viernes, 22 de junio de 2012

No nos conocemos – Parte V


Aclaratoria: No es un salto en la serie ir de parte III a V. Mi amigo Edgardo Colombo escribió la parte IV y los invito cordialmente a leerla en:


Quienes hemos tenido la oportunidad de viajar a países no latinoamericanos, sea por estudio, trabajo o simplemente turismo, hemos experimentado una agradable sensación muy especial cuando hemos topado con paisanos de la PATRIA GRANDE. Algo me induce a pensar que mis propios sentimientos y emociones han sido igualmente sentidos y compartidos durante esos encuentros ocasionales, algunos de los cuales han propiciado y desarrollado amistad en grados variables.

El entendimiento, la solidaridad y el sentirse “hormigas de la misma cueva” han sido casi siempre los denominadores comunes de esos encuentros al azar, lo que ha prevalecido más allá de las insignificantes diferencias en el acento con que hablamos, los distintos significados muy locales que le damos a algunas palabras o frases usuales, los diversos nombres que le damos a ciertas cosas, actitudes o eventos; y en la mayoría de esas cosas nimias se ha llegado pronto al chiste, al chascarrillo o en general al estallido del buen humor. Rarísima vez se ha producido desencuentro alguno,

Es cierto y comprensible que determinadas costumbres y enfoques sean producto del lugar geográfico de donde provenga cada uno. Es absolutamente normal; y debemos entenderlo, aceptarlo y tolerarlo que haya diferencias superficiales entre un montañés del sur de Chile con un pescador del caribe dominicano, entre un originario del altiplano boliviano con un llanero venezolano, y así sucesivamente.

Quiero destacar el hecho que el sentimiento generalizado no es que seamos de uno u otro lugar, zona o región aunque eso sea común dentro de cada uno de los países, sino que somos paisanos de “algo mayor” que nos incita a la unión y este algo más no es otro sentimiento que el de pertenecer a la PATRIA GRANDE.


Desde tiempo inmemorial los imperios y las asquerosas oligarquías locales han intentado desmembrarnos y reducirnos a grupúsculos semiautárquicos y, vaya que lo han logrado, al punto de hacernos ir a pelear por ellos en defensa de sus egoístas intereses, han pretendido infundir odios artificiales para mantener enfrentamientos fratricidas pero, aún así, en el fondo del alma de casi todo latinoamericano subyace ese valioso sentimiento de sentirse miembro de la PATRIA GRANDE aunque no nos conozcamos en detalle y, por eso, ahora abogo porque nos conozcamos más, intercambiemos con frecuencia ideas, usos, costumbres y proposiciones. Gratamente descubriremos que en esencia compartimos lo mismo, amamos lo mismo, soñamos lo mismo. El mayor conocimiento entre nosotros acortará en años luz el definitivo momento de hacer realidad ese sueño secular de nuestros gloriosos antepasados y concretar la gran idea por la que Simón Bolívar luchó denodadamente, por que LA PATRIA ES AMERICA.

Cuando visitemos alguna región de “nuestra América”, como la denominó adecuadamente José Martí, vayamos con el corazón y el intelecto abiertos para recibir de esa savia que nos nutre el alma. Aprendamos, aprendamos y aprendamos; enseñemos, enseñemos y enseñemos; compartamos, compartamos y compartamos.

Dos días antes de la solemne Declaración de Independencia por parte del Congreso de Venezuela el día 5 de Julio de 1811, cuando la guerra no había comenzado aún, Simón Bolívar pronunció un encendido discurso en la Sociedad Patriótica de Caracas que remató con una lapidaria frase:

“Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos”

En medio de las avatares de la Guerra a Muerte, en pleno fragor de la contienda, escribe el 12 de Junio de 1818 a Juan Martín de Pueyrredón, Jefe de las Provincias Unidas del Río de la Plata:

“Una sola debe ser la patria de todos los americanos, ya que en todo hemos tenido una perfecta unidad…La América, así unida, si el cielo nos concede este deseado voto, podrá llamarse la reina de las naciones y la madre de las repúblicas.”

El máximo ideal de Bolívar era convertir la América hispana en una inmensa y sorprendente nación:
“Yo deseo más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria.”

Palabras éstas, y muchas más que merecen estar grabadas en bronce en todas las naciones de América.

Al final de sus días, antes de pasar definitivamente a la inmortalidad, sentenció:

“El gran día de la América del Sur no ha llegado.”

Casi doscientos años después, te decimos Padre Libertador, que tus pueblos han retomado ardorosamente tus ideas y tus banderas, que ahora al fin, sí ha llegado ese “gran día” y haremos lo posible todos tus hijos para que se concrete tu profecía y tu sueño, los de Miranda, San Martín, Sucre y de tantos otros porque definitivamente LA PATRIA ES AMÉRICA.

Avancemos optimistas y alegres hacia esa aurora luminosa a paso de vencedores, a tambor batiente, a todo estruendo.



PATRIA GRANDE SOCIALISTA Y VICTORIA  -¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!