No enumero más razones para no
ponerme tan fastidioso. Para quienes aún no se han aburrido y siguen leyendo
les doy las gracias, les alabo la tolerante paciencia y solo les digo que
escribiré sobre cosas “inocuas”, libres de toda esa carga escatológica que,
como decimos algunos groseros vulgares en Venezuela, me tiene cagando azul.
¿Qué tal hablar de poesía,
filosofía, ciencia, humor, deportes, religión, etc.? ¿De política? También;
pero de Política, de esa que se escribe con P mayúscula y con mucho respeto.
¿Cuál es la diferencia entre una
y otra? Ustedes, mis pacientes amigos lectores lo saben de sobra. Política no
es lo mismo que política ni se escribe igual. La primera es una ciencia noble,
engrandecedora del espíritu humano, que solo la practican los espíritus
elevados que aman a la humanidad y al planeta donde ésta vive. La segunda es lo
contrario; por tanto hiede ya que está podrida en esencia y, lo recomiendo,
mejor ignorarla. Los españoles guarros tienen un refrán muy descriptivo que le
es enteramente aplicable: cuanto más
meneas la mierda más hedionda se pone. Seamos sensatos y cuidemos nuestras
mucosas olfativas.
Durante mi ausencia del
ciberespacio ocurrieron muchas cosas en Venezuela y el mundo que todos conocen,
seguramente, mejor que yo. Me alegro de haber estado fuera de la diatriba
porque, con toda sinceridad, me hubiera enfermado del estómago y del epiplón (o
como le dije por Twitter a Liss, las
entretelas de las tripas) De cuanta porquería me he librado gracias a la
vida que me ausentó a juro. Se necesita un estómago a prueba de cohetes para
soportar toda la basura que tuvo que tragar la sufrida humanidad proveniente de
los medios nacionales e internacionales de la derecha en nombre de la política (sí, esa con p minúscula) “Su”
política, naturalmente, como ellos la sienten, la ven y tratan de inocular en
las inocentes masas y circunvoluciones cerebrales de la población más
distraída, o, ¿la más idiotizada?
Entre líneas, he dicho hoy que
voy a cambiar y no es enteramente cierto. No cambiaré a partir de hoy. Ya había
comenzado a hacerlo y si quieren comprobarlo, por favor, relean mis escritos
anteriores. Si quisieran ser buenos conmigo y me envían sus comentarios (aun
cuando fueren insultos) los agradecería. De seguro, algo positivo podré
extraer.
De la política diaria, de la que llaman
menuda, de esa que está en permanente ebullición, que hablen y discutan los
profesionales. Al fin y al cabo, ellos son profesionales y lo hacen
infinitamente mejor que yo. Desde luego, descarto lo que venga de la derecha
porque es una podredumbre tan asquerosa que causa repulsión hasta a las mismas
moscas. Igual con los medios de comunicación de la derecha mundial que, dicho
sea de paso, es solo la caja de resonancia de los dominadores del mundo. Sobre
eso he hablado en escritos anteriores y se saturó mi capacidad mental para
seguir pariendo ideas al respecto. Para mí, prácticamente todo está dicho hasta
la saciedad.
Antes mencioné algunos temas
sobre los que propondría hablar. ¿Por qué no hablamos del ser humano? Tema hay
de sobra e inclusive podríamos hablar de “esas cosas” que tienen apariencia
física de humanos, se visten, comen, se bañan (algunos), actúan parecido pero,
coño, no son humanos. ¿Qué son? Los científicos no han inventado un término
porque, seguramente, parte de esos científicos también es parte y o proviene
del mismo sector. ¿Qué nombre les daremos? ¿Subhumanos, humanoides, androides?
No sé. Si quisiéramos echarnos de cultos y sabihondos, buscaríamos entonces un
latinazo como hacían nuestros abuelos y bisabuelos para salir del paso y no quedar
mal.
Haré por ahora dos propuestas que
someto a consideración. Si no les cuadran, sugieran las que quieran. Ahí van
las dos: putridum subhumanus y stercore putris.
PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA -
¡CHÁVEZ VIVE! - ¡LA LUCHA SIGUE!
No hay comentarios:
Publicar un comentario