lunes, 10 de mayo de 2010

Artículo 20

Se completó un ciclo. Obvio, comienza otro. En todo el país se llevó a cabo el pasado domingo 2 de Mayo, con éxito, el proceso de selección candidatos del PSUV a las próximas elecciones de diputados a la Asamblea Nacional que se efectuarán el 26 de Septiembre próximo. Gran egoísmo en casi todos los medios que no reflejaron, con la certidumbre, objetividad, claridad y veracidad necesarias, esos muy importantes acontecimientos de la vida política y social de la nación con fuertes repercusiones en muchos otros aspectos.

A decir de la mayoría de los observadores, todo marchó bien, salvo – siempre existe alguna salvedad – “pequeños incidentes menores”.

A mi modesto juicio, esos “pequeños incidentes menores” (hay algo de redundancia al utilizar ambos términos, pequeños y menores) no debieron haber ocurrido porque después de ONCE años de revolución y transformación social y, sobretodo, cultural, no debió ocurrir nada de lo señalado.

Todavía persisten ciertas “pequeñas” aberraciones culturales que permanecen incrustadas en la cultura colectiva de ciertos sectores y es a eso, precisamente, a lo que voy a referirme. Solo señalaré algunas aunque no sean todas. Otros, quizás, tengan algo que agregar a la lista. A no dudarlo, todavía quedan rémoras de la nefasta herencia que en mala hora nos dejaron desde la cuarta república, restos malhadados de un tétrico lavado cerebral que nos han hecho desde tiempo inmemorial para manipular a la sociedad.

Pavor al poder establecido. Quedan algunos que todavía creen que las autoridades pueden saber a quien eligió cada votante y no se atreven a contrariar por miedo a perder alguna dádiva, prebenda o favor de muy pequeña cuantía. Algunos llegan a creer que pueden perder cargos o empleos de lo más bajo del escalafón oficial.

La siguiente anécdota casi me hace llorar. Una ancianita se quejaba de sus achaques, y decía que había salido a votar por determinada persona porque la habían amenazado con sacarla de la lista de recipientes de comida gratis en una casa de alimentación popular.

Voto por el “ganador”. La mal llamada economía del voto, no votar por alguien considerado de antemano que no va a ganar. Ese fue un sucio ardid inventado por los adecos y tuvieron mucho éxito en su tiempo. Por estar votando por esos “ganadores”, el pueblo resultó siempre siendo el único “perdedor”.

Víctimas de ofertas engañosas y de promesas que difícilmente se cumplirán. Sé positivamente de un grupo de señoras a quienes les ofrecieron ejecutar una determinada obra si votaban por cierto personaje. Es conveniente aclarar que se trata de una obra caprichosa de menor cuantía que no cuenta con la aprobación de toda la comunidad en cuestión y, según algunos, es violatoria de algunos derechos y de algunas normas establecidas.

Flojera, desidia. Muchos potenciales votantes no lo hicieron porque no averiguaron su centro de votación. Tan fácil que era hacerlo tan solo llamando gratis al 0800-VOTEMOS o enviando un mensaje de texto al 489. Por increíble que lo parezca, tampoco lo sabían.

Desilusión anticipada. Algunos decidieron no votar basados en que “ninguno sirve”. Extraordinaria treta adeca. No votes. Con mis votos amarrados me basta. Por no buscar otra opción, cuanto bicho maula tuvimos que soportar durante tanto tiempo. Hay otra variante: “no me importa quien gane, todos son lo mismo”.

Yo no afirmo que algunas de estas “pequeñas aberraciones” sean culpa o acción de los candidatos, ni que tampoco sean inducidas por ellos mismos o por otros funcionarios de cierta jerarquía. Sé positivamente que existen muchos empleados, burócratas de baja calificación y clasificación, más papistas que el papa y proceden por su cuenta a presionar, amenazar, chantajear, aterrorizar a ciertos votantes. Estas también son rémoras del pasado. Es un típico comportamiento adeco que todavía campea. Flaco favor el que hacen a sus jefes.

Hay que sanear al partido y a la administración pública. Es necesario un gran esfuerzo para adecentarlos. Es preciso identificar y descartar, o en todo caso, reeducar a esos especimenes dañinos. Resulta imprescindible profundizar la reeducación de alguna población para acabar de una buena vez con todas esas prácticas malsanas. Me resisto a creer que sea obra ex profesa de individuos infiltrados, cuya deliberada misión sea precisamente sabotear la revolución y, de ser así, proceder ipso facto a su inmediato exterminio. Quienes ponen en práctica estas viles maniobras para lograr votos, por cierto desleales y efímeros, no son revolucionarios, no son socialistas, no son Bolivarianos. No son patrióticos.

Por la ignorancia nos han dominado más que por las armas. Sabia expresión de Bolívar vigente aún. Hagamos todo cuanto podamos, pero ya, por pasar a una nueva página de la historia y que ese apotegma del Libertador deje al fin de tener vigencia entre nosotros. Dios así lo quiera.


PATRIA SOCIALISTA O MUERTE - ¡VENCEREMOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario