sábado, 21 de septiembre de 2013

Amuay – Un año después

Sí amigas y amigos, hace poco más de un año escribí mis artículos “Amuay” - http://juanpedrotorres.blogspot.com/2012/08/amuay.html y “Sigo con Amuay” - http://juanpedrotorres.blogspot.com/2012/08/sigo-con-amuay.html#comment-form – Desgraciadamente, mis sospechas se han confirmado con el paso del tiempo. Cuanto me hubiera gustado no tener razón.

El pasado día lunes 9 de septiembre quedé estupefacto ante lo que llamo una Conferencia Magistral del ciudadano Rafael Ramírez, Ministro del Poder Popular de Energía y Petróleo de la República Bolivariana de Venezuela, sobre los tristes, dolorosos, lamentables sucesos del día 24 de Agosto de 2012 en el bloque 23 de la Refinería de Amuay, operada por Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) y propiedad de TODOS LOS VENEZOLANOS. Ver “Evento Clase A – Refinería de Amuay” que pueden leer y/o descargar de la página web oficial de PDVSA http://www.pdvsa.com/ desde una conexión Resultados de Investigación: Caso Amuay

La conclusión del ciudadano Ministro y de un multidisciplinario equipo técnico, basado en contundentes pruebas técnicas (metalográficas, químicas, etc.) es que en ese desafortunado incidente hubo una(s) mano(s) inhumana(s) muy peluda(s) que, con plena conciencia de sus actos, perpetraron un CRIMINAL sabotaje.

El genio de Simón Bolívar pronunció por allá por los 10 ó 20 del Siglo XIX una estupenda y profética frase: “El talento sin probidad es un azote”.

Desgraciados y mil veces malditos esos talentos que asesinaron tanta gente inocente, inclusive niños; que destruyeron tantos hogares, que causaron tanta infelicidad, angustia, horror, terror y muerte, además de considerables daños económicos a la nación, a la patria, a SU propia patria. Y conste que digo “SU propia patria” porque nacieron en algún lugar de Venezuela y tienen ciudadanía, nacionalidad y cédula de identidad de venezolanos; aunque sabemos que muchos, así hayan nacido en Guaracaral de Abajo o en San Fermín de Perromojado, hijos, nietos, bisnietos, etc. de Venezolanos, tienen su mente enferma, podrida, maloliente, sus jirones de alma perversa y su corazón envenenado en otra parte y, además, son obedientes lacayos de los intereses más cínicos, pérfidos, malvados, criminales, etc. del planeta y quizás más allá.

Por desgracia, tengo algún conocimiento sobre esta materia y he podido aquilatar la perfección del plan de sabotaje. Cerebros y manos expertas se conjugaron para llevar a cabo ese criminal acto que, gracias al altísimo, gracias al Dios de todos y cada uno, tuvo una falla. Falla no de ellos, de la naturaleza que nos salvó de un infierno mayor. El diseño original, sin duda, contemplaba un resultado mucho más catastrófico, muchísima mayor destrucción, quizás miles de muertos, heridos y desaparecidos. Buscaron la destrucción casi total de la refinería de Amuay mediante la creación de un súper infierno cuyas llamas hubieran tardado semanas y tal vez meses en apagarse. Pero no solo eso, destruir más de la mitad del centro refinador MAS GRANDE DEL MUNDO no es poca cosa. La catástrofe, además de humana y técnica hubiera representado al país un gigantesco daño económico y financiero, y casi seguro también político.

Nos salvamos, no me queda la menor duda, porque el Dios de todos y de cada uno metió su mano y les arruinó parcialmente el plan. Sabemos que la explosión fue causada por una chispa que se originó en el estacionamiento del Destacamento 47 de la Guardia Nacional Bolivariana ubicado fuera del área de la refinería en dirección sur-este. Esa chispa afectó una nube de olefinas muy volátiles que escaparon a la atmósfera debido a la rotura intencional de una bomba vertical. Lo anterior explica la razón por la cual la mayoría de las víctimas y los daños materiales corresponden en número, aunque tal vez no en dinero, a la población aledaña a las instalaciones de la refinería.

