sábado, 24 de marzo de 2012

El Teatro de la Vida


Dedicado con especial afecto a un amigo argentino. Che, vos sabés quien sos.

Perdonen el egocentrismo, es una anécdota personal pero la cuento porque el personaje central es otro y no yo. Vale.

Antes de entrar en materia propiamente dicha, repasemos un poco de historia. William Shakespeare nació en Stratford-upon-Avon, Reino Unido, en fecha incierta que puede ser 26 o 23 de abril de los años 1564 o 1616 según el calendario que se emplee, sea juliano o gregoriano. Fue dramaturgo, poeta y actor; conocido en ocasiones como el Bardo de Avon (o simplemente El Bardo), Shakespeare es considerado el escritor más importante de la lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal. La New Encyclopædia Britannica señala que "muchos lo consideran el mayor dramaturgo de todos los tiempos. Sus piezas se representan más veces y en mayor número de naciones que las de cualquier otro escritor". Las obras de Shakespeare han sido traducidas a los principales idiomas y sus piezas dramáticas continúan representándose por todo el mundo. Además, muchas citas y aforismos de sus obras han pasado a formar parte del uso cotidiano, tanto en el idioma original como en los otros.

El poblado donde nació y está enterrado Shakespeare, está situado al margen del Río Avon, donde millones de visitantes de todo el mundo celebran anualmente su nacimiento y sus obras. Son muy famosos los festivales de teatro que se celebran durante casi todo el año, especialmente en el Royal Shakespeare Theatre que puede albergar 1040 espectadores. Por cierto, en él se conservan muchas obras de art deco del viejo Shakespeare Memorial Theater.

Entre otras, existe también una vieja academia de teatro con siglos de tradición. A ella ingresan niños y muchos permanecen hasta la senectud estudiando arte dramático y ensayando una y mil veces las obras que se presentarán. Se puede asegurar sin caer en exageraciones que son los actores de teatro más perfectos del mundo según la opinión de muchos “entendidos”; no en balde muchos de esos actores han estudiado, repasado y ensayado durante sus largas vidas. Como detalle adicional, obras que han representado anteriormente cientos de veces, las ensayan un mínimo de seis meses antes de cada premiere.

Hace muchos años asistí a una de esas presentaciones teatrales y, siguiendo una vieja costumbre, al final solicité el autógrafo del actor principal sobre el programa de la función. Era un atildado y sereno caballero a quien le calculé unos sesenta años. Se mostró sorprendido que un joven suramericano, cuya lengua madre no es el inglés, le hiciera tal petición y, con inimaginable gentileza, como buen inglés me invitó a tomar té.

Hablamos más de una hora y siempre he recordado desde entonces una maravillosa lección de vida.

La vida es un teatro – me dijo – en el cual todos esperan que tú representes un papel que a ellos les guste; pero no es cualquier papel, es el que ellos de improviso aspiran que representes aún sin dártelo. Esa representación, además, quieren que sea perfecta, sin fallos, que no amerite crítica al alguna. Todo a su total satisfacción.
Después de una pausa, continuó hablando de manera perfectamente pedagógica.

Fíjate – dijo pausadamente – nosotros estudiamos arte dramático durante décadas, aprendemos todas las técnicas histriónicas, sinceramente ponemos nuestro corazón y nuestro intelecto en cada parlamento, ensayamos durante largos meses; de hecho, nos convertimos en personajes vivientes de cada obra y, sin embargo, nos critican amargamente, a veces de manera soez y procaz, sin ningún miramiento nos descalifican de la manera más despiadada. Y no son pocos que hasta puede decirse, sin llegar a exagerar, que son casi todos los espectadores; quienes, dicho sea de paso, saben de teatro lo que yo de sánscrito.

¿Qué no dirán de ti, que no has estudiado, practicado ni ensayado cuando no representes a perfección un papel que te han dado de improviso?

¿Cual es entonces la solución? - Creo recordar haberle preguntado.

