viernes, 14 de septiembre de 2012

Meditando, reflexionando, comparando.


Dedicado con especial afecto a mi amigo Antonio Marín Segovia, de Valencia, España, con quien aspiro compartir una paella típica allá en Burriana cuando España se vuelva vivible otra vez.

Recientemente he leído varios artículos contentivos de grandes verdades que me han hecho meditar, y los menciono por título y autor, “¿Bajar los salarios para salir de la crisis?” por Vicenç Navarro, “ Ciudadanos del primer mundo, bienvenidos al subdesarrollo”  por Alfredo Saieg, “Bolivia antes y después de Evo” por Angel Guerra Cabrera e “Impunidad, crimen social y robo en supermercados” por Enrique Santiago Romero publicado en Opinión (España) el 13 de agosto de 2012, los tres primeros invito a leer en los enlaces señalados más abajo y del cuarto no lo dispongo.


Cuando empecé a estudiar Economía elemental y me hablaron de la oferta, la demanda, los mercados, la producción y todos esos temas relacionados yo me hacía una pregunta que he venido repitiendo a otros a lo largo de mi vida:
Imaginemos una comunidad con 100 habitantes, consumidores potenciales de un producto alimenticio; pero también imaginemos que tan solo 20 tienen poder adquisitivo para una sola unidad al día. Elemental que el productor no puede aspirar a vender una unidad más. Entonces, ¿no le convendría a ese productor hacer algo para que más miembros de esa comunidad tengan más ingresos y de esa manera se amplíe la base de clientes para su producto? Si 20 personas más tuvieran capacidad de compra, la producción se duplicaría para poder “satisfacer las necesidades del mercado”. Duplicando la producción se reducirían los costos y la ganancia para el empresario sería entonces más del doble.
Pero también me he preguntado repetitivamente que razones tendrán los empresarios capitalistas para no entender esta lógica tan sencilla. Si ellos hicieran algo para elevar el nivel de vida de los pueblos, o sea los consumidores de sus productos, ellos indudablemente venderían más, ganarían más. ¿Por qué no lo han hecho, no lo hacen y tampoco parece que lo harán? ¿No son ellos acaso los más interesados en que haya más clientes para sus productos? El número de seres-clientes no es directamente proporcional al número de habitantes sino al de aquellos con capacidad de compra.
Creo que esa aparente contradicción entre aspiraciones y realidad (de los capitalistas) fue interpretada por un líder político que vendió dulces cuando niño porque era pobre.

Me refiero a Hugo Chávez. Hombre de pueblo de origen humilde – como suelen llamar a los desposeídos de la fortuna – a quien no le avergüenza hablar en público sobre sus orígenes, su niñez, su pobreza, sus vivencias. Creo que, al contrario, se enorgullece porque esa vida tuvo necesariamente que ser una maravillosa escuela. Se hace llamar a sí mismo “el arañero de Sabaneta”. (Sabaneta, su pequeño pueblo natal y arañero porque vendía arañas, un dulce típico de lechoza, fruta tropical conocida en otros lugares como papaya)

Ironías del destino que una solución económica no fuera impulsada por un economista, un empresario, un capitalista sino por un líder popular.

Desde que el pueblo de Venezuela llegó al poder con Hugo Chávez a la cabeza, se puso en marcha un plan social para elevar el nivel de vida de las masas depauperadas, las hizo consumidoras y la economía nacional se disparó. No he comprobado si es cierto, pero oí en algún programa que a la Gran Bretaña le tomó 150 años duplicar su Producto Interno Bruto y a Estados Unidos de América 50. Venezuela lo ha más que triplicado en menos de 10 años.

No hablaré de los enormes logros sociales y económicos que ha tenido Venezuela desde 2004 a la fecha. Excluyo los años anteriores porque fue un triste período durante el cual la derecha y todos los retrógrados nacionales apoyados por la ultra derecha internacional, con sus sistemas mediáticos a la cabeza, intentaron por mil vías acabar con esa inédita experiencia revolucionaria. Solo me referiré brevemente a muy pocos aspectos y para ello es necesario establecer una comparación entre el antes y el después.

En Venezuela se verificó una ecuación absurda durante más de cien años. Resulta absolutamente incomprensible que sumados tantos términos positivos el resultado final resultara absolutamente negativo. Riqueza + Riqueza + Riqueza + n veces Riqueza = Pobreza absoluta para la inmensa mayoría de la población.

Después de más de cien años de explotación petrolera, de los cuales redondeando cincuenta como primer exportador mundial, con enormes riquezas mineras, tierras fértiles para la agricultura y la cría, agua en cantidades ilimitadas, clima benigno con sol – sí, SOL – todo el año y una población joven, nadie se explica que el Siglo XXI nos encontró con más de 60% de pobreza, más de 30% de pobreza extrema, casi dos millones de analfabetas, deserción escolar galopante, enorme desnutrición con altas tasas de mortalidad y morbilidad infantil y una larga cadenas de etcéteras.

