Un acontecimiento memorable de
gran trascendencia histórica – la instalación de la reunión de Jefes de Estado
y de Gobierno de América Latina y el Caribe y la fundación de la CELAC, Comunidad de Estados
de Nuestra América – opacó e hizo olvidar algo que no debemos olvidar aunque
hayamos perdonado a sus causantes. Me refiero concretamente al Paro Sabotaje
Petrolero que comenzó el 2 de Diciembre de 2002, que por desgracia para todo el
país, iniciaron los lacayos apátridas de la extrema derecha venezolana
obedeciendo órdenes expresas de sus amos imperiales por medio de la mal llamada
meritocracia petrolera, quienes fueron los criminales ejecutores.
Si, venezolanas, venezolanos y
amigos de otras tierras, imposible olvidar uno de los capítulos más
catastróficos de nuestra reciente historia. Me mueve a recordarlo el hecho,
para mí descorazonador, que no he visto hasta estas horas ningún recordatorio
por parte de nadie en ningún medio de comunicación decente. A propósito digo medio de comunicación decente porque ya
todos sabemos la ralea de la mayoría de los medios privados de Venezuela y del
mundo. Para mí no son otra cosa que albañales putrefactos que reflejan
perfectamente el espíritu que mueve a sus dueños y sirvientes.
Ese desgraciado capítulo, en lo
personal, me impactó sobremanera y aún hoy en día continúa impactándome. Fueron
63 días de guerra fratricida, no se sabe todavía cuantos murieron por causa
directa o indirecta de ese maldito paro; no se sabe todavía cuantos sufrieron
daños irreversibles y tampoco se sabe todavía cuantos continúan sufriendo sus
nefastas consecuencias. Es imposible calcular el año económico causado al país,
aunque muchos los estiman superior a US $ 20.000.000.000.
Los cínicos politicatros de la
sucia oposición venezolana creen que somos idiotas de mente corta que lo hemos
olvidado y ahora tienen la sinvergüenzura de ofrecer que, de ser electos,
reincorporarán a todos esos traidores a sus cargos en PDVSA como si los
trabajadores patriotas se lo permitirán. A todos esos traidores que le clavaron
una puñalada en el corazón a su propia madre que no se les dé ni agua. Se
aceptan los criminales, ladrones y otros que se redimen; pero ellos no tienen
la capacidad ni la voluntad para redimirse. Dejaron de ser gente, son meros
engendros con figura humana.
Es imposible olvidar todo el
sufrimiento que causaron al pueblo, sobretodo a quienes menos tienen. Le
negaron la comida, el gas para cocinar, las medicinas, los servicios públicos y
todo lo demás que se requiere para vivir. Pero no contaron nunca que el pueblo
venezolano, digno heredero de las glorias de Simón Bolívar, ese mismo pueblo
que se fue a pie y a caballo hasta el otro extremo de Sur América, matándose
con los españoles y con los traidores de la época, les iba a oponer férrea
resistencia y no les iba a permitir la materialización de sus planes
criminales.
La lucha fue bella. Al bloqueo a
los puertos, la toma de los tanqueros, la paralización de refinerías, el
descabellado saboteo a todas las operaciones de la industria, el paro de muchas
empresas que los secundaron, el despido masivo de trabajadores sin compensación
alguna; a las consecuencias tales como la muerte de niños que no pudieron
llegar a centros de salud porque las ambulancias se quedaron sin gasolina, y
todo un largo rosario de otras calamidades, el pueblo se paró firme, creó sus
propias soluciones, se las ingenió, inventó y los derrotó estrepitosamente.
Recuerdo con dolor un Diciembre
como ellos lo pregonaban sin vergüenza alguna, sin navidades y sin hallacas (y sin béisbol) hasta que Chávez se vaya.
El pueblo se las supo arreglar e inventó, comió hallacas. En mi caso
particular, las cociné con leña, igual que hicieron millones de compatriotas.
Esos traidores a la patria que se
pudran en el basurero de la antihistoria. Tienen cédula de identidad
venezolana, pueden haber nacido Venezuela adentro, en San Fermín de Perromojado
o en Guaracaral de Abajo; pero, venezolanos no son.
Hoy PDVSA está en manos del
pueblo como debió ser siempre y, créanlo, así seguirá per omnia secula seculorum. ¿Verdad Padre Ugalde?
Por último, por favor, no me
digan que lo escrito contradice mi propósito de plantear solo temas alegres en
estos días navideños. No, no lo hago. Recuerdo que fuimos a la lucha con
alegría, optimistas que el triunfo sería nuestro porque así lo tiene
determinado la dialéctica de la historia. Cada pequeña victoria era una
celebración espontánea del pueblo y el triunfo final fue, no cabe duda, una
apoteosis. Ojalá encuentre un editor que se atreva a publicar ni inédita novela
“La Toma de la Colina”. En ella describo
mucho de lo acontecido y, ciertamente, destaco el infinito optimismo del pueblo
y la gran confianza en sí mismo. Claro, si se trata siempre de hechos de
nobleza propia de corazones puros.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡VIVIREMOS Y CONSOLIDAREMOS LA VICTORIA!
Hola
ResponderEliminarAunque a veces no te escriba en los comentarios, te sigo constantemente. Venezuela y su revolución siempre son un ejemplo para los europeos que quieren una Europa libre y de los pueblos, y no en manos de los delincuentes que dirigen las grandes multinacionales.
Saludos
JLForneo
Camarada José Luís;
ResponderEliminarUn atento saludo Revolucionario, Socialista y Bolivariano cargado de calor tropical, que buena falta les hace en esta época a los europeos; pero además, con la alegría y el optimismo propio de la temporada navideña, extensivo inclusive a aquellos que no profesan nada.
Siempre repito, más o menos, las sabias palabras que dijo Evo Morales:
"Nos cansamos de pedir y esperar que los políticos (tradicionales) nos resolvieran los problemas, hasta que decidimos tomar el poder y resolverlos nosotros mismos."
Sabio consejo para todos quienes añoran una revolución. Háganla en Europa de acuerdo a sus propias circunstancias. Si echan una miradita hacia acá, que sea solo para ver el ejemplo.
Un abrazo.