Jamás olvidaré aquella fascinante respuesta.

Sé siempre tú mismo. - Continuó. - Es el único papel que siempre podrás representar bien en cualquier tiempo, condición y bajo todas las circunstancias.

Después de una pausa que creo estudiada, remató:

Te criticarán igual. Tampoco les gustará. Pero te quedará la satisfacción que no perdiste ningún esfuerzo. Si representas mal el papel que ellos te dan o si representas el tuyo propio, te criticarán. Siempre lo harán.

Tampoco llegaré a olvidar cuando, con el rostro iluminado, remató:

Ellos son felices criticando a los demás. Sé bueno con ellos. Prodígales esa felicidad, pero no les des nunca el gusto de haber dejado de ser tú mismo por satisfacer a gente que no se satisface con nada.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!

domingo, 18 de marzo de 2012

La diferencia entre ellos y nosotros


Estaba en deuda con un amigo lector quien me pidió hace tiempo opinión sobre lo que ocurre actualmente en Grecia y otros países especialmente europeos, y sobre las diferencias en la forma de reaccionar entre ellos y nosotros frente a la aplicación – o imposición – de esos llamados “paquetazos” neoliberales.

En cierta manera la pregunta me desconcertó y no me arriesgo a dar una opinión que considere certera. Eso no es posible establecerlo así como así, no hay puntos de comparación entre esos pueblos y el venezolano.

En primer lugar está el mal llamado aspecto racial. Me opongo a ese calificativo porque, para mí, todos pertenecemos a una sola raza: la humana. Aunque a veces observo ciertos individuos con características exteriores propias de los humanos pero que – repito – para mí realmente están muy lejos de serlo.

El tal aspecto racial lo traspolo al social. Fenotípicamente, ellos son, diríamos, casi uniformes y nosotros muy diversos y, es bien sabido, que muchas de nuestras diferencias en el fenotipo están directamente asociadas a los problemas vinculados con la exclusión social impuesta de manera dispar a muchos sectores y estamentos de nuestra sociedad. Históricamente, nuestros excluidos han sido los aborígenes, los negros, los mestizos (eufemísticamente llamados pardos) y los “blancos de orilla”, o sea los blancos pobres. La exclusión en realidad ha sido contra los pobres y ésta es el reflejo de una antigua concepción judía aún vigente entre los poderosos.

Las sociedades venezolana y latinoamericana en general han sido terriblemente dispares e injustas en cuanto a la distribución de la riqueza. El pobre acude gustoso y entusiasta al llamado de la revolución porque lo único que tiene que perder son las cadenas que lo atan. Lo único que siempre ha tenido no pasa de ser una vida miserable y la muerte es para ellos una forma de liberación. Si la revolución triunfa y lo redime aunque sea un poquito, su ganancia habrá sido inconmensurable.

Eso no ocurre en las sociedades europeas. La gente cree que tiene algo en su poder y no se arriesga a perderlo, pero, entretanto, sus explotadores le aprietan más y más los torniquetes. Al final terminarán perdiéndolo todo pero continuaran teniendo peores cadenas opresoras que antes, porque la molicie les impide revelarse. La única esperanza de que reaccionen es que se les haga absolutamente insoportable el dogal que les aprieta el pescuezo, que el hambre les atenace el estómago, que el banquero ladrón les expropie la casa, que los saquen a patadas de los sitios de trabajo donde los explotan, que sus hijos no puedan ir a la escuela, que vean morir a sus ancianos podridos en la miseria. Entonces es posible que se alcen, se dispongan a perder nada, vuelvan otra vez a ser gente de pelea, se revelen y hagan su revolución.

Ellos saben pelear y lo hacen bien. Lo han demostrado hasta la saciedad cuando los poderosos viejos que sí se conocen los han mandado con engaños a combatir entre ellos para que defiendan sus intereses. Así como han sabido pelear en defensa de los intereses de sus clases dominantes y opresoras, pueden salir al frente y pelear en defensa de sus propios intereses.

