ningún nivel. Revisen
mis escritos en este lugar y verán que siempre estoy pendiente y
defendiendo la Revolución Bolivariana, así que descarten esta
exteriorización de sentimientos como un ataque. No, al contrario, es
un clamor que espera contar con el apoyo de muchos compatriotas de
buena voluntad y, por parte de los burócratas, algún oído que oiga
y, sobretodo, entienda; en fin que olvide su pequeño mundo rodeado
de papeles sobrantes y se sensibilice ante los problemas que debe
atender.
Y
sigo sin mencionar el nombre del pueblo porque creo interpretar lo
que sucede en otros miles de lugares similares. Si alguien tiene la
curiosidad, por favor, escríbame a cualquiera de mis correos
electrónicos que están en esta misma página y le daré todos los
detalles menores que desee. Y gracias anticipadas a nombre de los
casi diez mil habitantes de mi municipio.
¡INDEPENDENCIA
Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ
VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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