Aclaratoria: No es un salto en la serie ir de parte III a
V. Mi amigo Edgardo Colombo escribió la parte IV y los invito cordialmente a
leerla en:
Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar a países no
latinoamericanos, sea por estudio, trabajo o simplemente turismo, hemos
experimentado una agradable sensación muy especial cuando hemos topado con
paisanos de la PATRIA GRANDE.
Algo me induce a pensar que mis propios sentimientos y emociones han sido
igualmente sentidos y compartidos durante esos encuentros ocasionales, algunos
de los cuales han propiciado y desarrollado amistad en grados variables.
El entendimiento, la solidaridad y el sentirse “hormigas
de la misma cueva” han sido casi siempre los denominadores comunes de esos
encuentros al azar, lo que ha prevalecido más allá de las insignificantes
diferencias en el acento con que hablamos, los distintos significados muy
locales que le damos a algunas palabras o frases usuales, los diversos nombres
que le damos a ciertas cosas, actitudes o eventos; y en la mayoría de esas
cosas nimias se ha llegado pronto al chiste, al chascarrillo o en general al
estallido del buen humor. Rarísima vez se ha producido desencuentro alguno,
Es cierto y comprensible que determinadas costumbres y
enfoques sean producto del lugar geográfico de donde provenga cada uno. Es
absolutamente normal; y debemos entenderlo, aceptarlo y tolerarlo que haya
diferencias superficiales entre un montañés del sur de Chile con un pescador
del caribe dominicano, entre un originario del altiplano boliviano con un
llanero venezolano, y así sucesivamente.
Quiero destacar el hecho que el sentimiento generalizado
no es que seamos de uno u otro lugar, zona o región aunque eso sea común dentro
de cada uno de los países, sino que somos paisanos de “algo mayor” que nos
incita a la unión y este algo más no es otro sentimiento que el de pertenecer a
la PATRIA GRANDE.
Desde tiempo inmemorial los imperios y las asquerosas
oligarquías locales han intentado desmembrarnos y reducirnos a grupúsculos
semiautárquicos y, vaya que lo han logrado, al punto de hacernos ir a pelear
por ellos en defensa de sus egoístas intereses, han pretendido infundir odios
artificiales para mantener enfrentamientos fratricidas pero, aún así, en el
fondo del alma de casi todo latinoamericano subyace ese valioso sentimiento de
sentirse miembro de la PATRIA GRANDE
aunque no nos conozcamos en detalle y, por eso, ahora abogo porque nos
conozcamos más, intercambiemos con frecuencia ideas, usos, costumbres y
proposiciones. Gratamente descubriremos que en esencia compartimos lo mismo,
amamos lo mismo, soñamos lo mismo. El mayor conocimiento entre nosotros
acortará en años luz el definitivo momento de hacer realidad ese sueño secular
de nuestros gloriosos antepasados y concretar la gran idea por la que Simón
Bolívar luchó denodadamente, por que LA PATRIA
ES AMERICA.
Cuando visitemos alguna región de “nuestra América”, como
la denominó adecuadamente José Martí, vayamos con el corazón y el intelecto
abiertos para recibir de esa savia que nos nutre el alma. Aprendamos,
aprendamos y aprendamos; enseñemos, enseñemos y enseñemos; compartamos,
compartamos y compartamos.
Dos días antes de la solemne Declaración de Independencia
por parte del Congreso de Venezuela el día 5 de Julio de 1811, cuando la guerra
no había comenzado aún, Simón Bolívar pronunció un encendido discurso en la Sociedad Patriótica
de Caracas que remató con una lapidaria frase:
“Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad
suramericana: vacilar es perdernos”
En medio de las avatares de la Guerra a Muerte, en pleno
fragor de la contienda, escribe el 12 de Junio de 1818 a Juan Martín de
Pueyrredón, Jefe de las Provincias Unidas del Río de la Plata :
“Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya
que en todo hemos tenido una perfecta unidad…La América , así unida, si el
cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones y
la madre de las repúblicas.”
El máximo ideal de Bolívar era convertir la América hispana en una
inmensa y sorprendente nación:
“Yo deseo más que otro alguno, ver formar en América la
más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su
libertad y gloria.”
Palabras éstas, y muchas más que merecen estar grabadas
en bronce en todas las naciones de América.
Al final de sus días, antes de pasar definitivamente a la
inmortalidad, sentenció:
“El gran día de la América del Sur no ha llegado.”
Casi doscientos años después, te decimos Padre
Libertador, que tus pueblos han retomado ardorosamente tus ideas y tus
banderas, que ahora al fin, sí ha llegado ese “gran día” y haremos lo posible
todos tus hijos para que se concrete tu profecía y tu sueño, los de Miranda,
San Martín, Sucre y de tantos otros porque definitivamente LA
PATRIA ES AMÉRICA.
Avancemos optimistas y alegres hacia esa aurora luminosa
a paso de vencedores, a tambor batiente, a todo estruendo.
PATRIA GRANDE SOCIALISTA Y VICTORIA -¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
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