Digo y repetiré que Dios metió su mano e hizo fallar parcialmente el criminal intento por lo siguiente: normalmente el viento sopla en dirección noroeste y solo en raras ocasiones exactamente lo contrario como realmente ocurrió. La verdadera y calculada intención de los criminales saboteadores era que la nube se desplazara en sentido exactamente contrario y, al incendiarse, lo hiciera precisamente sobre la zona de concentración de la mayoría de las plantas de procesamiento de crudo y derivados. Imaginemos la dantesca situación de muchas plantas de proceso, llenas de hidrocarburos en proceso, todas, súbitamente, ardiendo de repente y generando una interminable cadena de catastróficas explosiones.

Se hubiera generado un caos y una conmoción cuyas consecuencias hubieran alcanzado al país entero. Ahora vayamos a lo que es PEOR. A un año de ese fatídico acontecimiento, se sabe a ciencia cierta, con pruebas contundentes que no dejan asomo a ninguna duda, que algunos dirigentes de la criminal fascista ultraderecha antivenezolana se reunieron con altos personeros, malvados todos ellos, del gobierno gringo y planificaron medidas para impedir un nuevo triunfo de la Revolución Bolivariana en las próximas elecciones presidenciales programadas para el día 7 de octubre de 2012.

Ante la evidente victoria del Comandante Supremo, llegaron a la tétrica y aberrante conclusión que SOLO UN EVENTO CATASTROFICO podría hacer variar a la opinión pública y cambiar el curso de los resultados electorales. Esos malditos hijos de engendro diabólico planificaron y ejecutaron ESE EVENTO CATASTROFICO y, ciertamente, lo lograron parcialmente y causaron esos terribles daños que todos lamentablemente conocemos. No lograron su fin último. La reacción inmediata del Comandante Supremo y su gobierno en general surtieron efecto contrario al esperado y el inevitable triunfo se consolidó en la fecha señalada pero los daños quedaron y sus consecuencias materiales aún tardarán tiempo en ser subsanadas. Imposible recuperar los daños humanos, menos aún a los mártires.

Vuelvo a Bolívar: “El talento sin probidad es un azote”. Inconcebible que gente “bien preparada” técnica y científicamente tenga cerebros tan malvados y pongan sus capacidades, conocimientos y experticia al servicio de Lucifer. Cerebros llenos de conocimientos pero también llenos de maldad. Esos cerebros son realmente los malos engendros de la sociedad capitalista que los inocula con el diabólico veneno de la codicia, la avaricia, la ambición desmedida y los peores principios, los antivalores, la falta de aprecio a sus semejantes y a la humanidad en general. Me faltan calificativos para seguir juzgándolos, no soy tan inmundo como ellos. No lo intenten, no se ensucien ustedes, queridas(os) lectoras(es), tampoco.


¡INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA!  -  ¡CHÁVEZ VIVE!  -  ¡LA PATRIA SIGUE Y SIGUE!


martes, 17 de septiembre de 2013

Dinámica de grupos en la vida real

He tenido recientemente una experiencia que me atrevo a calificar de poco agradable. Intento movilizar a los vecinos de una pequeña comunidad con la idea de obtener un beneficio para todos y, a pesar de los varios intentos para conseguirlo, no logro entusiasmarlos y, conste, he buscado argumentos que en principio captan la atención y la aprobación de esos interlocutores pero, de ahí no logro pasar más allá y convertirlo en acción creadora.

A veces tiendo a desanimarme pero me entusiasmo de nuevo y para darme ánimos me digo a mí mismo que estoy luchando contra un patrón cultural firmemente establecido, muy difícil de romper o modificar. ¿Contra qué lucho específicamente? Pues, sinceramente, yo mismo no le sé. ¿Egoísmo? ¿Molicie? ¿Incredulidad? ¿Abulia? ¿Individualismo?

