miércoles, 19 de mayo de 2010

Artículo 21

Dije que habíamos pasado a una nueva etapa. No quiero, por ahora, hablar de política simplemente porque el momento no es propicio. Todo tiene su tiempo y su lugar. Sin embargo, tengo forzosamente que hablar de algo íntimamente relacionado con la política; o, mejor dicho, relativo a ciertos vicios que suelen estar aparejados a la actividad política. Me explico mejor, íntimamente vinculados a la “vieja política”.

Existen personajes que han tomado las recientes elecciones internas del PSUV como una batalla entre enemigos acérrimos, y no como una fraternal contienda entre camaradas que comulgan con los mismos ideales. Eso es dañino. Eso es divisionismo puro. Ya aparecieron por ahí algunos dragoneando que no votarán en septiembre por fulano, zutano o mengano porque no forman parte de “su” mezquina visión.

Toda organización humana tiene en su seno las mismas virtudes y los mismos defectos de los individuos que la integran y lo sabio, lo positivo, lo correcto es tratar de nivelar esas máculas en beneficio de todos en colectivo. Todos y cada uno de nosotros debemos aceptar el desafío, y superarlo, de contribuir a la unidad del partido porque lo que nos jugamos en las próximas elecciones parlamentarias es el futuro del partido, el futuro del gobierno, el futuro de la revolución, el futuro del socialismo que por razones humanas e históricas debemos impulsar y establecer en la vida de la nación para el bien de todos. Si no entendemos esta sencilla afirmación, flaco favor nos estamos haciendo a nosotros mismos y a la nación entera.

Por lo afirmado anteriormente, me produce tristeza ver individuos tratando de cobrar supuestas promesas hechas por candidatos victoriosos y, a la vez, tratando de imponer a otros determinados tipos de comportamiento revanchista. No es hora de pasar facturas a nadie sencillamente porque no hay facturas por cobrar. Ni debe haberlas. Lo que la historia nos reclama es unidad y solidaridad de la más pura.

Tenemos manchas. Es cierto. Aceptémoslas. Solo que es necesario y muy imprescindible tener la gallardía suficiente para encarar la limpieza a fondo de esas máculas con espíritu constructivo, siempre buscando el bien colectivo. La limpieza de esas manchas tenemos que encararla sabiendo que son producto de una abyecta subcultura inoculada hasta en los tuétanos de la sociedad. Deslastrarnos de vicios culturales implica modificar con sana conciencia la cultura que vivimos a diario y que impulsa nuestras acciones cotidianas. La necesidad de una renovación cultural debe ser una lucha a fondo y permanente hasta lograr inculcar en toda la población los nuevos valores que tanto necesitamos imponer para el bien de todos, que no son otros que la solidaridad, la cooperación, la generosidad, el optimismo, la alegría, las ganas de trabajar, las ganas de estudiar. El gran cubano José Martí afirmó que para ser libres hay que ser cultos. Sigamos su amoroso consejo, seamos cultos para ser libres. Empecemos hoy mismo a ser más cultos.


PATRIA SOCIALISTA O MUERTE - ¡VENCEREMOS!

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