lunes, 7 de abril de 2014

La verdad sobre la mentira



Di la verdad y nadie te creerá

Siempre he oído decir que la diplomacia es el arte de hablar mucho y no decir nada o el arte de ofender con palabras tan dulces que el ofendido se vea en la cuasi obligación de agradecer. Sea como sea, el lenguaje diplomático – y por extensión el lenguaje entre “políticos” - solo dice eufemismos que disfrazan la verdad con el uso de lenguaje maquillado.

Observarán que entrecomillo la palabra políticos porque me estoy refiriendo a los políticos de viejo cuño, a los tradicionales de todas las latitudes, especialmente a aquellos que antes de dar un discurso en cualquier lugar ordenan hacer una investigación previa para saber lo que la gente quiere oír, de tal manera que puedan halagar a sus oyentes con sus populistas propuestas que siempre resultan un engaño porque nada de lo dicho se concretará en acciones.

El aforismo del comienzo es una realidad concreta hasta ahora en el mundillo “político” del planeta. La razón: nadie cree cuando le dicen la verdad porque todos, en el fondo, desean oír lo que resulta grato a sus oídos. En otras palabras, todos quieren que les prometan lo que ellos desean, lo que satisfaría sus personales apetencias. Es ésta y no otra la razón por la cual nadie se siente inclinado a creer cuando les dicen LA VERDAD. Cuanta razón tenía el héroe Oriental José Gervasio Artigas cuando acuñó su célebre e histórica frase “Con la verdad ni ofendo ni temo”. Aunque supongo que Artigas si sabía que su verdad no sería del agrado de muchos porque, simplemente, no les complacería.

Historicamente, los políticos del mundo en todas partes, en todas las épocas, en todas las llamadas civilizaciones, en todos los sistemas políticos, han disfrazado sus alocuciones verbales públicas tanto como las escritas para hacerlas aparecer como verdades aunque, tal vez, a sabiendas estén convencidos de antemano que la historia los desmentirá. Su objetivo es sin dudas la inmediatez, el logro en el corto plazo, lo que llaman la pegada en el grupo a quien o quienes va dirigido el mensaje.

El gran intérprete de esta realidad fue sin dudas Nicoló Macchiavelo quien, inclusive, dio consejos a los gobernantes sobre la conveniencia de engañar, aunque él también, sibilinamente, lo llamó “arte de gobernar”. Los nórdicos, europeos en general y más recientemente los gringos son expertos en decir mentiras a todo trance sin el menor rubor; pero, además, se basan en dos premisas falsas que consideran que los demás son todos ignorantes y zafios aunque, de hecho, algunos lo sean por lo engañados que están.

Cuando hablan de los pueblos del sur, esos nórdicos generalmente se basan también en otras dos premisas; una, que los pobladores de sus países son totalmente ignorantes en esos asuntos y; otra, que todos los sureños son idiotas redomados que se tragan, con facilidad y sin pensar, las ruedas de molino que ellos siempre intentan hacerles tragar. No señores nórdicos, ese estereotipo creado por ustedes mismos para su consumo interno sobre los latinoamericanos en particular no tiene ni pizca de verdad. Para explicarme mejor, por ejemplo, los mexicano no son todos como los pintan en las películas producidas en Hollywood, unos tipos flojos que se la pasan durmiendo arropados con un xarape debajo de un sombrero alón en un caserío reseco donde el viento hace volar polvo y chamizas. Tampoco son los colombianos unos bichos brutos que solo saben traficar drogas que, por cierto, son creación gringa, ni los brasilenos son todos negros borrachos que solo bailan samba disfrazados en un eterno carnaval cuando no están jugando fútbol. No señores, esto no es como ustedes nos imaginan, una enorme comunidad de salvajes algo parecidos a Tarzán que vamos de un lugar a otro de la selva guindados en bejucos que pretendemos morderlos cuando accidentalmente nos acercamos a ustedes.

Pero en esa curiosa concepción primitiva que tienen de nosotros surge siempre una enorme contradicción, tanto en las películas como en la vida real. Vienen de turistas o comerciantes sin preocuparse por aprender previamente algunas palabras o frases elementales de nuestro idioma y se quejan amargamente cuando no encuentran personas sencillas que hacen ciertos oficios no calificados, tales como taxistas, mozos de restaurantes, vendedores y muchos otros que no sean perfectamente políglotas. Pero bueno, ¿cómo es la cosa? - ¿si son brutos, zafios e ignorantes, como pretenden entonces que sean políglotas y además expertos en geografía, historia, botánica, zoología, astronomía y todo cuanto se les ocurra? ¿Es que acaso les cuesta mucho entender que los brutos, zafios e ignorantes son precisamente ustedes mismos? Además, cuando uno de los nuestros viaja por sus países, ustedes tienen el tupé de pretender que hablemos su idioma a la perfección. ¿No hay acaso una cierta incongruencia en esa arrogante y prepotente actitud de ustedes?

Y hablando de actitudes arrogantes y prepotentes, sus representantes políticos salvo muy honrosas excepciones, son precisamente quienes cometen los peores desatinos cuando pretenden abiertamente darnos lecciones de vida y comportamiento. Carajo, en la Biblia, en el Nuevo Testamento, en los Evangelios, hay una sentencia de Jesucristo: Buscas la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en el tuyo. Enorme viga, agrego. Carajo, ¿no se dan cuenta que la mayoría de las veces ofenden algo que no se debe ofender jamás, la inteligencia de los demás?

Por desgracia hemos perdido prematuramente un extraordinario campeón de la política mundial que siempre actuó con LA VERDAD en sus labios, el Comandante Eterno de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez. Nunca de anduvo por las ramas y siempre fue al fondo de los temas con palabras comprensibles a todos. Siempre fue fiel a la verdad y su verdad verdadera la entendieron perfectamente los pueblos del mundo. Por ser fiel solo a la verdad fue y sigue siendo denostado por ustedes. Ustedes no lo entendieron en su momento ni lo entenderán jamás y, ¿saben por qué? Se los digo, porque ustedes, politicastros nórdicos, no tienen ni han tenido jamás la menor ligazón con sus pueblos que no se tragan ni se tragarán sus edulcoradas palabras lisonjeras, que jamás han hablado la verdad.

Y no son solo los políticos. ¿Qué tal los medios de comunicación? Siempre fueron mentirosos y manipuladores. Todos los días ponen en práctica los métodos para engañar que les enseñó su gran y admirado campeón de la mentira, el chantaje y todo lo vil que puede caber en una criatura: William Randolph Hearst. No digo más nada...¡por ahora!

Nota de último momento:
Viene como anillo al dedo un ejemplo concreto sobre lo que he afirmado, las últimas declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores de España – García Margallo – quien utiliza a Venezuela de manera muy irresponsable para lograr un resultado efectista y autoencumbrarse afirmando que “España suspende las ventas de material antimotines a Venezuela para contribuir con la paz, bla, bla, bla.” Está en todos los medios. Pero no contaba con la contundente respuesta de Venezuela, lean:


Ojo, no venga ahora ningún idiota a reclamar que ofendo a los españoles. Para los buenos españoles vaya toda mi solidaridad y afecto. No, quien los ofende y engaña a diario es precisamente su ministro y todo su gobierno franquista que le hace comparsa a una monarquía anacrónica. Dejen ya de ser meros súbditos y conviértanse en ciudadanos libres revolucionarios. Hagan SU revolución.


¡VICTORIA Y PATRIA SOCIALISTA! - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!
¡CHÁVEZ VIVE Y VIVE! - ¡LA LUCHA SIGUE Y SIGUE!


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