Poco a poco, lentamente, a lo
largo de los años, he tenido la maravillosa experiencia de ir desnudando
mentiras históricas que nos han enseñado casi como dogmas, pero que no han sido
otra cosa que “matrices de opinión”, como les dicen modernamente, eso que los
españoles llaman “camelos”, que en Venezuela llamábamos “cobas” (no sé con
cual, b ó v)
Personas muy inteligentes, pero con cero moral, sin
duda, han empleado su tiempo en diseñar y fabricar engaños que luego han
montado maravillosamente, a posteriori nos los han mostrado como verdades
absolutas y fácilmente han entrado a la historia como hechos reales e
incontrovertibles.
Por ejemplo, nos han presentado a
Dante Alighieri y su escrito La Divina Comedia como una joya monumental de la
cultura europea del renacimiento. - ¿Saben qué? – Hace tiempo se demostró
fehacientemente – eso sí, lo han ocultado muy bien – que ese libro es UN PLAGIO
de un escrito árabe llamado El Viaje de Mahoma. Atacar a la grande y
extraordinaria civilización árabe, llamarlos infieles, bárbaros y todo un
sinfín de calificativos negativos les ha servido para tapar su engaño, su
camelo, su coba, su matriz de opinión. El ataque a la civilización árabe es
viejísimo, hoy persiste y cada día lo refinan más. Desde antes de las cruzadas
hasta hoy no se han detenido y les han resistido, les resisten, les resistirán
y, al final, prevalecerán. Alá ju acbar.
Igual ha pasado con Atila. Donde pisa su caballo no crece la hierba
es una expresión que resume odio y todo lo malo que se pueda inventar alrededor
de una persona. ¿Qué no han dicho sobre Atila?
Categoricamente afirmo sin
ambages ni la menor pizca de vergüenza que prefiero mil veces y más como
persona, como político, como jefe, como guerrero, como gente, a Atila que a
Bush, Obama, Cameron, Merkel, Hollande, Tzarkozy y otros, esos sí, que son bárbaros sin
alma. No perdamos tiempo en mencionar a Rajoy, Berlusconi y otros similares.
Son marionetas de los primeros.
Atila fue un gran guerrero pero
también fue un hombre decente, un hombre solidario con gran corazón que se
compadecía de los débiles. ¿No lo creen? Pues, les contaré una pequeña historia
real.
Era el año 452 cuando Atila llegó
a las puertas de Roma. Ya se había tejido parte de la leyenda, la gente le
temía, creyeron anticipadamente que saquearía Roma, la destruiría y degollaría
sus habitantes. El Papa León I lo esperó a orillas del Río Tevere (Tíber) y le
pidió que hiciera con la ciudad lo que quisiese, pero que tuviera piedad con los
fieles refugiados en las iglesias, mayoritariamente enfermos, ancianos y
desvalidos.
ATILA RESPETÓ A LOS REFUGIADOS;
pero no solo eso, respetarlos. No. Los cuidó, protegió y auxilió.
En aquella época era algo
absolutamente “normal” que las victoriosas tropas invasoras saquearan las
ciudades conquistadas. Atila no saqueó Roma, protegió sus numerosas obras de
arte. Dirán que invadió Roma. Es cierto, pero lo hizo porque el ya decadente
Imperio Romano había hecho un pacto que NO CUMPLIÓ. Inclusive le habían concedido
con anterioridad el título de Magister
Millitum. ¿Parte teatral del premeditado engaño?
Fijémonos en un pequeño detalle
que nos puede conducir a una reflexión. Etimologicamente, Atila es palabra
derivada de una antigua lengua germánica, atta-illus
– que significa PADRECITO. En esa época era común que los líderes asumieran
nombres generalmente dados por sus seguidores; seguramente Atila no era el
nombre que le pusieron sus padres al nacer sino el apelativo que luego mereció.
Inocentemente pregunto: ¿Qué clase de hombre es aquel cuyo pueblo llama
PADRECITO?
De eso y mucho más no sabemos
nada, no nos lo enseñan, lo ocultan. Imaginen una razón. La que se me ocurre es
que Atila los superaba – y los sigue superando - en caridad, en generosidad, en
ser más gente o más humano que ellos y eso es algo imposible de tolerar, de
aceptar, de reconocer. Entiendo, difícil de digerir. Hablemos mal de Atila para
cubrir nuestras “deficiencias”.
Si nos venimos a nuestro tiempo
observaremos que en este cochino mundo nada ha cambiado y al igual que en esas
épocas, hay gente que pretende cambiarlo y lucha para lograrlo; pero hay gente
exactamente igual o peor de mala con el agravante que los instrumentos para la
destrucción de la especie humana, y del planeta, son más letales.
Atila respetó, admiró y cuidó las
obras de arte romanas. Los verdaderos bárbaros de nuestro tiempo saquean, p.e.,
el antiquísimo Museo de Bagdad y roban lo que no destruyen. Se enorgullecen de
los tesoros acumulados en los museos de toda Europa y Norteamérica, se
enorgullecen entonces de sus latrocinios porque todo lo que hay en esos sitios
es ROBADO.
Y, para finalizar, no compararé –
ustedes lo harán - el concepto que Atila tuvo sobre el ASILO y como lo
practicó.
INDEPENDENCIA Y PATRIA
SOCIALISTA - ¡CHÁVEZ VIVE!
¡LA LUCHA SIGUE!