Di
la verdad y nadie te creerá
Siempre
he oído decir que la diplomacia es el arte de hablar mucho y no
decir nada o el arte de ofender con palabras tan dulces que el
ofendido se vea en la cuasi obligación de agradecer. Sea como sea,
el lenguaje diplomático – y por extensión el lenguaje entre
“políticos” - solo dice eufemismos que disfrazan la verdad con
el uso de lenguaje maquillado.
Observarán
que entrecomillo la palabra políticos porque me estoy refiriendo a
los políticos de viejo cuño, a los tradicionales de todas las
latitudes, especialmente a
aquellos que antes de dar un discurso en cualquier lugar ordenan
hacer una investigación previa para saber lo que la gente quiere
oír, de tal manera que puedan halagar a sus oyentes con sus
populistas propuestas que siempre resultan un engaño porque nada de
lo dicho se concretará en acciones.
El
aforismo del comienzo es una realidad concreta hasta ahora en el
mundillo “político” del planeta. La razón: nadie cree cuando le
dicen la verdad porque todos, en el fondo, desean oír lo que resulta
grato a sus oídos. En otras palabras, todos quieren que les prometan
lo que ellos desean, lo que satisfaría sus personales apetencias. Es
ésta y no otra la razón por la cual nadie se siente inclinado a
creer cuando les dicen LA VERDAD. Cuanta razón tenía el héroe
Oriental José
Gervasio Artigas cuando acuñó su célebre e histórica frase “Con
la verdad ni ofendo ni temo”. Aunque
supongo que Artigas si sabía que su verdad no sería del agrado de
muchos porque, simplemente, no les complacería.
Historicamente,
los políticos del mundo en todas partes, en todas las épocas, en
todas las llamadas civilizaciones, en todos los sistemas políticos,
han disfrazado sus alocuciones verbales públicas tanto como las
escritas para hacerlas aparecer como verdades aunque,
tal vez, a sabiendas estén convencidos de antemano que la historia
los desmentirá. Su objetivo es sin dudas la inmediatez, el logro en
el corto plazo, lo que llaman la pegada
en el grupo a quien o quienes va dirigido el mensaje.
El
gran intérprete de esta realidad fue sin dudas Nicoló Macchiavelo
quien, inclusive, dio
consejos a los gobernantes sobre la conveniencia de engañar, aunque
él también, sibilinamente, lo llamó “arte de gobernar”. Los
nórdicos, europeos en general y más recientemente los gringos son
expertos en decir mentiras a todo trance sin el menor rubor; pero,
además, se basan en dos premisas falsas que consideran que los demás
son todos ignorantes y zafios aunque,
de hecho, algunos lo sean por
lo engañados que están.
Cuando
hablan de los pueblos del sur, esos nórdicos generalmente se basan
también en otras dos premisas; una, que los pobladores de sus países
son totalmente ignorantes en esos asuntos y; otra, que todos los
sureños son idiotas redomados que se tragan, con facilidad y sin
pensar, las ruedas de molino que ellos siempre intentan hacerles
tragar. No señores nórdicos, ese estereotipo creado por ustedes
mismos para su consumo interno sobre los latinoamericanos en
particular no tiene ni pizca de verdad. Para explicarme mejor, por
ejemplo, los mexicano no son todos como los pintan en las películas
producidas en Hollywood, unos tipos flojos que se la pasan durmiendo
arropados con un xarape debajo de un sombrero alón en un caserío
reseco donde el viento hace volar polvo y chamizas. Tampoco son los
colombianos unos bichos brutos que solo saben traficar drogas que,
por cierto, son creación gringa, ni
los brasilenos son todos negros borrachos que solo bailan samba
disfrazados en un eterno carnaval cuando no están jugando fútbol.
No señores, esto no es como
ustedes nos imaginan, una enorme comunidad de salvajes algo parecidos
a Tarzán que vamos de un lugar a otro de la selva guindados en
bejucos que pretendemos morderlos cuando accidentalmente nos
acercamos a ustedes.
