El tema del consumo de Perrarina
como sucedáneo de alimento para humanos es un tema muy viejo y creía ya
olvidado. De hecho, históricamente cierto, hubo un largo período de tiempo
cuando los pobres, constreñidos por la agobiante miseria a la que fueron sometidos
por los malhadados gobiernos de la iv
república (en minúsculas en señal de asco y repudio), la consumieron en
abundancia. Es como para avergonzarnos, diría cualquier idiota de la burguesía,
pero ellos mismos y sus “exquisitos y refinados” dirigentes fueron los
causantes de esa mancha en la sociedad venezolana. ¿Qué dirán mis amigos del
jet set si supieran que en mi petrolero país hay gente tan tan que come cosas
de esas solo para perros? ¡Qué vergüenza! Pues, se tendrán que avergonzar si
acaso tienen un ápice de dignidad y otro ápice de orgullo patrio.
Era un asunto
ampliamente conocido en muchas zonas enclavadas en los cinturones de miseria de
grandes y medianas ciudades. Para esos desheredados de la fortuna nunca fue un
secreto, pero sí lo fue para el resto de la población porque, sencillamente,
los medios de comunicación propiedad de la burguesía jamás lo divulgaron y, como
ellos mismos lo impusieron en el imaginario colectivo de las clases que
afortunadamente todavía podían alimentarse como
Dios manda, “si no lo dicen los medios no existe”. Veamos pues que hay dos
aspectos entrelazados: uno, si los medios no lo divulgaban era inexistente esa
aberración; y dos, a nadie de ellos les importó jamás lo que pudiera pasar o no
a las clases invisibilizadas.
Un cierto día, una empresa
productora de ese tipo de alimento para perros “descubrió” que se le presentaba
la gran oportunidad de aumentar astronomicamente sus ventas si, además de los
canes finos de gente fina, la no tan fina caterva de muertos de hambre también
la consumían. Imaginen ustedes lectores, reemplazar un gran grupo de otros
alimentos de la dieta normal de cualquier pobre con PERRARINA. Negocio redondo,
¿o no? La perrarina reemplazó, pues, a la leche, la pasta, cereales, los
productos cárnicos de segunda o tercera porque los de primera “esos” no la comían
nunca. Y el renglón que da grima recordar, los alimentos para niños.
Oficialmente reconocido por las
mismas empresas, hubo años cuando el incremento en la producción y venta de
perrarina se llegó a duplicar. Obvio, las ganancias también.
El asunto se hizo público en
aquella no tan lejana época porque una empresa, altamente preocupada por el
crecimiento de las ventas, se veía obligada a aumentar su capacidad de
producción y ordenó un estudio de factibilidad que incluía un estudio de
mercado. La gente del común lo tomó a guasa y los chistes malintencionados o no
proliferaron. El estudio comprobó que las ventas de Perrarina crecían casi
exponencialmente en los barrios pobres donde nadie tiene San Bernardos,
pastores, poodles y otros canes de pedigree y lo único que hay son esmirriados
y famélicos yusos y cacri que no la comen. Las mismas revistas especializadas
para gerentes de mercadeo y ventas lo reseñaron y orgullosos burócratas lo
presentaron como “su” gran logro, al punto de afirmar sin vergüenza alguna que
“su” empresa duplicó o más su producción.
La perrarina es solo un renglón
de los producidos por las empresas que elaboran “alimentos para animales”.
Tronco de filón si lo comen también los humanos. El segmento de mercado de los
animales “finos” no es tan substancioso ni tan grande numéricamente hablando.
Que la coman los pendejos pobres muertos de hambre y los números se harán
estratosféricos.
Esos productos, como la mayoría
lo sabe, se elaboran con desechos. Con subproductos de otros procesos que de no
ser utilizados en alimentos para animales irían al basurero. Es la práctica
capitalista de aprovechar hasta el más recóndito filón para extraer beneficios.
Que los infrahumanos lo coman es provechoso para la empresa, para MAXIMIZAR la
ganancia.
Ellos, los industriales
capitalistas, promovieron y estimularon el consumo por parte de los subhumanos.
No fue una cuestión azarienta ni resultado del hambre generalizada. Recuerdo
perfectamente al desaparecido animador Renny Ottolina comiendo perrarina en
vivo en su show de televisión. Claro, él disfrazaba la cuña publicitaria
diciendo que era tan buena para su perro que también podían comerla los
humanos. Como quiera que las empresas productoras también controlaban o
controlan otros segmentos de la rama alimentaria para “personas”, se las
ingeniaron para manipular los precios, subirlos y hacerlos inasequibles a los
pobres. Resultado concreto: ganancia por todas partes. Quienes podían pagar
más, pagaron más; quienes no podían pagar, compraban perrarina cuyo costo de
producción es ínfimo pero la ganancia que comenzó a dejar entonces se volvió
astronómica. La estrategia resultó perfecta.
Recuerdo haber leído reseñas de
prensa asegurando que la producción de perrarina per cápita era de una de las
más altas. Así como los pobres comieron mucha perrarina, pudieron también haber
consumido gatarina, conejarina, cochinarina, o lo que fuera, pero el sistema de
distribución ya estaba establecido y fue fácil ampliarlo.
Han resucitado el tema
recientemente. Dejen la hipocresía a un lado. No fue que los pobres buscaron
voluntariamente la perrarina. Ustedes los obligaron y como les gustarían que
volvieran nuevamente a ser sus mejores consumidores, pero eso no ocurrirá
porque el 98% de los venezolanos ya se mete sus tres “papas resueltas” todos los
días. Los que permanecen aún en la tenebrosa mazmorra infernal de la miseria
cada día son menos, afortunadamente. Se acabó el tiempo de los muertos de hambre, así que olvídense de volver a obligarlos a comer perrarina.
A ustedes les convendría que
comieran perrarina, pero la única razón es que la relación costo/precio es
exorbitante. El costo de la materia prima es prácticamente cero porque es
desecho, pero el precio de venta asusta y no a los perros propiamente.
Traigo el tema a colación porque
me fastidia la hipocresía y las falsas posturas de “la gente fina”. ¡Oh, qué
horror! “esos” que comen perrarina. ¿Y cómo no la iban a comer si ustedes
mismos los indujeron, prácticamente los obligaron?
No sé porque este asunto de la
hipocresía en su salsa me recuerda el capítulo de La Pagapeo del libro de Herrera Luque, “En la casa del pez que
escupe el agua”.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
No creo esta especie de que la gente comía perrarina. Eran mas baratos y todavía lo son: el arroz, la Harina Pan, los huevos, las sardinas, el hueso para sopa, el hígado, las chanfainas, la panza y hasta el corn flakes. La perrarina siempre ha sido muy cara. Porqué habrían de comprar perrarina los probres si existían alimentos muchos mas baratos y con mejor sabor obviamente. Esto es una gran mentira. Nadie se cree esto...
ResponderEliminarCamarada anónimo;
ResponderEliminar¿Por qué no te identificas? Algunos comentarios de personas que no tienen cuentas en Internet han colocado sus nombres y algunos su procedencia.
Intento responder como mereces. Lee Perrarina - Parte II y tal vez una siguiente.
La Perrarina es cara ahora, después que los fabricantes indujeron a la gente a comerla. En esa época, pocos perros la comían y era sumamente barata.
Amigo Anónimo;
ResponderEliminarTe invito a leer mi anterior artículo http://juanpedrotorres.blogspot.com/2011/08/chile-sigue-doliendo.html#comment-form y, tal vez, tomes algo de conciencia sobre lo que ocurre en el mundo respecto a los pobres.