Hace pocos días, en una pequeña y
muy desasistida población organizaron MAL el suministro de productos
alimenticios de Mercal y, si lo evaluaran, llegarían a resultados
diametralmente opuestos a los buscados. Simplemente la gente no quedó
satisfecha, la gente se molestó y terminó hablando pestes en contra de todos,
inclusive contra muchos que no tienen ni tuvieron nada que ver con el asunto.
El primer error, no calcular la
cantidad de productos a suministrar en proporción directa al probable número de
compradores a satisfacer. Trajeron muy poquito para tanta gente; en
consecuencia, no alcanzó para satisfacer la demanda, quienes no pudieron llegar
al reparto se molestaron, se indisciplinaron, se hizo imposible mantener el
orden y aquello terminó en un gran zafarrancho donde, inclusive, tuvo que
actuar la policía.
Una gran cantidad de personas se
fue HABLANDO MAL DEL GOBIERNO en general y esta arbitrariedad fue
inmediatamente aprovechada por los escuas para soliviantar parte de la
población y exagerar sus despropósitos. Pregunto: ¿valía la pena llegar a ese
resultado?
Otro error en medio del caos no
previsto fue no cuidar el orden ni la necesaria disciplina en todo acto
concurrido. Esa disciplina y ese orden necesario debe ser cuidadosamente
planificado y ejecutado para evitar que las cosas se salgan de su cauce correcto.
Otro ridículo error fue repartir
números a los asistentes antes de empezar la venta, pero, ¿saben qué? – no
trajeron suficiente papelitos numerados para tanta gente y, después de todo,
igual los pusieron en cola, pero quienes si tenían papelitos pensaron que
tendrían prioridad sobre quienes no lo tenían. Lo elemental, querido Watson, -
perdón, José – hubiera sido traer papelitos numerados de sobra. Ese pequeño
detalle contribuyó notablemente al desorden que se terminó de formar.
Repito, cuando se piense ejecutar
una acción social, sea Mercal o lo que fuere, aunque parezca algo sencillo es
necesario planificar su logística y su ejecución. ¿Qué la gente no sabe
hacerlo? Es entonces el peor error, poner gente incompetente a hacer las cosas.
Ya llevamos CATORCE años de
Revolución Bolivariana, ya es tiempo de tener gente entrenada en todos los
frentes, especialmente en el frente social simplemente porque este frente es el
abrebrechas en el camino revolucionario.
Sé de antemano que este escrito
no levantará emociones entre mis lectores porque todo cuanto digo es casi de
Perogrullo, es cosa sabida por todos y eso me molesta aún más; si es o debe ser
sabida por todos, ¿Por qué carajo ocurre entonces?
Pido a mis escasos lectores que
divulguen estas reflexiones a ver si, por carambola, llega a algún
planificador, de la estatura que sea, y éste a su vez lo hace llegar a
cualquier líder que, a su vez, pueda y quiera cuidar los avances que hasta
ahora ha tenido la Revolución.
Ahora permítanme volver a una
vieja prédica: el Gobierno Revolucionario debe atender cuanto antes las
necesidades y problemas de los pequeños conglomerados y no concentrarse
exclusivamente en las grandes urbes. Créanme, allí, en los pequeños, los problemas son también pequeños, de fácil solución y bajo costo. El problema aludido se presentó
sencillamente porque en ese pequeño poblado no existe ni siquiera un
“Mercalito”, eso sí, permanentemente surtido, donde los vecinos puedan acudir en
cualquier momento y no tener que esperar “operativos especiales” que, como el
descrito, resulta arrojando resultados negativos, contraproducentes.
¡PATRIA SOCIALISTA Y
VICTORIA! - ¡CHÁVEZ VIVE!
- ¡LA LUCHA SIGUE!