Pero
en esa curiosa concepción primitiva que tienen de nosotros surge
siempre una enorme contradicción, tanto en las
películas como en la vida real. Vienen
de turistas o comerciantes sin preocuparse por aprender previamente
algunas palabras o frases elementales de nuestro idioma y se quejan
amargamente cuando no encuentran personas sencillas que hacen ciertos
oficios no calificados, tales como taxistas, mozos de restaurantes,
vendedores y muchos otros que no sean perfectamente políglotas. Pero
bueno, ¿cómo es la cosa? - ¿si son brutos, zafios e ignorantes,
como pretenden entonces que sean políglotas y además expertos en
geografía, historia, botánica, zoología, astronomía y todo cuanto
se les ocurra? ¿Es que acaso les cuesta mucho entender que los
brutos, zafios e ignorantes son precisamente ustedes mismos? Además,
cuando uno de los nuestros viaja por sus países, ustedes tienen el
tupé de pretender que hablemos su idioma a la perfección. ¿No hay
acaso una cierta incongruencia en esa arrogante y prepotente actitud
de ustedes?
Y
hablando de actitudes arrogantes y prepotentes, sus representantes
políticos salvo muy honrosas excepciones, son precisamente quienes
cometen los peores desatinos cuando pretenden abiertamente darnos
lecciones de vida y comportamiento. Carajo, en la Biblia, en el Nuevo
Testamento, en los Evangelios, hay una sentencia de Jesucristo:
Buscas la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en el tuyo.
Enorme viga, agrego. Carajo, ¿no se dan cuenta que la mayoría de
las veces ofenden algo que no se debe ofender jamás,
la inteligencia de los demás?
Por
desgracia hemos perdido prematuramente un extraordinario campeón de
la política mundial que siempre actuó con LA VERDAD en sus labios,
el Comandante Eterno de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez.
Nunca de anduvo por las ramas y siempre fue al fondo de los temas con
palabras comprensibles a todos. Siempre fue fiel a la verdad y su
verdad verdadera la entendieron perfectamente los pueblos del mundo.
Por ser fiel solo a la verdad fue y sigue siendo denostado por
ustedes. Ustedes no lo entendieron en su momento ni lo entenderán
jamás y, ¿saben por qué? Se los digo, porque ustedes,
politicastros nórdicos, no tienen ni han tenido jamás la menor
ligazón con sus pueblos que no se tragan ni se tragarán sus
edulcoradas palabras lisonjeras, que jamás han hablado la verdad.
Y
no son solo los políticos. ¿Qué tal los medios de comunicación?
Siempre fueron mentirosos y manipuladores.
Todos los días ponen en
práctica los métodos para engañar que les enseñó su gran y
admirado campeón de la mentira, el chantaje y todo lo vil que puede
caber en una criatura: William Randolph Hearst. No digo más
nada...¡por ahora!
Nota
de último momento:
Viene
como anillo al dedo un ejemplo concreto sobre lo que he afirmado, las
últimas declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de
España – García Margallo – quien utiliza a Venezuela de manera
muy irresponsable para lograr
un resultado efectista y autoencumbrarse
afirmando que “España suspende las ventas de material antimotines
a Venezuela para contribuir con
la paz, bla, bla, bla.” Está en todos los medios. Pero no contaba
con la contundente respuesta de Venezuela, lean:
Ojo,
no venga ahora ningún idiota a reclamar que ofendo a los españoles.
Para los buenos españoles vaya toda mi solidaridad y afecto. No,
quien los ofende y engaña a diario es precisamente su ministro y
todo su gobierno franquista que le hace comparsa a una monarquía
anacrónica. Dejen ya de ser meros súbditos y conviértanse en
ciudadanos libres revolucionarios. Hagan SU revolución.
¡VICTORIA
Y PATRIA SOCIALISTA! - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHÁVEZ
VIVE Y VIVE! - ¡LA LUCHA SIGUE Y SIGUE!
No hay comentarios:
Publicar un comentario