domingo, 29 de julio de 2012

La mentira y la traición


Hace años leí un librito francés, en mi criterio bastante malo tanto por su contenido como por su escritura, que me produjo horror y, hasta la fecha no he podido olvidar la desagradable impresión que me provocó su lectura. Creo que su título era “Elogio a la Traición” y en su desarrollo se explicaba la conveniencia de mentir y, eventualmente, traicionar para alcanzar fines de naturaleza política.En cierta manera era algo peor y más inmoral que el postulado maquiavélico que “el fin justifica los medios”.

Gracias a mis padres, por el contrario, siempre he creído firmemente que la mejor trampa que podemos hacer en la vida es ser veraces y honestos. Tarde o temprano lograremos nuestros propósitos manteniéndonos en el campo de la ética y lo mejor es que nadie podrá enrostrarnos nada.

En esta época se suceden sacudones políticos en toda América y podemos conocer muchos aspectos del pasado hasta ahora ocultos de gobiernos, personajes y eventos de nuestras repúblicas.

Volviendo al librito, en él se sostiene la peregrina tesis que es necesario y conveniente mentir para tener éxito en política, que es necesario al menos ocultar las verdaderas intenciones porque, de lo contrario, se perderían muchos votos y adhesiones. Inútil decir que a la mentira generalmente le sigue la traición.

Hacer promesas falsas y ofrecer un programa de gobierno y, luego, al obtener el poder poner otro diferente en práctica es precisamente eso, una mentira, un fraude, un engaño, una traición y, por desgracia, ese parece ser el denominador común de la mayoría de los políticos y de los gobiernos latinoamericanos (y de muchísimas otras partes también, los ejemplos concretos abundan) a lo largos de los últimos siglos.

Resalto el honor del periodista venezolano mártir Fabricio Ojeda, asesinado en 1961 por el gobierno títere del imperio yanqui, quien en una de sus brillantes artículos confiesa que fue introducido al mundo de la política de la mano del líder “revolucionario” Jóvito Villalba de “destacada” actuación como miembro de la llamada Generación del 28.

Como si lo hubiera leído hoy mismo, recuerdo que él escribió que un día le preguntó al “líder” las razones por las cuales no se le decía claramente al pueblo que ellos eran revolucionarios, antiimperialistas, que pretendían confrontar los poderes fácticos; en fin, trabajar por y para el pueblo.

Fabricio Ojeda se apartó de esa organización, tomó un fusil y se fue a la guerrilla armada después de un emotivo, encendido y valiente discurso de renuncia a su condición de Diputado al Congreso Nacional. Posteriormente apresado y encarcelado, fue vilmente asesinado por los esbirros del régimen adeco de la época. Naturalmente, los voceros de ese asqueroso gobierno intentaron engañar a la opinión pública diciendo que se trataba de un suicidio.

La respuesta tajante de Villalba fue  que ellos no podían hacer eso porque se enfrentarían de inmediato a la burguesía oligárquica. Específicamente, le dijo que los políticos no debían nunca descubrir sus verdaderos planes e intenciones y que, en todo caso, los pondrían en práctica  al llegar al gobierno, eso sí, con “con mucho tacto” tratando de no herir susceptibilidades. En otras palabras, la difícil tarea de nadar en aguas turbulentas y simultáneamente cuidar la ropa.

Pero, por desgracia para todos nosotros, todo funcionó de manera opuesta; es decir, siempre se han ofrecido villas y castillos a los pueblos y después, al tomar el poder, pactar con los sempiternos enemigos del pueblo, valga decir, las más rancias oligarquías explotadoras lacayas del imperio de turno.

Vuelvo a decir que la mejor trampa es la honestidad. Hoy lo podemos comprobar. Existen ya en Nuestra América gobiernos orientados a la redención de los pueblos y logran creciente apoyo popular hablando claro, explicando sin ambages su orientación y luchando de frente contra los enemigos tradicionales. Se cometen errores. Sí. ¿Qué ser humano no los comete? Pero hay hombría y bravura para aceptar responsabilidades y rectificar.

Lo anterior y mucho más gusta a los pueblos y apoyamos gobiernos conducidos por hombres honestos, responsables y veraces. Los viejos carcamales los odian e intentan destruirlos.

PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario