miércoles, 22 de mayo de 2013

El retorno

Durante el tiempo que estuve inactivo en Internet y, por supuesto, en este blog, vinieron a mi cabeza muchas ideas sobre lo que tal vez diría al volver. Ahora, frente al teclado, no me decido a escribir nada sobre lo pensado y repensado. No me digan loco por el galimatías este, pero tratar de ponerme al día con noticias atrasadas, hechos, opiniones, acontecimientos, etc. me confirmaron que lo pensado no tiene nada que ver con la realidad de lo ocurrido a lo largo de ese tiempo y, menos aún, con lo que presumo que vendrá. Así que tomé algunas decisiones que modificarán mi conducta. En primer lugar, seguiré IGNORANDO con fuerza a los escuas del mundo, o mejor dicho, no me tomaré la molestia ni siquiera de ignorarlos; en segundo, ya pedí a un amigo que no ensucie mi correo enviando basura. Tercero, prometo no dar consejos a nadie y que cada quien encuentre su camino a su manera, con sus propios métodos que es, sin duda, la mejor forma de alcanzar la felicidad o, - ¿por qué no? - la infelicidad definitiva creada por el odio inoculado. Cuarto, no quiero ni querré saber nada de los medios de comunicación de la derecha nacional e internacional. Que ellos malgasten tinta o megabytes es su problema y me tiene sin la menor preocupación.


No enumero más razones para no ponerme tan fastidioso. Para quienes aún no se han aburrido y siguen leyendo les doy las gracias, les alabo la tolerante paciencia y solo les digo que escribiré sobre cosas “inocuas”, libres de toda esa carga escatológica que, como decimos algunos groseros vulgares en Venezuela, me tiene cagando azul.

¿Qué tal hablar de poesía, filosofía, ciencia, humor, deportes, religión, etc.? ¿De política? También; pero de Política, de esa que se escribe con P mayúscula y con mucho respeto.

¿Cuál es la diferencia entre una y otra? Ustedes, mis pacientes amigos lectores lo saben de sobra. Política no es lo mismo que política ni se escribe igual. La primera es una ciencia noble, engrandecedora del espíritu humano, que solo la practican los espíritus elevados que aman a la humanidad y al planeta donde ésta vive. La segunda es lo contrario; por tanto hiede ya que está podrida en esencia y, lo recomiendo, mejor ignorarla. Los españoles guarros tienen un refrán muy descriptivo que le es enteramente aplicable: cuanto más meneas la mierda más hedionda se pone. Seamos sensatos y cuidemos nuestras mucosas olfativas.

Durante mi ausencia del ciberespacio ocurrieron muchas cosas en Venezuela y el mundo que todos conocen, seguramente, mejor que yo. Me alegro de haber estado fuera de la diatriba porque, con toda sinceridad, me hubiera enfermado del estómago y del epiplón (o como le dije por Twitter a Liss, las entretelas de las tripas) De cuanta porquería me he librado gracias a la vida que me ausentó a juro. Se necesita un estómago a prueba de cohetes para soportar toda la basura que tuvo que tragar la sufrida humanidad proveniente de los medios nacionales e internacionales de la derecha en nombre de la política (sí, esa con p minúscula) “Su” política, naturalmente, como ellos la sienten, la ven y tratan de inocular en las inocentes masas y circunvoluciones cerebrales de la población más distraída, o, ¿la más idiotizada?

Entre líneas, he dicho hoy que voy a cambiar y no es enteramente cierto. No cambiaré a partir de hoy. Ya había comenzado a hacerlo y si quieren comprobarlo, por favor, relean mis escritos anteriores. Si quisieran ser buenos conmigo y me envían sus comentarios (aun cuando fueren insultos) los agradecería. De seguro, algo positivo podré extraer.

De la política diaria, de la que llaman menuda, de esa que está en permanente ebullición, que hablen y discutan los profesionales. Al fin y al cabo, ellos son profesionales y lo hacen infinitamente mejor que yo. Desde luego, descarto lo que venga de la derecha porque es una podredumbre tan asquerosa que causa repulsión hasta a las mismas moscas. Igual con los medios de comunicación de la derecha mundial que, dicho sea de paso, es solo la caja de resonancia de los dominadores del mundo. Sobre eso he hablado en escritos anteriores y se saturó mi capacidad mental para seguir pariendo ideas al respecto. Para mí, prácticamente todo está dicho hasta la saciedad.

Antes mencioné algunos temas sobre los que propondría hablar. ¿Por qué no hablamos del ser humano? Tema hay de sobra e inclusive podríamos hablar de “esas cosas” que tienen apariencia física de humanos, se visten, comen, se bañan (algunos), actúan parecido pero, coño, no son humanos. ¿Qué son? Los científicos no han inventado un término porque, seguramente, parte de esos científicos también es parte y o proviene del mismo sector. ¿Qué nombre les daremos? ¿Subhumanos, humanoides, androides? No sé. Si quisiéramos echarnos de cultos y sabihondos, buscaríamos entonces un latinazo como hacían nuestros abuelos y bisabuelos para salir del paso y no quedar mal.

Haré por ahora dos propuestas que someto a consideración. Si no les cuadran, sugieran las que quieran. Ahí van las dos: putridum subhumanus y stercore putris.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡CHÁVEZ VIVE!  -  ¡LA LUCHA SIGUE!







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