El embuste que manipula y engaña
es la herramienta favorita de los políticos demagogos, los banqueros ladrones y
los comerciantes inescrupulosos. También lo es de los donjuanes que ven en las
mujeres un instrumento para su personal disfrute sexual, y no podemos dejar por
fuera a las sibilinas evas trepadoras que utilizan su perfidia mezclada con sus
atributos femeninos.
El ridículo que les cuento a
continuación a los amigos lectores de otras latitudes ocurrió en la vida real. Uno de esos politiqueros falsos del viejo orden, de esos
que únicamente salen de sus mansiones y de las tascas lujosas cuando, tapándose
la nariz y desinfectándose después con alcohol, acuden a las comunidades a
pedirles el voto, se presentó en un apartado poblado y como siempre suele
ocurrir, le organizaron un “acto de masas”.
Por supuesto, solo habló embustes
y promesas falsas. Si votan por mí, - vociferó – les construiré la escuela y el
dispensario, les construiré las cloacas, les pavimentaré las calles y les
construiré el puente.
Del grupo que lo escuchaba surgió
un murmullo y una voz:
¡Aquí no hay río!
Impertérrito, haciendo gala de su
engolada voz les dijo:
¡¿No hay río?! – Pausa – No se
preocupen. – Otra pausa y gritó entonces - ¡También les haré el río!
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
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