¿Por qué no se dan cuenta que al beneficiar colectivamente a la comunidad donde viven, también se benefician ellos en lo personal, grupal o familiar?

¿Qué los mueve; o, mejor dicho, que los detiene?

Confieso también que he buscado por diferentes vías obtener una respuesta y me asombro de una paradoja que no sé como interpretar y, naturalmente, resolver. Esa paradoja consiste en que muchos parecieran negarse en vista de que consideran que los otros vecinos no cooperan y eso parece frenarles su deseo de cooperar. No hacen la pregunta, pero casi automáticamente la supongo:

¿Por qué debo yo hacer algo con lo cual beneficiaré a otro que no hace nada por beneficiarme a mí? Le agrego, ni siquiera por beneficiarse él mismo o ella misma.

La idea del beneficio directo propio parece predominar siempre y cuando no beneficie a más nadie. Por el contrario, soy de la idea que, si para beneficiarme yo debo ayudar a que otros también se beneficien, y es la única forma para yo lo logre; entonces, que muchos tengan también lo que yo tendré. La alegría, la felicidad, el bienestar, la mejor vida y muchas otras cosas más se disfrutan a plenitud cuando los vecinos también lo disfrutan. Eso elimina la posibilidad de que exista envidia y por ende maledicencia. Entendamos de alguna manera, es mejor ser felices todos juntos.

Soy ferviente repetidor de la una frase feliz expresada por el gran mexicano Don Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas quien afirmó que “el primer deber de un ser humano es ser feliz; el segundo, hacer felices a los demás”.

Oigamos a Cantinflas, hagamos felices a los demás y deslastrémonos de ese inveterado pensamiento egoísta que le he oído a unos cuantos, que se jodan los demás aunque me joda yo también. Eso es exactamente solidaridad al revés, sí estamos dispuestos a compartir la desgracia porque parece ser que las desgracias de los demás son las que nos satisfacen. ¿Algo absurdo, verdad?

Parte de ese negativo patrón cultural es la sempiterna quejadera. La gran mayoría lo hace a cada rato por los motivos más baladíes y el tema favorito es encontrar defectos y fallas en los demás para justificar la ausencia de cooperación. Para no abundar ni redundar en ese aspecto e intentando modificar esos patrones de conducta que propician la maledicencia, para cerrar les cuento una fábula (gracias al Rev. Numa Molina) y que cada quien saque sus conclusiones:

ASAMBLEA EN LA CARPINTERÍA

Hubo en la carpintería una extraña asamblea; las herramientas se reunieron para arreglar sus diferencias. El martillo fue el primero en ejercer la presidencia, pero la asamblea le notificó que debía renunciar. ¡La causa! Hacía demasiado ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo reconoció su culpa, pero pidió que fuera expulsado el tornillo: había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió la expulsión de la lija: era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.

La lija estuvo de acuerdo, con la condición de que fuera expulsado el metro, pues se la pasaba midiendo a los demás, como si él fuera perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo, utilizando alternativamente el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Al final, el trozo de madera se había convertido en un hermoso mueble.

Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la asamblea reanudó la deliberación. Dijo el serrucho: “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestra flaquezas, y concentrémonos en nuestras virtudes”.

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba solidez, la lija limaba asperezas y el metro era preciso y exacto. Se sintieron como un equipo capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias pasaron a segundo plano.

Moraleja
Cuando el personal de un equipo de trabajo suele buscar defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, florecen los mejores logros. Es fácil encontrar defectos –cualquier necio puede hacerlo–, pero encontrar cualidades es una labor propia de almas nobles, capaces de despertar lo mejor que tienen los demás.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA  -  ¡CHÁVEZ VIVE!  -  ¡LA LUCHA SIGUE!