Solo entonces, cuando ya no aguanten más y les hayan quitado todo, se darán cuenta de lo que nunca debieron olvidar pero lo hicieron encandilados por las baratijas de la sociedad de consumo:

IMPORTA SER, NO TENER. Lo repito, LO IMPORTANTE ES SER, NO TENER.

Y viéndolo bien, no tienen nada. Dinero en el banco, viene cualquier banquero ladrón y se los roba. Casa, viene cualquier banquero ladrón y se la roba aunque la esté pagando, siempre habrá excusa y contubernio legal. Seguridad social, salud, educación, etc., viene cualquier gobierno de los banqueros ladrones y se lo quita de un plumazo. Entonces, en definitiva, ¿Qué carajo tienen? Sí, tienen algo, el encandilamiento y más nada.

Solo que si fueran – fueran viene del verbo SER - dignos que no permitieran que nadie los pisotee, si fueran libres para actuar conforme a su conciencia y a ciertos valores, si NO fueran apegados a tesoros virtuales, se atreverían a pelear, a hacer su revolución, a transitar el camino de su propia redención.

Al amigo que pidió mi opinión, y a todos, sinceramente creo, y ruego a Dios estar equivocado, creo que no harán nada, no se revelarán y los explotarán al máximo, los exprimirán hasta que sean solo bagazo inservible, los tirarán al basurero de la historia. No harán nada. Quien sabe cuando, si al final de un tiempo, recuperarán su dignidad forzados por sus explotadores, sí se alzarán y veremos.

Es triste pero así funciona la dialéctica de la historia. O el molino de la historia.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!


jueves, 15 de marzo de 2012

El Retorno


He vuelto por un tiempo a mi vida normal anterior; esto es, a mi vida previa a la profusión de las computadoras e Internet. Al principio, cuando estas cosas no se habían generalizado y no me habían atrapado, parcialmente gozaba de un cierto modo de libertad que me permitía disfrutar de ciertos placeres cotidianos que, valga la redundancia, eran bien sabrosos. La cibernética me apartó de ellos.

No lo he dicho aún. Mi carapachito, mi vieja computadora cantó la estrofa de la rumba cubana “yo no camino más” y se apagó. Decidió descansar o morir en santa paz. Reemplazarla por una nueva, para mi no es tan fácil y repararla me ha tomado un tiempo superior al previsto inicialmente.


Hoy he vuelto y al volver me he propuesto cambiar. Ya no seré el cuasi fanático en que me había convertido. Lo prometo, no volveré a ser el cuasi esclavo del Twitter, de las noticias ni de los análisis sobre los acontecimientos locales, regionales, nacionales o mundiales. De la diatriba o del debate. Del mucho insulto y el poco elogio.

Prometo una mayor dosis de sindéresis, no intervenir en lo superficial, mucho menos en lo deleznable. Prometo hacer caso nulo a los fanáticos y a los disociados.

Concretamente, a los escuas, parodiando al genial Cantinflas, ni siquiera los ignoraré.

Si antes me enfrascaba durante horas a leer mayoritariamente cosas anodinas, a teclear, copiar y pegar y las usuales etcéteras, de ahora en adelante leeré y estudiaré temas valiosos y sustantivos, intentaré pensar más y escribir también sobre temas sustantivos o por lo menos más amables. Cero generalidades que no conducen a nada, cero intrascendencias.

Volver a mis anteriores libertades, reitero, ha sido sabroso. En próximos escritos, quizás, hablaré sobre algunas de ellas. Espero aportar algo positivo a mis pocos pero muy selectos,amados y sufridos lectores.

No se molesten las queridas damas por la redacción del párrafo anterior. Lo repetiré con especial cariño:

...a mis pocas, selectas, amadas – y sufridas – lectoras.


PATRIA SOCIALISTA Y VICTORIA - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!