Ultimamente está intentando
cambiarse a sí mismo.
La moraleja, según algunos, es
fácil de deducir: para cambiar cualquier cosa es preciso cambiarnos a nosotros
mismos; eso sí, siendo como dice la canción que canta Silvio Rodríguez “un tilín mejores”. No aspiremos a ser
mucho mejores porque simplemente no lo lograremos, seamos tan solo un poquito
mejores; persistamos, seamos un poquitín más con cada intento, y así
lograremos, tal vez, llegar a ser algo mejores. Pero eso sí, hagamos pequeños
esfuerzos y persistamos en alcanzar lo inalcanzable, lo que nunca lograremos,
pero algo habremos conseguido.
Sé positivamente que estoy
hablando de algo muy trillado. Cuantas veces hemos oído o leído cosas parecidas
o semejantes a lo dicho. No obstante, a pesar de haberlo oído o leído tanto,
seamos sinceros con nosotros mismos y hagámonos la pregunta: ¿Cuántas veces de
veras lo he intentado? Y, en todo caso, ¿Qué he logrado hasta ahora?
Lo anterior se limita a una o a muchas
personas. Pero, por extensión, lo podemos extrapolar a grupos humanos más
grandes: una pequeña o gran comunidad, un barrio, un municipio, un estado, una
región y hasta un país.
No tengo la menor duda que la
Revolución Bolivariana ha logrado hacer que muchos venezolanos seamos un poco
mejores de lo que antes éramos; pero, aún falta mucho. Y, precisamente, donde
más falta es en aquellos conglomerados donde la revolución ha hecho poco o nada,
pero no por falla de ella sino de la gente misma.
Resulta curioso darse cuenta que
donde la Revolución ha tenido sus mayores y mejores éxitos ha sido en aquellas
comunidades donde la gente era o se convirtió en algo mejor. Pero, más curioso resulta comprobar que, entre esos
grupos humanos, los éxitos han sido más asombrosos en muchas comunidades
indígenas. Sí señores(as) incrédulos(as), muchas comunidades de “salvajes sin educación” nos pueden dar
y de hecho nos dan lecciones de organización, lucha comunitaria, acciones
colectivas y sobretodo, gran solidaridad. La cooperación de unos con otros para
lograr un fin colectivo ha sido y es notable. Digno de estudio y admiración.
Cualquiera puede argumentar que
para “ellos” no es difícil porque esa es y ha sido su forma de vida.
Efectivamente es cierto. Quien lo diga tiene razón y razón, mucha razón, tenía
José Carlos Mariátegui – El Amauta – cuando afirmó que “no hay nada menos foráneo que el socialismo en América”. En
Nuestra América – Ab ya yala - originaria agregamos nosotros. Las comunidades
originarias han vivido durante siglos en sistemas socialistas en los cuales
impera la solidaridad, o lo que es lo mismo, la desinteresada ayuda mutua con
la que se consiguen logros que, para los imbuidos en la mal llamada
civilización occidental, resultan asombrosos.
Se puede afirmar con lenguaje
matemático que existe una relación inversa entre egoísmo individual y
solidaridad colectiva. A menor egoísmo más solidaridad. Y también una relación
directa: a más solidaridad más resultados concretos en lo colectivo y, por antonomasia,
en lo individual. Se puede entonces afirmar que donde reina la felicidad
colectiva reina la felicidad individual y no al revés.
Los nefastos antivalores
impuestos por el capitalismo, especialmente el neoliberal salvaje, tales como
el egoísmo y el individualismo, han creado seres insensibles pero a la vez muy
infelices. Se han vuelto tan requetestúpidos que son infelices por lo que no
tienen en vez de serlo por lo que sí tienen. Así, nunca podrán llegar a obtener
la felicidad que ansían porque, por mucho que tengan, siempre habrá algo que no
tendrán. En cambio, que feliz es quien lo es por y con lo que tiene. Y cuando
digo lo que tiene no me estoy
limitando solo a corotos materiales. Hay tantos intangibles que nos
proporcionan tanta felicidad y, eso, los descerebrados lamentablemente no lo
entenderán jamás a menos que lleguen a ser como canta Silvio, un tilín mejores.
Volvamos a comparar lo obtenido
por una u otra comunidad. Aquellas que han echado a un lado el egoísmo y el
individualismo, han actuado en colectivo y se han organizado mejor han logrado
más y mejores cosas. Eso no requiere análisis ni discusión. Es absolutamente
obvio que un grupo como el descrito tramita sus aspiraciones (convertidas en
proyectos concretos) con más facilidad ante los entes gubernamentales. Y no me
digan que no saben hacer proyectos. Buscan ayuda, se asesoran, aprenden. De
paso, la Revolución enseña, la gente aprende y genera resultados maravillosos.
¿Quieren un ejemplo? Me remito a la gran Misión Vivienda. Ver http://juanpedrotorres.blogspot.com/2011/06/el-mas-importante.html#comment-form
Los que no cooperan no hacen nada
y por mucho que chillen tampoco lograrán nada. Jamás.
Refocílense en su desidia, en su
egoísmo y su flojera. Critiquen. La Revolución no sirve ni servirá…para
ustedes. De hecho, ni la Revolución ni nada servirá.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡CHÁVEZ VIVE! - ¡LA LUCHA SIGUE!