En
mi anterior escrito afirme que “...los venezolanos y los
pueblos del planeta en general, ESTAMOS DESUNIDOS.....No contamos con
ningún equipo científico asesor que nos ilustre en la manera de
cómo defendernos de ellos. Si tuviéramos alguna orientación tal
vez no caeríamos como verdaderos pendejos en las trampas que nos
tienden regularmente.” Naturalmente,
si supiéramos lo suficiente, si tuviéramos experiencia práctica en
el manejo de esos intríngulis o si contáramos con equipos de
expertos asesores, no caeríamos tan facilmente en las trampas que
nos ponen a cada rato para esquilmarnos los bolsillos.
Seguramente,
comentando estas cosas entre amigos nos daríamos cuenta, por lo
menos, de algunas de las trampillas menores. Al profundizar en el
asunto, comparando experiencias, tal vez, detectaríamos trampas
mayores.
Intentemos
explicar la trampa más usada en esta guerra económica, el arma más
certera empleada por la mayor empresa distribuidora de alimentos en
el país para crear malestar social y, por supuesto, echarle la culpa
al Gobierno y a la revolución Bolivariana de los males que ELLOS nos
causan.
Empiezo
explicando el basamento utilizado. Toda empresa productora o
distribuidora de productos de venta masiva sabe estadísticamente el
promedio volumétrico, por clase, tipo, empaque de cada producto que
cada punto de distribución o venta maneja por unidad de tiempo.
Dicho más fácil, sabe aproximadamente cuantas unidades de producto,
por ejemplo, kilos de harina de maíz semanal, mensual,
etc. vende cada supermercado.
Asumamos que un determinado
abasto vende al público un promedio de 5.000 kg. de harina de maíz
por mes. La empresa utiliza ese dato para planificar sus rutas y
frecuencias de distribución; así como también su producción y en
base a esos datos, y otros más, para optimizar sus ganancias.
El
Libertador Simón Bolívar sentenció que el talento sin
probidad es una azote. Ellos
usan el talento para causarnos daño, son un verdadero azote.
Utilizan esos los datos señalados anteriormente para descoyuntar el
mercado, crear una sensación artificial de escasez aunque
efectivamente venden
lo mismo o más de lo que vendían anteriormente. Repito, crean una
artificial sensación de escasez, no hay tal escasez como ellos
pretenden hacernos creer y, a fe de Dios, lo han logrado.
¿Como
lo hacen? Muy sencillo. Ya han creado la idea generalizada que no hay
suficientes productos para todos, de tal forma que cada uno puja por
abastecerse y comprar por encima de sus necesidades reales. Esto
simple y sencillamente incrementa la demanda. Al abasto del ejemplo
le resulta insuficiente su dotación de 5.000 kg. mensuales, cantidad
que mantienen en sus programas de despacho.
Cuando
van a realizar un despacho se encargan de difundirlo abierta
o subliminalmente. Alguien
avisa a alguien que en determinado momento será surtido el abasto
tal. La noticia se riega y acuden masivamente tanto los clientes
habituales como los circunstanciales y además los otros. Antes de la
llegada del camión una larga cola de gente ansiosa
lo está esperando y no pasa mucho tiempo sin que las molestias
habituales, el calor, el tiempo de espera, etc. les altere el humor.
Muchos casos se han dado de reales trifulcas, algunas con
consecuencias lamentables. La generación de habladurías, consejas y
fantasías se da en profusión y
no falta un estratégico infiltrado que empieza a correr la voz que
la culpa es del gobierno.
Mucha gente se lo cree sin el menor esfuerzo. Parte de daño ya está
hecho.
Llega
el camión. La angustia aumenta a medida que lo descargan. Las
molestias y el mal humor se incrementan. Limitan la venta por persona
a cierto número de unidades y eso genera más habladurías de otro
tipo – ¿cuando en mis días? Era feliz cuando había
para todos lo que quisieran –
que generalmente dan pié a más comentarios perversos, incrementa el
mal humor y se aumentan las posibilidades de conatos de pleitos entre
los sufridos y ya acalorados insatisfechos clientes.
El
resultado final es que en muy poco tiempo venden la dotación para,
digamos, una semana, cobran de contado al brinco rabioso, y aunque
muchos compran MAS DE LO QUE NECESITAN, otros muchos se van furiosos
con las manos vacías.
Hay
personas que han desarrollado la habilidad, o tienen los contactos
que se lo indican, para estar en toda cola en todo supermercado para
abastecerse. Conozco una familia en particular que siempre tiene una
dotación mínima de 40 paquetes de harina de maíz;
pero, hay otra perversión:
parte del cargamento NO LO VENDEN AL PUBLICO DE LA COLA. No. Lo
apartan en los depósitos para revenderlo a los pequeños
comerciantes, buhoneros, bodeguitas de barrio, etc. pero se lo venden
a precio de detal, no a precio de mayor, o más caro. Estos otros
compran caro, son especulados, así que ellos se ven obligados a
revender a precios elevados. Al final del final terminan los
pobres robando a los pobres, la
cosa más fea del mundo.
Inútil
decir que, además de lo explicado, hay otros mecanismos,
acaparamiento, especulación, usura, pero hoy vamos a quedarnos con
un solo ejemplo.
¿Como
acabar con esta perversión? Lo único que se me ocurre es que nadie
vaya a hacer colas frente a los puntos de venta. Que descarguen los
camiones, que exhiban los productos como hacían antes y que todo
vuelva a la normalidad.
¿Qué
les parece proponer al gobierno que establezca una regla mediante la
cual la descarga de los camiones se haga solo de noche cuando la
mayoría duerme?
El
ejemplo de la harina ha contagiado otros rubros. También están
apareciendo las colas para el arroz, café, aceite, papel higiénico,
etc. Claro, el truco es formidable, venden más, cobran de inmediato
y logran su satánico propósito de poner a la gente en contra del
gobierno. Loa a los genios creadores de la maldad, los talentosos que
usan sus circunvoluciones cerebrales para joder a los pendejos.
¡INDEPENDENCIA Y
PATRIA SOCIALISTA! - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS! - ¡CHÁVEZ
VIVE Y VIVE! - ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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