La
calle del barrio donde vivía era de tierra hasta la esquina de la
Calle Bolívar, la principal del pueblo, que era empedrada, donde
todavía hay una plaza que solo ocupa un cuarto de manzana. En esa
esquina, frente a la plaza, había una pulperia. Me perdonan que tan
rápido me desvíe de la idea central, pero la palabra pulpería
me trae también bellos recuerdos. Así se llamaban aquellos pequeños
pero sabrosos expendios de todo, antes que los denominaran abastos y,
más adelante en el tiempo, súper mercados. Las pulperías y las
ñapas eran una deliciosa tradición en la Venezuela que se fue.
Volvamos
al tema. En la pulpería de la esquina cuyo nombre olvidé en caso
que tuviera alguno, los días de Semana Santa, especialmente el
Jueves Santo, se reunían los hombres de barrio a echar
cocos para delicia de
todos, especialmente para los "carajitos" del barrio. Eso
de echar cocos era una
divertida batalla que, en ocasiones, también
se apostaba y hasta podía
constituir motivo de discusiones y,
ocasionalmente, pleitos.
Inútil decir que el ambiente se llenaba de chistes, guasas,
comentarios, chascarrillos y contagioso humor.
Uno
de los contrincantes, previamente seleccionado, sujetaba un coco en
sus manos mientras otro, con su respectivo coco golpeaba al
del otro con el propósito de romperlo. Si fallaba, se invertían las
posiciones y así, alternativamente, hasta que todo concluía con el
rompimiento de alguno.
Si la rotura era violenta se perdía el agua, pero si era solo
fractura se la disputaban para tomarla y con el resto, la pulpa del
coco, hacían entonces en las casas el sabrosísimo arroz con coco,
tradición de Semana Santa que aún se conserva en muchos lugares.
No
habiendo mucho más que decir, les copio una poesía que me ha
gustado bastante desde esos ya remotos tiempos. Espero que la disfruten
junto con la añoranza que les he presentado.
Echando
Cocos
Ernesto
Luís Rodríguez
Es
un decir en la aldea
que
al coco de Juan Palomo
no
le lastiman el lomo
ni
se le gana pelea.
¡Que
se quiten esa idea!
Yo
nunca a nadie provoco,
pero
aunque me gusta poco
decir
lo que ya presiento,
van
a saber los del cuento
¡como
se quiebra ese coco!
Se llena la pulpería,
el silencio gime ausente,
y en los ojos de la gente
pega saltos la alegría.
como un reto a mi osadía,
Palomo frunce al cara;
su voz me revienta clara
cuando a servir lo provoco:
-¡Si eso no parece un coco,
sino una pobre tapara!-
El puño en guardia retiro
para caerle al contrario.
Hay mofa en el comentario
mientras nervioso respiro.
Mi coco sacude un tiro
que al otro le causa estrago
Ya ese golpe no lo pago,
nadie me cobra la cuenta;
y en el chorro que revienta
muere la sed trago a trago.
Siento la gloria mas honda
cuando a la puerta me asomo
Tú, la mujer de Palomo,
flor de ternura redonda,
pasas alegre y oronda
bajo la paz de la aldea,
Guapo tu pecho flamea
-su gracia nos vuelve locos-
y un par de trémulos cocos
me van pidiendo pelea...
Se llena la pulpería,
el silencio gime ausente,
y en los ojos de la gente
pega saltos la alegría.
como un reto a mi osadía,
Palomo frunce al cara;
su voz me revienta clara
cuando a servir lo provoco:
-¡Si eso no parece un coco,
sino una pobre tapara!-
El puño en guardia retiro
para caerle al contrario.
Hay mofa en el comentario
mientras nervioso respiro.
Mi coco sacude un tiro
que al otro le causa estrago
Ya ese golpe no lo pago,
nadie me cobra la cuenta;
y en el chorro que revienta
muere la sed trago a trago.
Siento la gloria mas honda
cuando a la puerta me asomo
Tú, la mujer de Palomo,
flor de ternura redonda,
pasas alegre y oronda
bajo la paz de la aldea,
Guapo tu pecho flamea
-su gracia nos vuelve locos-
y un par de trémulos cocos
me van pidiendo pelea...
¡INDEPENDENCIA
Y PATRIA SOCIALISTA! ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHAVEZ
VIVE Y VIVE! ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!
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