¿La
destrucción o la salvación de la humanidad?
Las
noticias procedentes de todo el mundo ya me están fastidiando en extremo. No
leo ninguna que me anime a nada. Solo tragedias de todo tipo, problemas,
inconvenientes, muertos, aporreados, hambreados y una larga pero tenebrosa
lista. ¿Qué pasa? ¿Están todos locos? Medito y llego a una conclusión
aterradora: quienes dirigen casi todos
los gobiernos del mundo no son humanos. ¿Cómo? No son humanos. Tiene forma
figura y en algo se comportan como humanos, pero no lo son. La naturaleza o lo
que llaman ciencia o tecnología ha producido unos abortos, unos engendros sin
alma.
Por
naturaleza soy y quiero seguir siendo optimista y auguro que los que sí somos
humanos podemos sacarnos de encima esos bichos repugnantes.
Hago
una propuesta a todo el género HUMANO, a todos los habitantes del planeta
tierra. Quitémonos de encima esa plaga.
Sí,
sencillo; somos muchísimos más que ellos. Ellos son poderosos, tiene acaparado
todo el dinero y toda la riqueza del mundo, han diseñado en sus laboratorios
métodos y procedimientos para manipularnos, esclavizarnos, explotarnos
y…deshumanizarnos. Pero somos más. Eso deberíamos convertirlo en fuerza. Si nos
unimos, los aislamos y los sacamos de nuestras vidas, quedarán solos y a mordiscos
se aniquilaran entre ellos mismos.
¿Es
muy difícil unirnos? Si. Ellos nos han preparado a lo largo de años, han
condicionado nuestras mentes a rechazar la unión creativa y creadora, solidaria,
espiritual y espiritualista, cooperadora y cooperativista, caritativa y
comprensiva entre nosotros los miembros del género humano que nos diferenciamos
de ellos en que tenemos alma y somos capaces de amar. Somos esa parte del mundo
que es capaz de sufrir, amar y esperar. Pues bien, ya hemos sufrido bastante y
quieren aumentarnos la dosis a niveles infernales pero hemos reducido nuestra
capacidad de amar y, también, pareciera que no nos hemos cansado de esperar
obnubilados, ¿y esperanzados?, por ofertas engañosas propias de los publicistas
que, entre otras cosas, engañaron malévolamente a nuestra bellas mujeres para
que se pusieran implantes PIP y se inyectaran los mal llamados biopolímeros,
pagando previamente sumas astronómicas a ladrones criminales hábilmente
disfrazados de científicos para que las acercaran a su propia destrucción.
Ha
llegado el momento de escudriñar nuestra conciencia y escudriñar en que hemos
fallado para inclinarnos a favor de quienes nos exprimen, explotan y conducen a
la muerte cierta, sin darnos la menor oportunidad para disfrutar las cosas más
elementales de la vida. Lo que ciertos sectores de la humanidad habían logrado
alcanzar a punta de luchas y sacrificios para vivir un poquito mejor, se los
están quitando. Vuelvo a las noticias para ilustrarlo algo. Se habían obtenido
ciertos niveles de atención y mejoras a la salud; pues, los están echando
abajo. Igual con la educación que se habían ampliado los horizontes, la
inclusión y la calidad; pues, también los están reduciendo y pretenden
eliminarlos. No hablemos de los beneficios sociales, alimentación, pensiones,
jubilaciones, condiciones dignas para los últimos años de nuestros abuelos.
Vivienda, ni hablar. No sigo, tú lector, agrégale tu parte. Pretenden dejarnos
sin nada y vaya que lo están consiguiendo. Millán Astray, un cruel verdugo franquista
de la despiadada Guerra Civil Española acuñó una frase macabra: Viva la Muerte. Duele comprobar que le están dando vigencia, importancia y
concreción.
En
Venezuela, gracias a Dios, y en otras partes de Nuestra América, estamos
haciendo lo contrario y, ¡carajo!, hacen todo lo posible e imposible para que
no tengamos éxito. Son tan despiadados, tan canallas y asquerosos miserables
que también les duele el bienestar ajeno. Y eso que no lo hemos logrado
todavía, tan solo lo estamos buscando y apenas hemos alcanzado pequeños logros.
Nos quieren destruir porque señalamos un rumbo a otros que lamentablemente no
lo han podido todavía diseñar todavía.
Ignoro
la recóndita razón por la cual muchos pueblos no han llegado a comprender lo
que les ha sucedido durante las últimas décadas, y esa incomprensión los lleva
directamente al precipicio de su propia destrucción. ¿Qué de especial tuvimos o
tenemos una buena parte de nosotros – desgraciadamente no somos todos – que nos
dimos cuenta en buena hora? No lo sé. Solo sé que hemos podido hacer un alto en
el viejo camino al despeñadero, reflexionar como consecuencia de los latigazos
y medio voltear la tortilla.
¿Cómo
lo hicimos o lo estamos haciendo? Sencillo. Volvimos al lógico punto de
partida: pusimos los bueyes delante de la carreta. Otros, en otras partes,
insisten ilógicamente en poner la carreta delante de los bueyes. O en permitir
que la pongan otros.
La POLÍTICA, así, escrita con mayúsculas, debe ser el motor que
impulsa cualquier sociedad. No, nunca jamás los tecnócratas económicos. La
economía debe ser tan solo uno más de los instrumentos que usa la Política para beneficio
de los pueblos. Los resultados económicos tienen que ser para apuntalar los
beneficios sociales que facilitan la REDENCION SOCIAL
de los pueblos o, lo que es lo mismo, pavimentar el camino hacia ese largamente
ansiado desideratum de alcanzar la
ansiada utopía que nos señaló Tomás Moro.
Hago
una salvedad. Cuando hablo de POLÍTICA, y por antonomasia de POLITICOS, me
estoy refiriendo a POLÌTICOS de verdad. No hablo de tecnócratas u sus acólitos
hábilmente disfrazados.
He
repetido muchas veces una fórmula práctica que nos enseñó ese ser, con
quinientos o más años de sabiduría acumulada en sus genes, llamado Evo Morales.
El dijo, más o menos:
Nos
cansamos de pedir a los gobernantes la solución de nuestros problemas, hasta
que nos decidimos a tomar el poder y resolverlos nosotros mismos.
Huelgan
más palabras.
PATRIA
SOCIALISTA Y VICTORIA - ¡VIVIREMOS Y VENCEREMOS!