A estas alturas del Siglo XXI el panorama ha cambiado radicalmente aunque todavía falta mucho por hacer. Se han cometido errores, se han tenido muchas fallas, pero se está poniendo en práctica la idea fundamental del pensamiento de Simón Rodríguez: “…tenemos que ser originales, sin hacer calco ni copia de modelos extranjeros. O inventamos o erramos.” El resultado tangible es otro diametralmente opuesto a todo la anterior. Ya nadie se muere de hambre, se acabó con la desnutrición infantil, el consumo de alimentos se duplicó en kilos/persona/año, el consumo de proteínas más que se duplicó, la ingesta o  consumo calórico (Kcal/persona/día) supera ampliamente las dosis recomendadas mundialmente en casi un 30%. Es más, asómbrense, recientes estudios antropométricos concluyen que la estatura de niños entre 5 y 7 años aumentó en promedio 2 centímetros.

Pero lo anterior no es todo. Se erradicó el analfabetismo, se construyeron cientos de escuelas modernas donde se suministra a los niños desayuno, almuerzo y merienda; se les dan gratuitamente útiles y enseres escolares incluyendo computadoras, se eliminaron todos los pagos en las escuelas públicas y la deserción ha bajado a índices bajísimos. Todo el país se convirtió en un enorme salón de clases con más de doce millones de personas estudiando a diferentes niveles en las distintas opciones que se ofrecen gratuitamente para la superación y, según cifras mundiales, Venezuela ocupa el cuarto lugar en el mundo entre las naciones con mayor acceso a las universidades. No en balde se han creado muchas nuevas universidades e instituciones de educación tecnológica, además de los centros de enseñanza a nivel secundario y técnico.

En materia de salud, de algo más de cinco mil centros dispensadores de salud totalmente en la carraplana se ha pasado a casi quince mil; eso sí, ahora dotados de aparatos de última tecnología y atención permanentes de primera calidad totalmente gratuitos incluyendo la entrega de medicinas, exámenes especializados (tomografías, resonancias magnéticas, mamografías, densitometría ósea, etc.) y de laboratorio, sin contar con la asistencia oftalmológica con dotación de lentes, asistencia odontológica con dotación de prótesis y centros de rehabilitación física de los cuales antes no había NI UNO. La atención médica ya cubre aproximadamente a más de veinte millones de habitantes y vamos camino a la universalidad en breve plazo. Por primera vez se han construido hospitales especializados en distintas zonas del país y se muestra como ícono referencial al Hospital Cardiológico Infantil, con cuyas acciones se ha llevado a cero el déficit de atención a cardiopatías infantiles; de solo 140 niños/año operados anteriormente se ha llegado a la cifra de más de 1500, incluyendo niños provenientes de otros países de Sur América y Africa.

El desempleo y la precariedad laboral son prácticamente cosas del pasado, aunque todavía hay mucho que hacer. De un desempleo que rondaba el 20% hemos bajado a una cifra cercana al 7%, a la vez que la informalidad se ha reducido sustancialmente. Los índices de pobreza y pobreza extrema están ahora alrededor del 20% y 5% respectivamente. La disminución ha sido ha sido sustancial.

Quizás dejaré para otro escrito algo de lo tanto que se ha hecho en materia de industria, infraestructura y vivienda, pero las cifras abundan en Internet.

Para concluir, el aspecto económico. El resultado incontrastable es que, a pesar de la enorme crisis mundial del capitalismo con consecuencias desastrosas en EUA y Europa, la economía venezolana crece en todos los sentidos porque el país recuperó su independencia y su soberanía y no está al servicio de ninguna potencia o poder extranjero. Ya tenemos absoluta independencia política y vamos camino a la soberanía económica y tecnológica porque EL PODER está ahora en manos del pueblo y no en las de la burguesía cipaya, arrastrada, lamepatas de los imperios y las transnacionales.

La tesis impuesta por “el arañero de Sabaneta” probó que haciendo a los pobres consumidores ellos consumen, compran y la demanda tiene que ser satisfecha por los empresarios honestos cuya misión es servir y no especular. Sube la demanda, se produce e invierte más, se crean nuevas fuentes de empleo con mayor remuneración, la economía crece y el país se desarrolla.

Algo muy obvio, muy lógico, no lo vio o no quiso verlo ningún especialista. Tenía que ser “el arañero de Sabaneta” quien lo viera.

INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
http://juanpedrotorres.blogspot.com

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